
Hoy resulta imposible entender la economía española sin contextualizarla en la Unión Europea (UE) y, más concretamente, en la Unión Económica y Monetaria (UEM). España siempre ha tenido un papel proactivo en la construcción de la unión monetaria, siendo uno de sus miembros fundadores. Mantener este papel depende de que sea percibido como un socio creíble y sostenible que persigue el bien común por encima de intereses particulares.
Esto requiere un modelo de país definido, concreto, que sea en este registro previsible, con una política económica fiscal adecuada y unas reformas estructurales alineadas con las exigencias de pertenencia a la UE.
Un país que respeta las reglas comunes y que hace los esfuerzos necesarios para mejorar la competitividad y resiliencia de su economía puede contar con la autoridad suficiente para proponer las reformas necesarias o los imprescindibles mecanismos de compartición de riesgos.
Es en este contexto donde, en el momento de la legislatura en que nos encontramos, convendría pararse, mirar hacia atrás, ver lo que hemos hecho y sobre todo pensar qué vamos a hacer. El primer ejercicio, la mirada retrospectiva, no nos proyecta un modelo económico claro, definido, concreto, previsible. El pasado 28 de enero el INE publicaba el avance de la Contabilidad Nacional Trimestral de España para el cuarto trimestre de 2021. En términos interanuales el PIB experimentó en 2021 un crecimiento del 5,2%. ¿Es éste un buen dato?, como siempre conviene saber de dónde se viene y con quién te comparas. Por ejemplo, respecto al anterior trimestre, el PIB únicamente crece un 2,0%, lo que supone una desaceleración respecto al trimestre anterior.
España padece una preocupante ausencia de un modelo definitivo de crecimiento
A lo largo de todo el año 2021, distintos organismos y estudios habían ido actualizando sus previsiones respecto a la recuperación española hasta la actualidad, y todos ellos con ciertos ajustes a la baja conforme avanzaban los meses del año, salvo desde posiciones oficiales. Por tanto, conocido el consenso por parte de los principales servicios de estudios económicos nacionales e internacionales, el dato avanzado que nos ofrecía el INE se mostraba coherente con las actualizaciones económicas del consenso económico, y con el menor crecimiento del cuarto trimestre, confirmándose así una cierta desaceleración del ritmo de la economía española.
Junto a la ausencia de un modelo definitivo de crecimiento económico, podríamos citar otros factores que pudieran dar explicaciones adicionales a este dato, y entre ellos estarían el avance de la variante ómicron, la inflación y los cortes en las cadenas de suministros como otras causas determinantes de la desaceleración general de la economía en 2021 y, sobre todo, en el futuro.
Por último, también encontramos un factor de peso en lo relativo al ritmo real de la ejecución de los fondos Next Generation UE. A lo largo del mes enero conocimos, por parte del gobernador del Banco de España, que el impacto estimado de estos fondos en la economía española ha ido palideciendo frente a las expectativas generadas. Mientras que en marzo 2021 se estimaba una contribución al PIB cercana al 1% para el mismo año, a fecha de diciembre este dato descendía hasta el 0,3%. Recientemente, concretamente el jueves 10 de febrero, la Comisión Europea en una secuencia lógica corroboraba lo comentado anteriormente, y pronosticaba un crecimiento de la economía española para 2022 del 5,6%, lejos del 7% que se ha anunciado oficialmente. Es en este escenario de una "Economía en Europa" donde seríamos la única economía, de las importantes de Europa, que aún no habría recuperado los niveles pre-pandemia, y que según estas últimas previsiones se anunciaría para finales del 2022.
Es imprescindible un incremento de la tasa de actividad y una mejora de la productividad
En la segunda parte del análisis que les planteaba, el de la vertiente prospectiva, la cuestión que deberíamos estar haciéndonos y exigiendo respuestas es ¿qué país visualizamos en unos años?, ¿cómo puede España conseguir la convergencia real en renta per cápita con la eurozona? Para ello es necesario, además de definirnos en un modelo claro, que ponga en valor la economía de los intangibles, base del futuro, fijar las condiciones que garanticen un cierto equilibrio entre el capital financiero, el capital natural y el capital social.
Sería necesario insistir en acciones, que dentro de este nuevo paradigma, contribuyan, sin cargarlo al erario público ni al contribuyente, a la disminución de la tasa de paro, el incremento de la tasa de actividad y la mejora de la productividad. Es en esta realidad europea donde se deben buscar alianzas continuas y duraderas, potenciar un eje europeo que busque una mayor cohesión y fortaleza de la UE. Ahí España debe decidir qué papel quiere y desea jugar. Nosotros entendemos que su cometido es muy importante, pero también creemos que sin hechos y acciones claras no hay opción real de influir, liderar y, como consecuencia, prosperar.