
Era la semana de los bancos centrales de las principales economías desarrolladas, aquellos que implementan la política monetaria, todos ellos presionados por la fuerte elevación de precios.
Conviene señalar que la tensión de precios viene ocasionada por alteraciones en la oferta, aquellos que nos proveen de bienes y servicios. El fuerte incremento de precios, niveles no vistos desde hace décadas, proviene del ascenso de sus precios y escasez de las materias primas, energía, componentes –microchips- y transporte principalmente. Ante un shock de oferta muy poco puede hacer la "magia de la política monetaria", como muy bien sabemos por diferentes tratados, teorías y pensamientos económicos.
En la política monetaria se ha basado buena parte de las medidas destinadas a combatir las diferentes crisis que llevamos en las últimas décadas, desde la crisis del hedge fund Long-Term Capital Management, LTCM, –cerrado al comienzo del año 2000- hasta el momento actual con la pandemia del coronavirus. Desde que el LTCM provocó la primera de las sucesivas crisis, el uso no ortodoxo e ignoto de la política monetaria ha ido creando burbuja tras burbuja; una estrategia que en el rugby se llama "patada a seguir".
En la actualidad, por ese uso excesivo de la falta de disciplina monetaria, los bancos centrales se encuentran arrinconados y en una tesitura muy difícil. ¿Cómo doblegar la inflación sin afectar al endeble crecimiento económico? Una cuestión que en la década de los setenta el tristemente desaparecido Paul Volcker tuvo que afrontar, la famosa estanflación, ahora con la desempolvada curva de Phillips. Encima aquí en Europa el problema puede ser mayor, un drástico recorte en la compra de activos por parte del BCE debido a la pandemia –PEPP- podrían desencadenar una crisis financiera por la elevación de la prima de riesgo española e italiana.
Comenzando por la FED, la institución es consciente que unas expectativas de inflación conllevan que las mismas acaben materializándose. El banco central americano ha dejado un mensaje diáfano: combatir a los precios para cercenar, precisamente, las expectativas sobre la inflación. Una vuelta de tuerca adicional para volver a la ortodoxia: disminución del ritmo de compras, fechar su finalización y comentar la posibilidad de subida de tipos para el próximo ejercicio. La Reserva Federal lanza un claro mensaje sobre los precios, su preocupación por que la inflación no sea tan transitoria, sino más extendida en el tiempo.
Sigamos por el Banco de Inglaterra, BoE, el jueves sorprendía a todos con una subida de tipos de interés de un 0,15 punto porcentuales, llevando el tipo de referencia hasta el 0,25. Como decía anteriormente totalmente inesperado, las expectativas situaban el movimiento para febrero 2022. Es decir, el BoE, recordemos que allí la tasa de inflación es del 5,1%, tiene muy presente que la inflación acecha y muestra su intranquilidad para que, nuevamente, las expectativas de inflación no se materialicen. Una posibilidad que se incrementa por la excepcionalidad económica –Brexit- que atraviesa el Reino Unido. Seguramente en el 2022 continuará con subidas, las expectativas es que la próxima alza se en mayo.
Donde la FED ajustaba por disminución de compras, el BoE directamente actúa sobre la tasa de interés. Dos bancos centrales que hasta ahora mantenían la cautela sobre inflación, transitoriedad, ya están actuando para contrarrestar las expectativas inflacionarias. En un caso esperado en el otro sorpresivo, al menos da que pensar.
El jueves comparecía también nuestro banco central. El BCE se encuentra en una situación más difícil que los anteriores. La causa es que se encuentra presionado, mucho, por los "halcones" de la Unión Europea para comenzar a volver a la línea ortodoxa de su actuación; pero también por las "palomas" dada la posibilidad que una ortodoxia fuerte o rápida genere una crisis de riesgo país, recuerden prima de riesgo de Italia y España.
La gobernadora, Christine Lagarde, que hasta el momento había manifestado que nos encontrábamos en la meseta del alza de precios, no anunció movimientos en su comparecencia; me pregunto en que parte de la meseta nos encontramos, quizá subiendo hasta alcanza la cota alta. Tal y como hizo la FED el BCE toma el mismo camino, no a la subida de tipos y actuar en la compra de activos. El BCE es muy consciente que le toca lidiar con la inflación y primas de riesgo, lo pone de manifiesto la utilización de la palabra "flexibilidad". La actuación será la de ir reduciendo la compra de activos motivada por la pandemia, PEPP, a partir de abril del próximo año; ahora bien, se guarda la carta de sus actuaciones tradicionales, APP, programa que en diciembre de 2018 debería haber finalizado. Por cierto, la intención de compras bajo el criterio APP buscaba que la inflación se acercara al 2,0%; pues bien, ahora se utiliza para que no cause un desaguisado, insisto, en las primas de riesgo de España e Italia. Se imaginan qué ocurriría con nuestra prima de riesgo, actualmente en como inducido por el BCE, si la autoridad monetaria no interviniera para que no escale niveles vistos en el 2011. Quizá haya que recordar, esperemos no volverla a oír, la famosa frase: "El BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente" pronunciada por el anterior gobernador Mario Draghi, en medio de una tormenta perfecta de primas de riesgo.
Para concluir sí y sí, los bancos centrales después de habernos hablado de transitoriedad para calmar las expectativas inflacionistas, ahora actúan dado que si no frenan esas expectativas la inflación se extenderá en el tiempo. La inflación siempre es transitoria, la cuestión es qué se considera como transitoria. Ya no basta con los discursos, como se pone de manifiesto ahora los bancos centrales pasan a la acción. ¿Llegan tarde o podrán doblegar esas expectativas?