Opinión

¿Vencedores o vencidos? La no fusión del Banco Sabadell y el BBVA

El Sabadell queda en situación delicada tras el fracaso de la fusión con BBVA

No hay duda de quién ha sido el gran perdedor de la ruptura de las negociaciones entre el Banco Sabadell y BBVA: es el banco catalán. Así lo ha entendido además el mercado, ya que las acciones de Banco Sabadell se han desplomado a valores anteriores del anuncio de fusión, mientras la cotización de BBVA ha reaccionado con avances desde el anuncio de ruptura.

Sabadell llevaba tiempo con el cartel de "Se Vende", pero hasta la fecha nadie había mostrado un interés real. Y ahora que parecía que por fin había llegado la gran oportunidad, las aspiraciones del banco catalán se han visto truncadas.

Oficialmente se alega que el precio de canje ha sido determinante para la ruptura pero, al igual que el caso de CaixaBank y Bankia, esta operación corporativa tenía más de OPA que de fusión. Todo indica que al Banco Sabadell no le terminaba de encajar este planteamiento y que incluso su presidente no aceptaba de buen grado una vicepresidencia de la nueva entidad. Requiere sin duda un cambio de mentalidad para un banco que, desde principios de siglo, ha integrado 15 entidades.

Los dos bancos se encuentran con escenarios muy distintos. BBVA, con la venta de su filial norteamericana, cuenta con una caja impresionante, tanto para sobrevivir a las turbulencias actuales del mercado, como para esperar una oportunidad mejor para una operación corporativa. La situación de Banco Sabadell es bien distinta. Se encuentra con una posición de mercado en tierra de nadie, lejos de los grandes grupos españoles y con un ratio de capital discreto. Además, salvo por su presencia en UK, mercado que BBVA pretendía abandonar, y su incipiente apuesta por México, cuenta con escasa presencia internacional y tiene además una gran exposición en el mercado de pymes, donde se espera una creciente morosidad, como consecuencia de la Covid-19. De hecho, Sabadell ha anunciado ahora que se quiere centrar en el mercado español, un mercado para nada rentable para la mayoría de los bancos.

BBVA, en solitario, podrá sobrevivir sin problemas ante los retos de la digitalización y la aplastante cuota de mercado del nuevo CaixaBank, todavía más con los bolsillos llenos de caja. Sin embargo, tendrá que seguir, como el resto de la banca, con ajustes de personal y el cierre de oficinas si quiere mejorar su rentabilidad. Su presencia internacional es importante, con la gran vaca lechera que supone su banco en México y su presencia en Turquía, donde aún puede crecer, a pesar de los riesgos sociopolíticos del país. La entidad empezó hace años un proceso de digitalización, que aún debe rematar.

La entidad catalana debe entender que su venta o fusión es una necesidad y no una estrategia

Por su parte, el futuro de Sabadell es más incierto. Con un tamaño reducido, un negocio muy centrado en el mercado minorista y en pymes, una rentabilidad exigua y con carencias en el mundo digital, será difícil que pueda sobrevivir en solitario en un mercado doméstico con poco futuro y con las fintech y los nuevos operadores no bancarios al acecho. Tiene mucho por hacer para reducir su estructura y ganar en eficiencia y rentabilidad. Y hacerlo en solitario, ya ha quedado demostrado con el paso del tiempo, que no ha sido posible.

El hecho de que se hayan roto las conversaciones no quiere decir que en algún momento puedan retomarse. Para ello, el Sabadell debería encarar el proceso con más humildad y conscientes de que su venta es una necesidad y no un ejercicio de estrategia.  También sería imaginable que Banco Sabadell se integrara en el nuevo CaixaBank, una vez avanzado el proceso de fusión con Bankia. En el mapa bancario español no quedarían tampoco muchas novias que pudieran dar a la nueva entidad un tamaño eficiente y que permitiera hacer ajustes importantes para ganar en rentabilidad.

Lo cierto es que, con este movimiento, ambas entidades compraban tiempo, Sabadell mas que BBVA. La restructuración de la banca sigue su curso y con los modelos de negocio actuales y con pesadas estructuras, es imposible ser eficiente y rentable. Era sin duda una gran oportunidad para, con la escusa de la fusión, acelerar el cierre de oficinas y reducir el número de empleados. En Cibeles y en Frankfurt estarán decepcionados por un nuevo fracaso en el intento de concentrar aún mas el sector. Los empleados de ambas entidades, solo de momento, aliviados.

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