
Para que un vehículo aguante varios años funcionando a su máximo rendimiento, es importante circular de forma eficiente y al mismo tiempo realizar un buen mantenimiento. Con los coches lo barato sale caro, y pasar demasiado tiempo sin revisar el estado de todas sus piezas puede acabar en una gran factura del mecánico y, sobre todo, en un susto al volante.
Y es que más allá de los elementos más evidentes como los neumáticos o la batería, cada coche tiene decenas de componentes que en su conjunto permiten que todo vaya sobre ruedas, pero que al mínimo fallo pueden provocar una avería general. Un buen ejemplo es el filtro de partículas, una pieza relativamente nueva que es esencial para que el sistema no presente errores.
La importancia de esta pieza
Presente en algunos vehículos de gasolina y, especialmente, en los diésel, el filtro de partículas o FAP es un componente cuya función principal es retener los residuos que se forman con la combustión. Tal y como su nombre indica, actúa como un filtro en el que se atrapan y retienen todas las partículas sólidas que genera el motor. En otras palabras, acumula la carbonilla mientras el coche está en marcha.
Según el RACE, esta pieza comenzó a incorporarse en los coches a principios de este siglo para evitar que las cenizas originadas por el aceite quemado en el motor saliesen directamente por el tubo de escape hasta el exterior. Por lo tanto, se puede decir que su finalidad es reducir las emisiones contaminantes.
Para evitar el impacto negativo en el medio ambiente, lo que hace el filtro de partículas es quemar la carbonilla acumulada cuando se empieza a condensar demasiada suciedad. Para ello eleva la temperatura del motor para forzar la regeneración del filtro de partículas, un proceso que sirve para depurar la emisión de residuos.
Problemas en el FAP
Aunque el filtro de partículas funciona de forma autónoma, es posible que comience a fallar con el paso del tiempo. Uno de los principales motivos por los que deja de funcionar es porque se obstruye cuando no hay velocidad y temperatura suficiente, ya que no le da tiempo a quemar los residuos y completar la regeneración. Otras razones por las cuales puede fallar es que el combustible sea de mala calidad, que no se haya realizado a tiempo el cambio de aceite o que simplemente se obstruya por un fallo en el sistema.
Cuando esto ocurre, en la mayoría de vehículos se enciende un testigo propio del FAP, pero también es posible que se encienda el indicador del motor. Además, hay algunas señales que indican que el filtro de partículas se está obstruyendo, como por ejemplo que el vehículo emite humo demasiado negro, que consume más o que el motor pierde potencia.

Para evitar una avería total, el RACE recomienda comprobar el nivel de aceite una vez al mes, salir de vez en cuando a circular durante un trayecto largo y cumplir con la información de los fabricantes. De lo contrario, pasar por el mecánico para sustituirlo puede alcanzar los 1.000 euros en los peores casos.
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