
En los círculos económicos y financieros se está hablando de 'momento México'. El producto interior bruto (PIB) avanzó un sólido 0,8% intertrimestral en los dos primeros cuartos de 2023, quedando la tasa interanual en un saludable 3,75% en el segundo trimestre. Su bolsa ha mostrado un buen desempeño en lo transcurrido de año con el índice IPC escalando más de un 6%. El peso mexicano, por su parte, es una de las divisas más destacadas de 2023, ganando más de un 12% ante un dólar que se ha mostrado fuerte. Pero el último dato que más ha llamado la atención es que México acaba de superar a China como principal socio comercial a nivel individual (sin contar bloques de países como podría ser la Unión Europea), algo que no ocurría desde 2003.
Más allá de lo simbólico de este cruce en el gráfico de importaciones (en julio la media móvil de 12 meses reflejó que el 15% de las importaciones de EEUU eran desde México y el 14,6% desde China), lo importante es la tendencia de fondo: y es que el país parece estar aprovechando la cada vez mayor brecha geopolítica entre las dos principales potencias mundiales, un desacople que algunos denominan la nueva 'Guerra Fría' en referencia a lo ocurrido durante décadas en el siglo XX entre EEUU y la URSS.
A esta dinámica se le suma una tendencia que ha cogido mucho eco tras el covid: el nearshoring. El golpe sufrido en las cadenas de suministro mundiales en los inicios de la pandemia ha provocado que muchos países hayan abogado por la relocalización. Pero como el proceso de traerse la producción directamente a casa puede salir muy caro, se opta por un paso intermedio: externalizar esta producción en un país con costes más competitivos pero que esté más cerca para evitar disrupciones como las experimentadas con China, la tradicional 'fábrica del mundo'.
"México es el mercado emergente que más puede beneficiarse de la disociación comercial entre EEUU y China gracias a su posición geográfica privilegiada, sus costes de producción competitivos y un amplio acuerdo de libre comercio (USMCA por sus siglas en inglés)", señalaba en un informe del pasado junio, antes del 'sorpasso' a China, Joan Domene, economista sénior de Oxford Economics. Los ejemplos y las cifras apoyan esta lectura.
En el apartado de los ejemplos, el más notorio es el de Tesla. El gigante estadounidense del coche eléctrico anunció a principios de año la construcción de una planta en Monterrey, en el estado de Nuevo León. Pero antes, hace dos años, cuando la empresa de Elon Musk estaba a punto de abrir una fábrica en Texas, buscaba un proveedor para fabricar los 'cerebros' de sus vehículos (los ordenadores que se conectan a los satélites y permiten la conducción autónoma) en algún lugar cercano, en vez de hacerlos enviar todos desde China. Quanta Computer, con sede en Taiwán, dio un paso al frente para satisfacer esta demanda con una planta en Monterrey. Desde que Tesla abrió su planta en Texas y anunció su desembarco en México, más de 30 empresas, según datos de Bloomberg, se han mudado a Nuevo León. Otros fabricantes de automóviles como General Motors, Kia y BMW, también han anunciado inversiones en vehículos eléctricos en México desde principios de 2021
En lo relativo a las cifras, Dev Ashish, analista de Société Générale, recogía en un informe de finales de agosto que las actividades comerciales de México tienden al alza sobre una base estructural (a pesar de las fluctuaciones cíclicas y la ralentización de los dos o tres últimos trimestres). La relación comercio/PIB del país ha pasado del 30,4% en 2010 al 44,7% en 2023. Alrededor del 82% de todas las exportaciones de México se dirigen a EEUU y cerca del 89% de todas las exportaciones mexicanas de mercancías son bienes manufacturados (una diferencia clave con la mayoría de las demás economías de América Latina, que exportan predominantemente materias primas).
"En 2022, México era el tercer socio comercial de EEUU, después de la UE y China. Alrededor del 14% de las importaciones estadounidenses (incluidas las reexportaciones y reimportaciones vinculadas a la cadena de suministro) procedían de México el año pasado. Esta cuota ha aumentado con el tiempo y probablemente se ha producido a costa de la cuota de China desde 2017, a medida que empeoraba la relación comercial entre EEUU y el país asiático", escribe Ashish.
A pesar de la derogación del TLCAN (tratado comercial tripartito entre EEUU, Canadá y México firmado en 1992) y el endurecimiento de las normas en el marco del USMCA (por ejemplo en materia de derechos laborales), prosigue el analista, "el creciente deseo entre los responsables políticos y las empresas estadounidenses de reducir la dependencia de China ha llevado a una mayor mejora de la posición de México como importante aliado comercial y socio de la cadena de suministro". De hecho, trae como apunte, el acuerdo USMCA, con su requisito de un mayor contenido de valor norteamericano (75%) en la producción de automóviles, podría haber impulsado aún más las actividades comerciales de México en los últimos años.
Para el estratega de SocGen, la composición de las exportaciones manufactureras de México sugiere que, a lo largo del tiempo, una gran parte de la inversión se ha destinado a sectores como el del automóvil, la informática, las comunicaciones y los equipos electrónicos, y los accesorios y aparatos eléctricos. Juntos, estos sectores contribuyen con más de dos tercios del total de las exportaciones manufactureras (en términos de valor) y probablemente atraen casi una parte similar de la inversión (nacional e inversión extranjera directa -IED-) en los sectores manufactureros. Algunos de estos sectores también han registrado el mayor crecimiento de la producción en los últimos años y han ganado cuota en el PIB.
