Opinión

El odio de Pedro y Pablo nos asfixia

Acuerdo imposible entre el presidente Sánchez y el líder de la oposición Pablo Casado

La animadversión mutua que sienten Pablo Casado y Pedro Sánchez está asfixiando al país. Con su actitud están enfrentando a toda la sociedad, impidiendo los acuerdos que son imprescindibles para sacar a España de la gravísima crisis económica en que nos ha sumergido la pandemia.

En esta situación, unos líderes que son incapaces de aunar al conjunto de los españoles en el objetivo de reconstruir el país no sirven. Deberían ser relevados por una nueva hornada de dirigentes para quienes el pacto y el acuerdo fueran la moneda habitual, como sucede en las naciones más prósperas del mundo. No podemos seguir viviendo en una especie de guerra civil animada sine die por las élites.

Sánchez y Casado deberían ser relevados por líderes para quienes el acuerdo fuera la moneda habitual

Los ciudadanos ya han dictado sentencia. Cuando la inmensa mayoría considera a sus políticos como un problema más que una solución, algo muy grave está pasando en nuestra democracia. Prácticamente todos han sido descalificados. Como en la película de Quentin Tarantino se han convertido en "Los odiosos ocho" (2016). Ocho políticos nacionales y autonómicos que basan su acción pública en avivar el enfrentamiento.

Lo que ha pasado con la entrevista entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, calificada por la portavoz del Gobierno como "decepcionante", ha sido una muestra. Todos esperábamos otra cosa.

Ahora desde el Gobierno se cargan las tintas contra el líder del PP porque ha mantenido su política de bloqueo que amenaza los 140.000 millones de euros que nos tienen que llegar de Europa y la renovación de las instituciones del Estado. Esta descalificación es parte de la política diseñada por Sánchez y los suyos para crecer a base de hundir al jefe de la oposición.

Pero no hay que olvidar que esta política de enfrentamiento la inició el propio Pedro Sánchez con su famoso "no es no" a Mariano Rajoy, que frenó cualquier tipo de gobernanza. El actual líder del PSOE llegó a descalificar personalmente al entonces Presidente y le convirtió en enemigo en lugar de adversario. La crispación llego a tal punto que un espontáneo agredió a Rajoy al grito de "no me arrepiento".

De aquellos polvos estos lodos. No contento con la oposición torticera que realizó, organizó una moción de censura con nocturnidad y alevosía con la inestimable ayuda de algunos jueces, que más hizo parecer aquello un golpe de mano que un ejercicio democrático.

Tampoco ha sido ejemplar su actitud desde la Moncloa. El hecho de haber despreciado al líder de la oposición en plena pandemia, evitando llamarle para compartir información y estrategia para sacar a España adelante es más que reprobable.

Pablo Casado en lugar de haber reaccionado con grandeza e inteligencia ha repetido los pasos de Sánchez. Una estrategia que recuerda al "váyase señor González" de José María Aznar.

El resultado de todo ello es que ninguno de los dos sirve como líder de futuro. Mientras sigan en su puesto Pablo Casado y Pedro Sánchez España no tiene porvenir. Tienen que irse y facilitar que se produzca una renovación de dirigentes en la izquierda y en la derecha.

Abascal ha hecho de Vox un reservorio de rencor y enfrentamiento entre las dos Españas

No sirven otros partidos de recambio como podrían ser Podemos, cuyo dirigente Pablo Iglesias ha basado toda su estrategia en el odio y en la descalificación para hacerse un hueco en la política nacional. Y lo mismo se podría decir de Santiago Abascal, que ha hecho de Vox un reservorio de rencor y de enfrentamiento entre las dos Españas.

Y si nos fijamos en lo que está pasando en las autonomías nos encontramos con un panorama igual de desolador. El enfrentamiento que han provocado los independentistas en Cataluña hace que Quim Torra, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Artur Mas sean parte de los odiosos ocho.

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