Opinión

De los brotes verdes al crecimiento robusto

Ni brotes verdes ni recuperación económica

La confianza es un factor determinante para el crecimiento sano y duradero del PIB potencial, porque es la premisa básica de la inversión. Por eso, no hay nada peor que la falta de credibilidad de quienes tienen que generar las condiciones para que aparezca. Sin embargo, escuchando a los responsables económicos del país, se constata que parecen empeñados en repetir errores pasados que niegan cualquier oportunidad a la certeza. Así, del mismo modo que Zapatero, Solbes y Salgado negaron la crisis de 2008, ahora lo hacen Sánchez, Calviño y Montero: lo que aquellos llamaban "brotes verdes" es lo que estos llaman hoy "crecimiento robusto". Cuando el shock fue innegable encontraron la razón del mismo en la especulación financiera e inmobiliaria internacional, ahora lo encuentran en Putin, porque lo relevante, para esta peculiar manera de gestionar el interés general, no es solucionar los problemas, sino encontrar culpables para eludir cualquier responsabilidad y así estar un día, una semana, un mes o un año más en el gobierno.

Desgraciadamente, el final del mes de abril ha sido muy prolífico en datos que han puesto de relieve un futuro económico poco prometedor para el mundo, para Europa y para España, pero, en nuestro caso, adquiere tintes más sombríos. Resulta indiferente si nos referimos al empleo, a la inflación o al crecimiento, porque lo realmente importante es que detrás de estas cifras hay familias que ven reducida su renta disponible para llegar a fin de mes y empresarios y autónomos que tienen que echar la persiana, incapaces de hacer frente al incremento de costes.

España será el país de nuestro entorno que más tarde en alcanzar el nivel de PIB previo a la pandemia. Fuimos los que más nos empobrecimos durante la crisis sanitaria y los que mas tardaremos en alcanzar el nivel de renta previo al covid. Con el dato del 0,3% de crecimiento del PIB del primer trimestre, ese momento se retrasará hasta 2023, según todos los pronósticos.

Los españoles ocupamos el tercer lugar entre los ciudadanos de la OCDE que estamos sometidos a la presión fiscal más alta y los que hacemos el mayor esfuerzo fiscal de la eurozona. Pese a ello, y aunque los datos de recaudación que como consecuencia de la inflación se están elevando a niveles no previstos, encabezamos los rankings de la Unión Europea tanto en déficit como en deuda, el sexto y el cuarto lugar respectivamente. Asimismo, nos situamos en los primero lugares cuando nos referimos al déficit estructural, de forma que en una situación estable del ciclo, aparecerá un desequilibrio, siempre por el lado del gasto, entorno al 5% de nuestro PIB.

La inflación es un fenómeno generalizado, mundial, pero los españoles estamos sufriendo el incremento de precios más altos de todos los ciudadanos de la Unión Europea. Las economías domésticas pagan precios más altos y las empresas españolas pierden competitividad. La moderación de los precios, según el dato adelantado facilitado por el INE del mes de abril, hasta el 8,4%, no nos debe hacer olvidar que, al mismo tiempo, se ha disparado la inflación subyacente al 4,4%, la más alta desde diciembre de 1995.

La renta disponible de las familias españolas se resiente por la caída del PIB, por los impuestos y por los precios más altos a los que tiene que hacer frente. Además, en poco tiempo, todos los que paguen una hipoteca sujeta a tipos variables, se encontrarán con una subida en la cuota por el cambio en la política monetaria anunciada por el Banco Central Europeo. De hecho, el euribor, que es el índice en el que se referencian la mayoría de ellas, ha alcanzado datos positivos, lo que no sucedía desde hacía años.

Antes estos elementos cabe preguntarse: ¿Por qué seremos los últimos en alcanzar el nivel de renta previo a la pandemia? ¿Por qué tenemos que hacer un esfuerzo fiscal tan alto? ¿Por qué nos enfrentamos a tasas de inflación por encima de la de nuestros socios? ¿Por qué nuestras cuentas públicas son de las más desequilibradas de la UE? Podríamos seguir haciéndonos preguntas en este sentido y probablemente la respuesta la encontremos en decir que estamos padeciendo una política económica fuertemente ideologizada, que encuentra su fundamento en el avance del Estado en detrimento de la sociedad civil. El pilar sobre el que se sostiene es un gasto público desorbitado, impuestos altos e intervencionismo regulatorio, que en muchas ocasiones se traduce en inseguridad jurídica derivada de las tensiones que surgen de la propia conformación política del gobierno y del origen de sus apoyos parlamentarios, lo que a su vez impide abordar reformas estructurales que busquen el funcionamiento eficiente de los mercados, que es sustituido por el clientelismo político.

Obviamente, la invasión de Ucrania es un factor multiplicador de los efectos negativos que se derivan de las decisiones de una política económica errónea, pero no es la razón que explica el panorama sombrío que se despliega ante nosotros, porque la incertidumbre que genera la invasión, la sufre todo el mundo y no tendría por qué afectar a los españoles con mayor intensidad. Un gobierno que pretende generar confianza no debe decir que España va a a ser la menos afectada por la invasión, porque no tiene dependencia del gas ruso y, al mismo tiempo, sostener que todos los males de la economía española tienen su origen en "Putin", al que hacen el único responsable, por ejemplo, de las revisiones a la baja de los datos de crecimiento económico que se conocieron el 29 de abril. Justificaciones de este tenor son las que convierten la falta de crédito del gobierno, en especial del Presidente del Gobierno, en el problema mas grave de la economía española.

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