Un serio lastre para la recuperación

El año próximo será atípico ya desde su comienzo pues, a diferencia de lo habitual en los inicios de un nuevo ejercicio, no habrá subidas en los precios de consumo. El IPC llega al nuevo año en negativo (un 0,5% por debajo de cero según el dato adelantado conocido ayer), mientras los servicios básicos (agua, luz y transporte) congelarán sus tarifas.

Ésas son las consecuencias de una demanda interna minada por la crisis para la que es imposible prever una próxima recuperación, considerando los efectos con los que amenaza la batería de subidas fiscales (por valor de 6.000 millones) prevista para 2021.

Se trata de una ofensiva en todos los frentes que, por un lado, beneficia a impuestos tradicionales como Patrimonio el cual, desde el año próximo, se convierte en una figura blindada (cuya vigencia no tendrá que renovarse anualmente). En paralelo, la anacrónica política de perseguir la riqueza se reforzará, en el IRPF, con el alza del tipo marginal máximo del 45 al 47%.

Nuevos impuestos

Pero también habrá impuestos de nuevo cuño, en concreto, la tasa Tobin, que encarecerá los servicios financieros, y la tasa Google, aplicada unilateralmente sin el consenso de la UE y la OCDE. Pero aún más preocupante es la subida del precio de los coches nuevos, de hasta un 14,7%, debida al alza que mostrará el impuesto de matriculación por la nueva normativa ecológica WLTP.

La falta de flexibilidad del Gobierno a la hora de suavizar la aplicación de esta directiva europea no sólo amenaza con hundir más las ventas de vehículos, sino que es un torpedo en la línea de flotación de una industria básica para el PIB español. La errónea política de subir impuestos en medio de una crisis supone así el mayor obstáculo para la recuperación.

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