
Todos los años, a finales de agosto, el valle de Jackson Hole, en Wyoming, es el centro de atención mundial para los banqueros centrales y para quienes siguen con interés la política monetaria. La Reserva Federal de Kansas City organiza en este paraíso natural un encuentro de tres días con las principales figuras del planeta en materia de política monetaria, en un simposio que tendrá lugar entre el 21 y el 23 de agosto y todos los años tiene como protagonista al presidente de la Reserva Federal. Si bien el evento suele girar en torno a una temática que no tiene por qué estar ligada a la mayor actualidad de los bancos centrales, es habitual que el presidente de la Fed deje titulares interesantes para los inversores.
Este año hay varios puntos clave que se pueden cubrir: desde el dilema que tiene la Fed, ahora muy dividida, sobre bajar los tipos o aguantar el tirón, en base a los datos macroeconómicos más recientes, hasta el futuro de la presidencia de la Fed y de Jerome Powell, que deja el cargo en mayo, y para el que se está buscando sustituto de manera activa en la Casa Blanca después de meses de presiones e insultos por parte del presidente Donald Trump.
La temática central de este año tiene que ver con el empleo: "Un mercado laboral en transición: demografía, productividad y política macroeconómica", es el nombre con el que se bautiza al simposio de 2025. La cuestión del empleo es ahora clave para la Fed, en un momento en el que las dos variables del mandato doble que tiene el banco central estadounidense están chocando la una con la otra.
El dilema con el que llega la Fed a Jackson Hole
Por un lado, aunque ha sorprendido a la baja en la última publicación, la inflación todavía corre por encima del objetivo de la Fed (en julio se mantuvo en el 2,7%, frente al objetivo del 2%), hace que sea arriesgado bajar los tipos en este momento, como pide Trump, por la posibilidad de revivir el incremento de los precios. Por otro, están apareciendo las primeras señales de un deterioro en el desempleo del país, después del mal dato de empleo que se publicó el primer día de agosto.
La Fed, de hecho, ya recibió ese dato de empleo con una ruptura interna que no se veía desde hace décadas: el 30 de julio, en la última reunión de política monetaria de la Fed, dos miembros del banco central votaron en contra de la opción que eligió el presidente Powell, algo que no ocurría desde hacía más de 30 años. Fueron Michelle Bowman y Christopher Waller quienes optaron por bajar los tipos, frente al rechazo del resto del Comité Federal del Mercado Abierto, que optó por mantenerlos.
Sin embargo, el mal dato del viernes de empleo fue suficiente para convencer a otros miembros de que lo más adecuado, de cara a próximas reuniones, era empezar a bajar los tipos, algo que quedó patente pocos días después de la reunión, cuando Mary Daly, presidenta de la Fed de San Francisco, y Neel Kashkari, su homólogo de la Fed de Minneapolis, admitieron públicamente que la situación apuntaba a una pronta bajada de tipos.
Los mercados han comprado esta posibilidad desde entonces, y ya descuentan con claridad un primer recorte de tipos de 25 puntos básicos en la reunión de septiembre, programada para el día 17, y otra bajada del mismo calibre en el encuentro de octubre o diciembre.
El problema para el banco central es que la economía estadounidense está sumida en una gran incertidumbre, sin conocer todavía hasta qué punto afectarán a la inflación y al crecimiento económico los nuevos aranceles aprobados por Donald Trump. El presidente Powell ha insistido mucho en la incapacidad de la Fed de poder hacer una evaluación de la situación y el impacto de las políticas arancelarias hasta que pase cierto tiempo desde su aprobación oficial, pero las continuas negociaciones de la administración con bloques como la eurozona, China o India, complican la labor de cualquier previsión.
Un buen ejemplo de la incertidumbre actual fue la publicación del dato de índice de precios de producción en Estados Unidos que se conoció el jueves de la semana pasada, cuando el dato publicado fue mucho mayor de lo que se esperaba, y alcanzó máximos de varios años, un reflejo de las presiones de los precios para los productores estadounidenses, que amenaza con volver a alimentar una ola inflacionista en el país, lo cual pondrá en problemas a la Fed de cara a una bajada de tipos.
Seema Shah, estratega jefe global de Principal Asset Management, explica uno de los problemas con los que se puede encontrar la Fed próximamente, y que podrían plantearse en el simposio de Jackson Hole. "La preocupación de la Fed es que, a medida que los inventarios de bienes se van vaciando, el impulso inflacionista de los aranceles sea más fuerte en los próximos meses, lo cual implica la posibilidad de que las presiones inflacionistas crezcan justo cuando la Fed empiece a bajar tipos", explica Shah.
