Opinión

La economía circular avanza en la UE y también en China

El modelo lineal de producción y consumo debe dejar paso a la economía circular

Cada año, 400 millones de toneladas de metales pesados, lodos tóxicos y residuos industriales se vierten en nuestras vías fluviales. Al menos ocho millones de toneladas de plástico acaban en nuestros océanos. Unos 1.300 millones de toneladas de alimentos -alrededor de un tercio de todo lo que se produce- se pierden o se desperdician, mientras cientos de millones de personas pasan hambre. Nuestros océanos se sobreexplotan, nuestras tierras se degradan y la biodiversidad se erosiona rápidamente. Mientras tanto, los desastres naturales devastadores -inundaciones repentinas en Europa y China, incendios forestales en Estados Unidos y plagas de langostas en África y Oriente Medio- son cada vez más frecuentes.

La insostenibilidad de nuestro modelo lineal de producción y consumo mundial de "tomar-fabricar-desperdiciar" nunca ha sido más evidente. De hecho, si no lo abandonamos de aquí a 2050, necesitaremos el equivalente a casi tres Tierras para disponer de recursos naturales suficientes para mantener el estilo de vida actual, y la generación anual de residuos aumentará un 70%. Pero hay una forma mejor: podemos adoptar la economía circular.

La economía circular desvincularía el crecimiento del consumo de recursos finitos, mantendría los productos y materiales en uso y regeneraría los sistemas naturales. La Unión Europea ya está adoptando este enfoque. Su Plan de Acción para la Economía Circular -un pilar del Pacto Verde Europeo- introduce medidas legislativas y no legislativas que afectarían a todo el ciclo de vida de los productos, con el fin no solo de ahorrar en materiales, sino también de crear empleo, mejorar el bienestar humano y proteger la naturaleza.

El sector manufacturero es un ejemplo de ello. Como señala el plan, hasta el 80% del impacto ambiental de un producto se determina en la fase de diseño, pero los fabricantes no tienen suficientes incentivos para diseñar productos sostenibles (o circulares). La UE tiene previsto reforzar estos incentivos a través de la legislación.

En última instancia, esto ayudará a los fabricantes. Dado que las materias primas representan actualmente alrededor del 40% de los costes de los fabricantes, por término medio, los modelos de circuito cerrado pueden aumentar considerablemente su rentabilidad y protegerlos de las fluctuaciones de los precios de los recursos. Este último punto pone de manifiesto la dimensión geopolítica de la economía circular: Como señala el plan holandés para el desarrollo de una economía circular para 2050, "de los 54 materiales que son fundamentales para Europa, el 90% debe importarse, principalmente de China".

La UE calcula que la aplicación integral de los principios de la economía circular podría aumentar su PIB total en un 0,5% adicional para 2030 y crear unos 700.000 nuevos puestos de trabajo. Es fundamental que las medidas destinadas a aplicar la economía circular en la UE se introduzcan de forma amplia, incluyendo iniciativas de las comunidades y los gobiernos locales y regionales.

Dado que la UE es una potencia manufacturera, puede contribuir a establecer normas mundiales de sostenibilidad de los productos e influir en el diseño de los mismos y en la gestión de la cadena de valor en todo el mundo. Pero Europa también está adoptando un enfoque más directo para impulsar el progreso global hacia una economía circular. El pasado mes de febrero puso en marcha la Alianza Global para la Economía Circular y la Eficiencia de los Recursos. También está impulsando los principios de esta forma de producción a través de las negociaciones comerciales mundiales y en sus asociaciones con los países africanos.

Pero, para que este esfuerzo tenga éxito, primero debemos entender por qué ha tardado tanto en arraigar el concepto de economía circular. Parte de la respuesta se encuentra en la forma en que la ideología económica dominante considera la naturaleza.

Como dijo John Ramsay McCulloch en su introducción a la edición de 1828 de TheWealth of Nations de Adam Smith, "el agua, las hojas, la piel y otras producciones espontáneas de la naturaleza no tienen ningún valor, excepto el que deben al trabajo que requirieron para su apropiación". En términos más generales, los modelos económicos predominantes desde Smith han sido lineales y mecánicos, un enfoque que no se ajusta a los sistemas naturales cíclicos.

En un informe reciente, Partha Dasgupta fue diplomático al disculpar a la economía dominante por ignorar la naturaleza (definida indistintamente como capital natural, entorno natural, biosfera y mundo natural). En el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, señaló, la pobreza absoluta era endémica en gran parte de África, Asia y América Latina, y gran parte de Europa estaba en ruinas. Por tanto, era "natural" centrarse en la acumulación de capital físico (infraestructuras y bienes) y humano (salud y educación). "Introducir la Naturaleza, o el capital natural, en los modelos económicos habría sido añadir un equipaje innecesario al ejercicio".

La falta de voluntad de llevar el "equipaje" de la naturaleza ha hecho que la contabilidad económica se haya centrado casi exclusivamente en el crecimiento del PIB -cuanto más, mejor- durante más de 70 años, sin tener en cuenta el impacto de la actividad económica en el entorno natural. No es de extrañar, pues, que la situación se haya vuelto tan desesperada.

Pero hay avances prometedores. En marzo, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas adoptó el Sistema de Contabilidad Ambiental-Económica de los Ecosistemas, un marco para organizar los datos sobre los hábitat y los paisajes, medir la situación de los ecosistemas, hacer un seguimiento de los cambios en ellos y vincular esta información con la actividad económica y otras actividades humanas. Y tanto la Presidencia japonesa del G-20 en 2019 como la actual Presidencia italiana han impulsado una acción global sobre la economía circular.

China también ha dado pasos importantes en esta dirección. En agosto de 2008, se convirtió en uno de los primeros países en aprobar una ley destinada a promover la economía circular. Como señala Dasgupta en su informe, China también consagró el concepto de "civilización ecológica" en su constitución en 2018. Y la estrategia de doble circulación de China -una característica de su 14º Plan Quinquenal (que abarca el periodo 2021-25) destinada a amortiguar el golpe de la desvinculación económica- evolucionó a partir del modelo de economía circular.

Aunque la UE y China pueden discrepar sobre los usos técnicos, económicos y políticos de la economía circular, su compromiso compartido de avanzar hacia un sistema de este tipo es una buena noticia. Más economías deberían seguir su ejemplo, con ayuda multilateral específica y asistencia técnica para las economías emergentes.

La economía circular es nuestra única esperanza para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y garantizar la supervivencia de la humanidad a largo plazo. Si las grandes potencias deben competir, es aquí donde deberían hacerlo.

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