Todas las negociaciones para los convenios colectivos de la factoría de Ford en Almussafes han tenido sus altibajos y casi siempre se han prolongado más de lo esperado. Pero es difícil recordar una situación en que tras meses de reuniones las posiciones de la empresa y de los trabajadores apenas se hayan movido.
"Probablemente sean las negociaciones más duras a las que nos hemos enfrentado en la historia de la fábrica", apuntan desde el propio comité de empresa de las instalaciones valencianas.
A unas horas para que expire el plazo marcado por la dirección de Ford en Estados Unidos, los trabajadores y la empresa han llevado su negociación a las oficinas centrales de Ford Europa en Colonia. Del resultado dependen las condiciones que Almussafes presentará a la cúpula de Detroit, que debe decidir si encarga a la planta española o a la alemana de Saarlouis los modelos eléctricos aún pendientes de asignar en Europa. Una elección que tomará en los próximos meses y que marcará su futuro, ya que el fabricante ha dejado claro que no seguirá produciendo coches con motor de combustión a partir de 2030.
La planta de Almussafes es consciente de que su principal ventaja radica en unos costes laborales muy inferiores a los de su rival en Alemania. Fuentes sindicales sitúan en más de un 30% esas diferencias. Pese a ello, para la dirección de la filial española el único camino seguro para garantizar que Detroit se incline por Valencia es presentar una rebaja aún mayor de la actual, además de incrementar la productividad con más horas de trabajo.
La propuesta de la factoría española a los trabajadores supone un auténtico hachazo salarial, con una rebaja de los sueldos del entorno del 10%, que en ningún momento ha intentado suavizar. Una pérdida de ingresos difícilmente defendible para los sindicatos en una planta que además encadena casi dos años de Erte, lo que en la práctica ha supuesto encoger las nóminas de sus 6.200 trabajadores.
La contraoferta por parte de UGT, el sindicato mayoritario que recabó más del 90% del apoyo en las últimas elecciones sindicales y con el que Ford ha logrado pactar la paz social en la factoría durante más de una década, se encuentra a años luz. Sus representantes ofrecen una congelación de los salarios durante los próximos cuatro o cinco años, tras realizar una consulta en la que participaron 3.900 trabajadores. También están dispuestos a introducir medidas de flexibilidad, pero rechazan todo aquello que suponga una bajada del sueldo. Una oferta en todo caso condicionada a que Ford materialice la inversión para los nuevos modelos eléctricos, que no se empezarían a fabricar hasta 2025, y cuyas medidas pactadas también entrarían en vigor entonces.
Más horas y menos vacaciones
Las otras condiciones que Ford plantea a los empleados tampoco han sido bien recibidas por la plantilla, ya que suponen ampliar el tiempo de trabajo. En concreto la compañía pretende eliminar los días de vacaciones que actualmente se realizan en Semana Santa. Para ello argumenta que los 33 días que establece el convenio actual son más de los que se aplican en otras factorías del sector en España. El incremento de tiempo de trabajo también afectaría a la jornada diaria, ya que su propuesta incluye ampliar en media hora más la duración de los turnos actuales.
Para UGT la negociación de la flexibilidad en los tiempos de trabajo es más asumible como mal menor ante lo que está en juego. "De no conseguir el objetivo que perseguimos muy posiblemente nos veremos en un problema para el que no habrá solución", reconoció el propio presidente del comité de empresa y responsable del sindicato, Carlos Faubel, en un mensaje a los trabajadores.
El futuro de Ford en Almussafes es una cuestión que va más allá de la propia factoría. Como recuerda el clúster valenciano de la automoción Avia, que agrupa a 116 empresas, su industria auxiliar emplea a cerca de 25.000 trabajadores.