A esto hay que añadir la posibilidad de que la estanflación sea cada vez más evidente, y es el peor escenario con el que se puede encontrar la Fed: un estancamiento económico combinado con subidas de inflación, ya que, cualquier medida que tome el banco central para arreglar uno de estos dos problemas (una subida de tipos, o una bajada), corre el riesgo de hacer que el otro empeore. Es posible que Powell se refiera a este dilema en el encuentro en Wyoming, y que plantee las distintas visiones que pueden existir ahora en el seno del banco central.
Las plazas libres de la Fed
Ahora, en torno a la Fed ronda la pregunta de cuál será la composición del Comité Federal del Mercado Abierto de cara a los próximos años. Tras la dimisión, a principios de agosto, de Adriana Kugler en su puesto en la mesa de Gobernadores, Trump ha colocado en su puesto a Stephen Miran, un asesor de gran confianza que sin duda presionará para bajar los tipos de interés, pero que sólo se mantendrá en la Fed hasta el mes de enero.
Antes de eso, se presupone que Trump nominará también a su próximo presidente, que tendrá que sustituir a Powell en mayo, cuando deje el cargo. El candidato tendrá que ser aprobado por el Senado, pero todo apunta a que Trump cuenta con los suficientes apoyos en la Cámara como para dar por hecho el nombramiento.
También queda en el aire, hasta ahora, qué pasará con Powell en 2026. Una vez deje su puesto de presidente de la Fed, podría mantenerse en el banco central, con derecho a voto como Gobernador del Comité, hasta que ese mandato venza en 2028. Sin embargo, se especula, como ha dejado claro también Scott Bessent, el secretario del Tesoro, con que Powell mantendrá la tradición de abandonar todos sus cargos en la Fed cuando los presidentes terminan su mandato.
De ser así, Trump podrá colocar en los próximos meses varios aliados en el banco central de cara a los próximos años: uno en la presidencia, otro en el puesto que dejaría Powell si se marcha y otro más en el asiento que dejará Miran en enero. El encuentro en Jackson Hole puede dar pistas en este sentido, si Powell decide que es un buen momento para aclarar su futuro una vez deje la presidencia del banco central.
Revisión de estrategia
La Reserva Federal tiene puesta en marcha la revisión del marco de su estrategia y el simposio de Jackson Hole es un buen escenario para dar categoría a algún avance de los trabajos realizados. La versión actual se remonta a 2020, cuando la Fed introdujo dos ajustes clave.
Uno fue permitir que la inflación superara el objetivo del 2% durante un tiempo, si se había mantenido persistentemente por debajo de esa cifra. El segundo fue, en la práctica, abandonar la idea de que un mercado laboral demasiado recalentado debía automáticamente detonar subidas de tipos de interés para frenar la inflación, incluso si las presiones reales sobre los precios aún no se habían manifestado.
Estos cambios de sesgo más acomodaticio estuvieron influidos por la débil recuperación de la economía estadounidense tras el colapso de 2008. En aquel entonces, con una inflación contenida y un desempleo persistentemente alto, parecía que la principal amenaza para los objetivos de empleo e inflación de la Fed provenía de una economía insuficientemente recalentada. Y cuando finalmente el desempleo cayó a niveles bajos, apenas generó inflación. En el lenguaje de los economistas, los riesgos eran asimétricos.
Desafortunadamente para la Fed, estos ajustes al marco entraron en vigor justo antes de que la pandemia desatara la peor inflación en EEUU en cuatro décadas. Los críticos, tanto dentro como fuera del banco central, han argumentado que el nuevo marco no era adecuado para afrontar el repunte de precios derivado de la pandemia y contribuyó a la respuesta tardía de la Fed.
Powell ha señalado que ambos componentes de este marco podrían haber quedado obsoletos, y que el nuevo será aplicable a un rango más amplio de condiciones económicas. Los observadores de la Fed podrían obtener más detalles en Jackson Hole.
Las secuelas del Covid fueron "un recordatorio claro de que podemos tener mercados laborales recalentados. Podemos tener una inflación muy por encima del objetivo", subraya Michael Pugliese, economista senior de Wells Fargo. "Creo que habrá un esfuerzo por vincular esas lecciones aprendidas con la situación actual, en la que parece que los riesgos en torno al doble mandato están de nuevo más o menos equilibrados de forma simétrica."