Opinión

Economía y conflictos internacionales

  • La dependencia española del crudo ya elevó las previsiones del IPC

Esta semana, concretamente el 9 de octubre, presentábamos desde el Consejo General de Economistas de España el Observatorio Financiero y Claves Económicas correspondiente al segundo cuatrimestre de 2023, justo dos días después del inicio de los lamentables sucesos ocurridos en Israel y en la franja con Gaza. Siendo, como siempre, lo más importante hacer un llamamiento general y contundente a favor del estricto respeto a los derechos humanos y la vida de las personas; no deja de ser también habitual, que los que nos dedicamos al ámbito de la economía nos preguntemos, y nos pregunten, sobre los efectos que este nuevo conflicto puede suponer para la economía.

En un primer análisis se trataría de los efectos globales y, como consecuencia posterior, habría que detallar los efectos concretos en la economía de nuestro país. Lógicamente ningún conflicto o situación de tensión territorial es una buena noticia, y se quiera o no, siempre tiene sus efectos sobre la economía. Además, no se trata de algo que acontece en un punto no estratégico de las transacciones con efectos económicos globales, sino que estamos hablando, por ejemplo y entre otros indicadores, de que por el estrecho de Ormuz pasa el 20% del petróleo mundial. Como decía, nos encontrábamos con el análisis de un segundo cuatrimestre de nuestra economía, que siendo cierto que apuntaba a que la economía española tendría este año un mayor crecimiento que la de nuestros homólogos europeos, no es menos cierto, que este crecimiento no tiene ni la intensidad ni el vigor que debería.

Por ello se hace muy necesario su seguimiento constante, así como la estabilización política e institucional, para evitar que se confirme la tendencia a la baja que se estima, no solo por nosotros sino también por una amplia mayoría de los analistas, tanto a cierre de este ejercicio, como para las previsiones del año 2024. Concretamente, este cuatrimestre ha venido a confirmar la tendencia de los índices adelantados que ya se dieron en el anterior. Por un lado, nos encontramos -esperemos que el nuevo conflicto no lo empeore- en una fase de cierta estabilización del transporte internacional. También parecía que se producía cierta estabilización de la tendencia evolutiva de los precios de la energía y las materias primas, aunque aún seguían en cifras que podemos considerar elevadas, si bien no tenían el alcance de los máximos de cuatrimestres anteriores. A todo ello también se sumaba una menor volatilidad general.

No obstante, este conflicto puede tener efectos impredecibles sobre todo lo anterior, lo que nos obliga a expresarnos sobre ellos en pasado, pues la previsión a partir de ahora puede cambiar considerablemente. Por otro lado, la confianza de los empresarios, así como los PMI, compuestos y manufactureros, junto con la producción industrial y el comportamiento de las cifras que el sector arroja, vía datos de la central de balances del Banco de España, apuntan a una ralentización continuada de la actividad industrial.

Lo anterior, junto con otras variaciones de los índices abordados, nos llevaba, en este análisis adelantado, a confirmar que nuestra economía terminaría 2023 con el crecimiento indicado, ya mucho menor que el de 2022. Se deben tener en cuenta estas señales para buscar influir en las palancas de crecimiento, así como en el muy necesario acceso al crédito de las empresas -que se está restringiendo bastante-, ya que, si no, 2024 tendrá un crecimiento aún mucho menos vigoroso, apuntando por tanto cierta desaceleración futura. Asimismo, el fortalecimiento del dólar perjudica nuestras importaciones de petróleo, cuyo precio, elevado por los recortes de los productores, se ve afectado por el tipo de cambio.

La conocida dependencia de nuestra economía al petróleo fue una de las principales causas de la revisión al alza (5 décimas) de nuestra previsión de crecimiento medio del IPC a final de año (3,5%). Es en este escenario en el que el conflicto de Israel-Hamás al que actualmente me refiero, añade una señal más de incertidumbre a las que ya apuntábamos, que además no estaba incluida en el modelo. En este sentido, sin duda, la principal preocupación es que el mismo se pudiera extender a otros países importantes de Oriente Medio, por su clara importancia como centro neurálgico de exportadores de gas y petróleo, así como enclave de paso transaccional del comercio internacional.

¿Qué hemos observado hasta el momento?, por ejemplo, los compradores asiáticos de GNL (Gas) están en fase de espera para incrementar sus compras de cara al invierno, ya que de momento tienen reservas y no desean influir en el precio, a la espera de acontecimientos. Pero, por otra parte, por ejemplo, el GNL desde Asia estaba en su precio más alto en los últimos 8-10 meses, tras el estallido del conflicto. Así, en esta "situación de stress de seguimiento" de indicadores, el principal afectado parece ser el gas natural, que en el mercado de TTF de Países Bajos ha repuntado en casi un 43% su precio hasta llegar este 13 de octubre a los 54,785 euros por megavatio/hora, cuando su precio a 6 de octubre era de 38,231. Igualmente, el precio del petróleo ha comenzado a subir ante las primeras señales de que parecía que Israel estaba en disposición real de iniciar una invasión de Gaza vía terrestre.

Con esta situación, y ante el riesgo indicado de que este conflicto atraiga a otros importantes países de la zona, ya hay analistas que sitúan, en ese hipotético escenario, un barril de petróleo cerca de los 150 dólares y un recorte adicional de 1 billón de dólares en la producción mundial. Quizás, en mi opinión, no serán estas las cifras definitivas al alza, si ese riesgo ocurriera ya sea de forma directa o indirecta, pues a los países productores no les interesa un precio muy elevado del barril, aunque tampoco muy bajo. Pero lo que sí se daría es un encarecimiento, con el claro efecto añadido y directo sobre nuestra economía, muy dependiente del petróleo como ya hemos indicado, y que además necesita de una mayor atención por parte de los responsables del diseño de nuestra política económica.

Ya, en el mismo período mencionado con respecto al gas natural, el precio del barril Brent ha pasado de 84,25 euros a 88,88, dato que se resalta y hay que poner en valor al comprobar que este indicador seguía una considerable tendencia decreciente en las últimas semanas, tras alcanzar un máximo a finales del mes pasado. En otros indicadores adelantados como son el DJCI, el BDI o el VIX, observamos comportamientos muy similares: una notable subida el 9 de octubre (primer día con información de bolsa tras el fin de semana), una caída de los valores los dos días posteriores, para volver a mostrar subidas, tanto el 12 como el 13 de octubre.

En este apartado, tampoco hay que desdeñar el negocio de las empresas españolas con Israel, situándose la balanza positiva hacia el lado español en 1.183 millones€, según el último dato disponible. Por tanto, de nuevo la clave está en la duración del conflicto y su extensión o no. Si finalmente se amplía el ámbito del conflicto, sufrirá el comercio internacional – atención al estrecho de Ormuz- y las economías más dependientes del petróleo, de ahí que el mercado esté en lo que se podría denominar una espera activa, ante el desarrollo de los acontecimientos futuros. Como bien ha dicho la directora gerente del FMI, Kristalina Giorgieva, estamos, de nuevo, "ante un momento muy difícil para la economía mundial".

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