
En los corrillos del Parlamento, en los círculos políticos y entre algunos informadores empiezan a sonar tambores de urnas, aunque a decir verdad todavía se oyen lejanos y con disonancia. Cierto es que Sánchez se ha asegurado ya el apoyo de los Frankenstein -ERC, PNV y Bildu- a los Presupuestos y con ello la permanencia en el Gobierno en 2022, salvo que las alianza parlamentarias le den la espalda y eso no toca el año próximo.
Ya se le escapó a Otegi, que necesitan a Sánchez en Moncloa para conseguir sus fines. Cosa distinta será en 2023 donde Sánchez podría prorrogar los Presupuestos y agotar la legislatura, aunque otra cosa muy distinta es que pueda gobernar. Y la principal amenaza se sienta con él en el Consejo de Ministros.
Yolanda Díaz, que fue una creación de la factoría ahora disuelta Sánchez&Redondo Producciones, ha germinado su propio proyecto y se ha creído la presunción del tal Iván de que puede ser la primera mujer presidenta del Gobierno de España. El personaje ha cobrado vida propia, se ha emancipado, a imagen y semejanza de su todavía jefe en el Ejecutivo, antepone sus intereses personales a los del Estado.
Yolanda Díaz preocupa
En Moncloa y en la sede socialista de Ferraz ya no ocultan que preocupa el alza de Díaz; saben que supera al presidente en imagen y valoración, que Unidas Podemos no es un socio fiable y va por libre y que está subiendo en intención de voto precisamente a costa del PSOE. Las últimas encuestas serias y fiables, no las de Tezanos, dejan al partido de Sánchez por debajo del centenar de escaños en el Congreso y los podemitas vuelven a superar los 25, mientras el PP podría gobernar con el apoyo de Vox, que se acerca a los 60 diputados.
"Nadie convoca una elecciones para perderlas", afirman en la dirección del PSOE, donde señalan también que Díaz necesita tiempo para consolidar su alternativa de izquierdas, además de que Sánchez quiere presidir la reunión de la OTAN y los seis meses de mandato de la UE "y adelantar las elecciones siendo el segundo partido en las encuestas sería un suicidio innecesario".
Añadir a esto que, en 2022 hay elecciones andaluzas, seguramente antes de julio, con lo que para anticipar las generales sólo habría un hueco en el segundo semestre. Y, de cumplirse los pronósticos, las andaluzas las pierde Sánchez. Su candidato Espadas registrará su primera derrota electoral y le será anotada al PSOE de Pedro Sánchez. Otro argumento para no adelantar las generales en el próximo ejercicio, que será más fuerte todavía si se confirma que Mañueco adelanta también en Castilla y León con proyección de mayoría absoluta.
A los condicionantes políticos se unen también los problemas económicos con una inflación desbocada, precios energéticos desorbitados, menos crecimiento, más déficit, mayor endeudamiento, aumento del desempleo y empobrecimiento general. Sólo la llegada de los fondos europeos puede salvar la cara a Sánchez, pero para que Bruselas mande el dinero hay que hacer recortes y reformas y, si aprueba esos ajustes, dinamita la credibilidad del PSOE para muchos años, facilita el ascenso de Díaz y su nuevo proyecto, que romperán la coalición, y pierde el apoyo parlamentario de los Frankenstein para no aparecer como cómplices de los recortes.
Un calvario para Sánchez
Un escenario que se está incubando y todo apunta empezará a tomar cuerpo en la segundad mitad del año próximo. Ahí empezará el calvario de Sánchez y ahí es donde en el PSOE, pero también de Podemos y en el PP estiman que Sánchez se verá obligado a convocar elecciones. Incluso sabiendo que las pierde, pero entregando el poder a un PP no muy fuerte, que necesariamente tendría que pactar con Vox y que estaría forzado a acometer esas reformas.
"Mejor irse a la oposición fuertes y con credibilidad que irse en dos años con el partido destruido por incompetencia o por pérdida de credibilidad", afirman voces autorizadas del PSOE. Lo que no tienen muy claro es que Sánchez se dé cuenta, los escuche y entienda que el España y el partido son más importantes que su ego y su ambición.