Aunque formalmente se trataba de unas elecciones autonómicas, es indudable que emocional y políticamente estos comicios andaluces se antojan como una especie de primera vuelta de cara a las próximas generales. Así lo habían planteado los partidos y así lo interpretaban los analistas y los ciudadanos todos. Y con este enfoque el titular no puede ser más claro y contundente: Triunfo histórico del PP y debacle del sanchismo que anuncia el cambio de ciclo en la política española. Recordemos que desde el inicio de la Transición las elecciones generales se ganan en Madrid, Andalucía y Cataluña, con un pequeño añadido de la Comunidad Valenciana. Y el PP ya domina ampliamente en las dos primeras comunidades y es el favorito en la región levantina con la ayuda inestimable de Ximo Puig y Mónica Oltra.
Desde el ángulo de los vencedores, el PP obtiene más escaños que toda la izquierda junta. Juanma Moreno dobla los resultados de 2018. No necesita los votos de Vox. Recupera prácticamente todo el voto de Ciudadanos, empieza a reconquistar parte de los votantes fugados al partido de Abascal y recibe el apoyo de muchos socialistas moderados, repitiendo exactamente lo conseguido en Madrid por Díaz Ayuso.
Alberto Núñez Feijóo supera con sobresaliente su primer examen electoral, se convierte en el principal favorito para las generales de 2023 y el PP comienza a reconquistar su posición como la gran fuerza hegemónica del centroderecha, con el dirigente gallego como líder único e indiscutible y con los presidentes de Madrid y Andalucía como paladines.
El voto andaluz ha sido un voto por España, por la buena gestión, por la moderación, contra el frentismo y contra Sánchez, además de absolutamente extrapolable al conjunto de España y a unas generales. Porque los andaluces no han votado contra Juan Espadas, un candidato por otra parte anodino y sin carisma. Los andaluces han votado contra Pedro Sánchez y un Gobierno incompetente. Han votado contra los indultos a los golpistas catalanes, contra el servilismo y la entrega de España a los delirios de los independentistas, contra los pactos con Bildu y el trato de favor a los presos etarras mientras se menosprecia a las víctimas del Terrorismo.
Enmienda a la política económica
Han votado contra una política económica que nos ha llevado a liderar el paro, el déficit, la deuda y la inflación de la UE, abocándonos el empobrecimiento general hasta el punto de situarnos a la cabeza del índice de miseria Okun que mide el deterioro económico y de calidad de las clases medias y bajas de la sociedad. Y han votado también contra la mentira, el desprestigio internacional de España y contra los ataques de un gobierno autoritaria a la Justicia, al Estado de Derecho, a la división de poderes, a la democracia y a las libertades.
Sánchez sale muy dañado electoral y políticamente justo antes de su cumbre de la OTAN. Salpicado por sus políticas proseparatistas, su modelo de sociedad y de política han fracasado, aunque su egocentrismo, su petulancia y su arrogancia le llevarán a intentar echar balones fuera y cortar cabezas ajenas, empezando por la del propio Espadas, mientras conduce al PSOE a un naufragio similar al que François Hollande y Bettino Craxi llevaron a sus homólogos francés e italiano.
Y del resto, solo decir que Ciudadanos, con un excelente candidato, es la crónica de una muerte anunciada, mientras que en Vox el efecto Olona ha sido más de ruido que de nueces. Las sobreactuación, una estrategia equivocada y esa insensata amenaza de impedir la investidura de Moreno Bonilla si no entraba en el Gobierno le han penalizado, sobre todo porque si eso hubiera llegado a suceder su electorado ni lo entendería ni se lo perdonaría. Que lo entiendan.