
La foto de Sánchez e Iglesias en la presentación de los Presupuestos de 2021 muestra cómo la política, al igual que ocurre con la pandemia, marcará las cuentas del próximo año. Los dos mandatarios destacaron que son los más sociales de la historia. Y desde luego no les falta razón. En un vistazo rápido a las partidas para el año que viene, el gasto en servicios sociales se incrementa el 70 por ciento, el de acceso a la Vivienda el 338 por ciento, el de Sanidad sube el 75 por ciento y el destinado a formación otro 70 por ciento. Todo un chorro de dinero para sacar al país de la crisis a golpe de talonario. La cuestión es si podemos permitirnos todo este gasto y cómo lo vamos a pagar.
El Gobierno dice que gran parte provendrá de la Unión Europea, en concreto, 27.000 millones en 2021. Sin embargo, las cuentas no salen porque si se compara el techo de gasto del próximo año (195.600 millones) con el del ejercicio actual (150.700 millones) la diferencia es de 35.000 millones y no de 27.000.
¿Cómo sufragaremos los 8.000 millones que faltan? Con la subida de los impuestos (1.800 millones) y el resto con un incremento del déficit público. España será el único país del mundo que aumente sus tributos en plena pandemia.
Hay tributos como Patrimonio o el de Socimis cuya subida en 2021 obtendrá recaudación cero
Pero, pásmense, porque la presión ideológica de Podemos obligó a incluir impuestos con una recaudación de cero euros. Es el caso de Patrimonio, transferido a las autonomías, o el 15 por ciento de tributación a las Socimis, sin efecto en 2021 ó con apenas 25 millones de recaudación prevista en 2022.
Además, los dos gravámenes que prevén mayores ingresos, la tasa digital y la de transacciones financieras, con alrededor de 900 millones cada una, están en el aire porque dependen de lo que haga el resto de Europa.
La vicepresidenta Calviño frenó las alzas discriminatorias del IVA en sanidad y educación ó aminoró otras como Sociedades o rentas altas, que se aplicará desde 300.000 euros brutos en vez de los 130.000 iniciales. Aun así, entre tasas y tributos se espera incrementar la recaudación en 6.000 millones.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero presume que el Presupuesto no contiene ni un sólo recorte. El problema es que buena parte de este dinero irá a gasto corriente en vez de a inversiones productivas, que creen riqueza y empleo.
Así, se sube el 0,9 por ciento los salarios a pensiones y funcionarios, pese a que no hay inflación mientras se pone en duda el futuro de sistema de Seguridad Social y la mayoría de la población sufre recortes de sueldo ó de empleo.
Los incrementos de renta mínima, en funcionarios y en pensiones absorbe el alza de impuestos
Además, el próximo año se duplica el coste del Ingreso Mínimo Vital (IMV) hasta 3.000 millones. Los incrementos de pensiones, funcionarios y renta mínima se comen todo el dinero adicional recaudado por la subida de los tributos. Es decir, que el aumento de impuestos se destinará íntegramente a financiar gastos improductivos ó corrientes.
Hay partidas como vivienda, en que el gasto se multiplica casi por cuatro, donde las ayudas al alquiler a los jóvenes suben el 50 por ciento, de 600 a 900 euros mensuales. Hay casi 200 millones para guarderías de 0 a 3 años, otros 180 para la brecha de género ó 300 millones para equiparar los permisos de maternidad y de paternidad. ¡Ríanse de los viernes sociales!
Todas ellas son medidas de justicia social para el Gobierno, pero ¿es necesario tomarlas en el momento en que la economía sufre la mayor debacle de su historia, con una caída cercana al 14 por ciento y un agujero fiscal de 120.000 millones?
¿Cómo lograremos en el futuro mantener este tren de vida que elevará la deuda el año que vienen en 120.000 millones, después de incrementarse este ejercicio en alrededor de 200.000 millones?
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, advierte ya que la crisis lastrará la economía durante la próxima década, con tasas de crecimiento ínfimas.
Si el capítulo de gastos contiene múltiples despilfarros, el de ingresos es un maravilloso ejercicio de ficción, donde cualquier parecido con la realidad es casual. Se prevé una recaudación récord de 222.107 millones, con un incremento del 13 por ciento, que supera a la de 2019 (213.625 millones), cuando todos los organismos internacionales advierten que tardaremos en volver a esos niveles entre dos y cuatro años.
La previsión se anuncia mientras España se sumerge en los confinamientos perimetrales para luchar contra el incremento exuberante de la pandemia y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, advierte desde el púlpito del Congreso que en quince días puede que tenga que decidir restricciones más drásticas, que golpearán la confianza de los consumidores y la actividad económica.
Las bolsas se tiñen de rojo y la presidente de BCE, Christine Lagarde, manifiesta su inquietud porque el ritmo de crecimiento en toda Europa sea "menor de lo esperado", mientras Montero y Calviño lanzan sus campanas al vuelo.
Con estos presupuestos y la falta de previsión para empezar a vacunar a la población a comienzos del año que viene, la mayoría de los analistas traslada ya la recuperación al verano. Algunos, incluso, comienzan a hablar de estancamiento o incluso de doble recesión económica, como Nouriel Roubini. Crucemos los dedos para que se equivoque, porque el Gobierno prevé un crecimiento de la actividad próximo al diez por ciento.
En consonancia con este ejercicio de ficción se prevé que el Impuestos de Sociedades mejore el 20 por ciento, pese a que la mitad de las empresas entrarán en 2021 en una situación de insolvencia, según el Banco de España. Además, el vencimiento hacia mayo de las carencias de los 100.000 millones otorgados en créditos ICO amenaza con un descalabro adicional y deja cualquier previsión en agua de borrajas.
Aquí no termina el magnicidio, porque con la confianza por los suelos, en tasas de menos 30 por ciento, y sin visos de recuperarse, se prevé que el IVA crezca el 13 por ciento y el Impuesto de la Renta el 7 por ciento en un ejercicio de fe sin precedentes.
Son como las cuentas del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, en gastos absurdos, que presentó al Rey Fernando el Católico para justificar la conquistas de Italia tras la derrota francesa.
Sánchez e Iglesias tiran la casa por la ventana, encantados de seguir gastando a manos llenas ajenos a la realidad que viven millones de españoles. Lo peor es que el despertar será trágico.
PD.- Más allá de los avatares nacionales, el mundo estará pendiente la próxima semana de las elecciones americanas. La victoria de los demócratas, que pronostican por un estrecho margen la mayoría de los sondeos, acarrearía restricciones y confinamientos por todo el país para luchar contra el virus. Se espera que Biden ponga en marcha un plan de rescate por varios billones de dólares para compensar la parálisis de la actividad que incrementará el estratosférico endeudamiento y déficit público de Estados Unidos.
Sea cual sea el ganador, los analistas son optimistas con el crecimiento americano el próximo año, al contrario de Europa, que vuelve a ser el farolillo rojo del planeta y corre el riesgo de perder definitivamente el tren del desarrollo que lideran China y Estados Unidos. Un panorama descoranozador para el Viejo Continente.