Opinión

Espejismos económicos

Aunque se diga lo contrario, crecer al 6,4% en 2021 no implica que España haya salido por completo de la crisis

En ocasiones se advierten triunfalismos y espejismos económicos. Desde las esferas gubernamentales, ésas que nos están hablando de que vamos adelante, que nuestra economía este año tirará como un cohete, que los datos del paro no son tan malos, que el desastre de nuestras cuentas públicas no es tan impúdico y que España será la envidia de Europa y del mundo, con ese anuncio del Fondo Monetario Internacional (FMI) de que creceremos al 6,4%, nada más y nada menos que a la altura de los mismos Estados Unidos de Joe Biden; desde las esferas gubernamentales, decía, las cosas se ven de otro color muy distinto al que uno observa pisando la calle, donde la melancolía nos invade y la alegría anda desaparecida. Uno recuerda a Joaquín Sabina cantando aquello de que "vivo en el número siete, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría. Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía. En la escalera me siento a silbar mi melodía". Son los contrastes entre la España política, la de los coches oficiales y séquitos, escoltas y alfombras palaciegas, barruntando sobre cómo repartir los famosos, aunque por el momento inexistentes fondos europeos, ajena a lo que acontece en el suelo patrio, y la España real, la que cada día se levanta al amanecer, se acuesta con preocupación al anochecer, y valora contar con un puesto de trabajo que, tal y como están las cosas, el empleo se ha convertido en un lujo pese a que a veces las condiciones no sean las mejores. Esas euforias gubernamentales, que sin duda ocultan las vivencias de la triste realidad e intentan justificar sus desastrosas decisiones y actuaciones, no coinciden en absoluto con lo que estamos viendo.

Ante todo, hay que recordar que la economía española cayó en 2020 casi un 11%. Por lo tanto, crecer en 2021 al 6,4% es muy relativo, más bien es rebotar un poco, simplemente porque nuestra economía recuperaría una parte de lo perdido que no será suficiente para absorber el derrumbe de 2020. Éste no es el caso de Estados Unidos que creciendo en 2021 al 6,4%, como prevé el FMI, no solo restaura su bajón económico de 2020, cuando la caída de su PIB fue del -3,5%, sino que progresa adecuadamente. A ello cabría añadir que mientras que por acá nuestra tasa de paro es terrorífica, en Estados Unidos está hoy en el 6%.

España se debate ante varios frentes a la hora de calibrar ese presunto crecimiento del 6,4% en 2021. Nuestro gran cliente es la Zona Euro cuyo PIB cayó en 2020 el -6,6% y en 2021 crecerá al 4,4%; por consiguiente, sin recuperar por completo la erosión de 2020. Además, Alemania, el tractor de Europa, crecerá con poco gancho: 3,6%. Y tanto en Francia como en Italia el PIB remontará con suavidad en 2021, 5,8% y 4,2%, respectivamente. Y esos son nuestros mercados internacionales por excelencia y los grandes emisores de ese preciado tesoro que para nuestra economía es el turismo y que nos salva los muebles.

Las euforias gubernamentales ocultan las vivencias de la triste realidad

Mientras la evolución económica de Europa oscurece, tanto Estados Unidos como China, ésta con su PIB creciendo al 8,6%, como en sus mejores tiempos, pisan el acelerador. Hay algo constatable en estos últimos años: Europa no es la de antes, ha ido rezagándose, pierde posicionamiento económico en el concierto mundial y ya no cuenta con empresas líderes, como antaño, marcando el paso. En cierta manera, éste sea el reflejo de una Europa decadente, encadenada a sus burocracias, que rezuma falta de efectividad y demasiado encopetada. Mucha Unión Europea y liturgias de la Comisión Europea, con un desastre mayúsculo de vacunas y unos fondos de reconstrucción económicas todavía embrionarios y que veremos si acaban viendo la luz o solo fueron flor de verano. Tecnológicamente hablando, Estados Unidos y China pisan fuerte, en tanto Europa se va quedando fuera de juego. Y es en ese campo donde se dirimen las supremacías.

Un crecimiento del 6,4% en 2021 solo supone un leve rebote tras la debacle de 2020

Y volviendo a las dificultades de España, a propósito de las previsiones del FMI, los puntos oscuros se concretan en que por más que lancemos las campanas al vuelo, el crecimiento previsto del 6,4% no es inclusivo cuando nuestra tasa de paro será de las más altas del mundo, con millones de personas sin trabajo. Porque una cosa es que el PIB crezca y otra que lo haga de manera inclusiva, es decir, que toda la población se beneficie del desarrollo. Y más contrariedades a tenor de los pronunciamientos del FMI: el déficit y la deuda pública proseguirán en extremos tan extraviados que ponen en jaque a la economía española. Atentos, pues, que eso nos cuelga el sambenito de los malos de la clase en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Económica y Monetaria, lo que acarreará consecuencias negativas.

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