Desde Oxford Economics, Domene constata que los datos detallados de las importaciones estadounidenses muestran que México ha ganado cierta cuota de mercado en las importaciones estadounidenses desde que las tensiones geopolíticas entre China y EEUU se intensificaron en 2017, pero hace énfasis en que los importadores estadounidenses recurrieron a otros mercados además de México para satisfacer la demanda adicional. De hecho, recalca, Vietnam, India, Taiwán y Canadá han ganado más cuota de mercado en las importaciones estadounidenses que México en los últimos cinco años.
Sin embargo, aclara el economista, mientras que la cuota de mercado global de México sólo aumentó ligeramente con respecto a hace cinco años, "las exportaciones de sectores tradicionalmente grandes, como la automoción y la maquinaria, han conseguido desplazar a los proveedores de otros países". "Los sectores más pequeños, como el de alimentación y bebidas y el metalúrgico, también han obtenido mejores resultados, lo que sugiere que una mayor integración comercial entre México y EEUU podría beneficiar a una amplia gama de productores", añade.
Entre 2017 y 2022, mientras que la cuota de China en las importaciones de mercancías estadounidenses cayó en cinco puntos porcentuales, México solo ganó 0,6 puntos porcentuales (mientras que el otro socio del USMCA, Canadá, ganó 0,7 puntos porcentuales). Ashish, de SocGen, aclara lo ocurrido en los cinco primeros años del tratado USMCA. Una primera razón detrás de este retraso es que el USMCA se firmó en julio de 2020 y hasta la firma había habido mucha menos claridad sobre los términos. En segundo lugar, continúa, las empresas seguían recelosas ante los cambios políticos de los primeros días de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador. Por último, el inicio de la pandemia afectó las actividades y podría haber llevado a las empresas a posponer las decisiones de inversión.
¿Se aprovechará la ocasión?
De cara al futuro más inmediato, la clave es que este impulso se mantenga y beneficie a la economía del país. "En términos de parámetros macroeconómicos, el crecimiento del PIB se verá ciertamente impulsado por el aumento de la inversión y el empleo en los sectores comercializables. Creemos que es plausible esperar un aumento del 20-40% de la IED (desde el nivel actual de alrededor del 3% del PIB) en lo que queda de esta década si se intensifica el tema del nearshoring. Esto tendría probablemente un efecto multiplicador en la inversión interna de México, lo que en última instancia también mejoraría el empleo, el consumo y las perspectivas fiscales", avanzan desde SocGen.
En la firma estiman que una intensificación de la inversión en nearshoring en una medida plausible podría elevar el potencial de crecimiento del PIB de México desde la tasa actual de alrededor del 2,4% a entre el 2,8-3,3% durante el resto de esta década. No obstante, lanzan un aviso: "El potencial de crecimiento podría ser aún mayor si mejorara la productividad laboral. Pero el efecto inmediato de la deslocalización será inflacionista, ya que la mayor demanda de bienes de inversión y de mano de obra provocará una inflación impulsada tanto por la demanda como por los costes".
"Es posible que el sector exterior de México no aproveche plenamente el proceso en curso hasta que la inversión privada adicional se dirija hacia el sector manufacturero y el gobierno revierta su contraproducente austeridad que está paralizando la inversión pública en infraestructuras. Esperamos que las exportaciones de México sigan la desaceleración de las importaciones de EEUU y nuestro índice de comercio mundial durante una probable ralentización de la economía mundial en el segundo semestre y la posterior recuperación en el primer semestre del próximo año. Como aspecto positivo, la creciente diversificación de las exportaciones, aunque todavía muy concentradas en EEUU, debería aumentar la resistencia frente a las perturbaciones y desaceleraciones sectoriales", valora Domene, de Oxford.
Entre los propios mexicanos existe la duda de si la inversión interna se recuperará. El prestamista del norte de México Banco Base ha visto crecer su cartera de préstamos en aproximadamente un 75% en los últimos cinco años. Esto se debe en parte al renovado interés en exportar a EEUU, explica a Bloomberg Gabriela Siller , directora de análisis económico del banco. Pero le preocupa que México no esté aprovechando al máximo este último aumento de la inversión: "El nearshoring es una oportunidad en México, una que no estamos aprovechando al máximo". El gran riesgo es que México acabe simplemente importando más componentes para ensamblarlos para la exportación, con poco valor agregado a nivel local.
El factor político también influye. López Obrador (conocido por las siglas AMLO) ha sido señalado desde el mundo corporativo por episodios como la limitación del papel de las empresas extranjeras en los mercados energéticos de México (el caso Iberdrola) o el envío de tropas a principios de este año para renacionalizar una línea ferroviaria de gestión privada, antes de llegar a un acuerdo con su propietario. Pero, por otro lado, ha participado activamente en el aterrizaje de Tesla en el país. El presidente dejará su cargo el año que viene, cuando se celebran elecciones presidenciales, y deberá conjugar esta dinámica empresarial con su promesa de hacer la economía más horizontal para que su partido Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) cuente con opciones en los comicios.
En cualquier caso, la cercanía de EEUU aclara el horizonte. Y es que, desde el punto de vista de los inversores, prácticamente el resto de lugares del mundo simplemente están más lejos de EEUU. "La razón por la que miran a México, y por la que México es atractivo, es que ya está integrado a EEUU. Eso traerá más flujos de inversión incluso si México no hace nada", sentenciaba hace poco en la prensa Gerardo Esquivel, exsubdirector del banco central del país.
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