Opinión

Investidura: explicar lo inexplicable

  • El Congreso se ha convertido en la investidura en una escenificación del metaverso 
Alberto Núñez Feijóo dándole la mano a Pedro Sánchez tras ser elegido presidente de Gobierno. EFE

Más que a una investidura, el Congreso de los Diputados ha sido escenario esta semana de una comedia. Una escenificación del metaverso en la que Pedro Sánchez se confirma como un presidente virtual, mientras que el verdadero y real presidente del Gobierno de España es Carles Puigdemont, un delincuente prófugo de la Justicia que es quien maneja desde Waterloo los hilos del guiñol.

Porque Puigdemont ya lo ha advertido, el apoyo a la legislatura "se ganará día a día" y se condiciona "a los avances y no sólo a los cumplimientos". Lo que es román paladino se traduce que lo que dure este gobierno y este presidente dependerá exclusivamente de que Sánchez cumpla con las condiciones, exigencias y caprichos de los golpistas catalanes. Y por si no lo tenía claro allí estaba Miriam Nogueras para recordárselo: "Con nosotros no pruebe a tentar a la suerte. No le funcionará".

Esta es la crónica cierta de una llamada sesión de investidura, en la que Sánchez intentó explicar lo inexplicable de una amnistía -a la que se refirió sólo después de 68 minutos de homilía- que vulnera la Constitución, humilla a España y convierte a los jueces en delincuentes y a los delincuentes en jueces, y la mercadería de unos pactos que rompen la democracia, el Estado de derecho y la igualdad entre los españoles. La antítesis del ideario socialdemócrata

Un discurso el del candidato vacío de propuestas políticas y de programa económico. Su único programa es el frentismo. Sólo limosnas sociales como la gratuidad del transporte público para menores, jóvenes y desempleados, las nuevas ayudas a los tenedores de hipotecas y al alquiler, además del anuncio de una condonación de la deuda de todas las comunidades autónomas sin explicar de donde va a sacar el dinero para pagarlas aunque lo sabemos todos. Hasta 14 subidas de impuestos prepara el gobierno socialpopulista para esquilmar 60.000 millones de euros a los españoles. 60.000 millones de euros para pagar subsidios, el peaje de los golpistas catalanes y los votos que ha comprado a los nacionalismos enemigos de España, desleales y supremacistas.

Españolitos de a pie, perded toda esperanza, Sánchez nos va a freír a impuestos para pagar sus pactos con nuestro dinero y con un festín de deuda y déficit cuando la Comisión Europea y el Banco de España han pedido acabar con las medidas contra la inflación para volver al rigor presupuestario. Ese es su único programa económico aderezado con una política de profunda desigualdad territorial y social y un horizonte de inestabilidad política y de falta de seguridad jurídica que ahuyenta las inversiones, distorsiona la unidad de mercado y deteriora nuestra imagen en el exterior, factores todos ellos claves para nuestra competitividad

Eso sí, en lugar de propuestas y programas, el candidato se marcó una cascada de demagogia podemita sobre la cohesión social, feminismo, bandera arcoíris y la energía verde, pero ni una medida para la creación de empleo estable en un país que lidera el desempleo de la Unión Europa y duplica la tasa de paro de los Veintisiete, para luego, con esa falta de pudor que le caracteriza, acusar a Núñez Feijóo de no aportar propuestas y soluciones para los problemas de los españoles. Como dice sabiamente el refranero, cree el ladrón que son todos de su condición.

Porque si algo hizo Feijóo en su fallida investidura fue presentar propuestas, medidas y un programa sólido, el mismo con el que se presentó a las elecciones, porque ni el ni su partido cambian de opinión según les sople el aire. El mismo Núñez Feijóo que el miércoles puso a Sánchez frente a sus mentiras, sus contradicciones, su falta de pudor y su corrupción política porque "lo que se trae hoy a la Cámara no se votó en las urnas". Claro que tampoco se votó a Puigdemont como jefe de Gobierno y amo y señor de España. Como me definía a Sánchez un destacado ex presidente autonómico y ex diputado socialista tras ganarle las primarias a Susana Díaz: "no tiene proyecto, no tiene programa, sólo tiene ambición y es capaz de vender a su padre, vender al partido y vender a España para conseguir sus objetivos". Amén.

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