
Podríamos comenzar el análisis estratégico de esta semana con un símil cinematográfico que, por surrealista, resulta más verosímil que el propio mercado: Desmadre a la americana (Animal House, 1978), esa sátira universitaria en la que dos fraternidades antagónicas -la estirada y elitista Casa Omega frente a la caótica y desinhibida Casa Delta- representan la eterna pugna entre el orden aparente y el caos creativo. En ese contexto, Wall Street se ha quitado la toga, ha lanzado las normas por la ventana y se ha apuntado, sin pudor, al desmadre bursátil.
Si hubiera que encarnar a las fraternidades en figuras políticas, no sería difícil imaginar a Donald Trump como miembro honorario -y probablemente presidente vitalicio- de la Casa Delta: imprevisible, ruidoso, desordenado, pero tremendamente efectivo a la hora de conectar con la masa. Frente a él, Jerome Powell bien podría representar a la Casa Omega: disciplinado, institucional, amante de las normas, pero cada vez más descolocado ante un entorno que no sigue el guion previsto. Y es que mientras Powell busca enfriar la economía con tipos altos y mensajes sobrios, el mercado parece haber decidido que ya es hora de fiesta, confeti y desenfreno.
La música la pone el rally que nació en los mínimos de abril, que ha superado esta semana en EEUU el 61,8% de retroceso de Fibonacci de toda la caída desde los altos del año -ese nivel técnico que he denominado como el Techo de DeepSeek—, siguiendo así los pasos de las bolsas europeas, que ya habían cruzado esa frontera semanas atrás.
Como explicábamos la semana pasada, el rango de recuperación del 61,8 al 66% actúa como una línea de separación clara entre un mero rebote técnico dentro de una tendencia bajista y una recuperación más estructural. Su superación por parte de Wall Street no es trivial: aporta una pista técnica valiosa que nos permite empezar a trazar un suelo en los mínimos de abril. ¿Eso significa que el mercado ya no caerá más? En absoluto. Pero sí que, cuando llegue la próxima recaída -porque llegará; en bolsa no se sube en ascensor sin parar en pisos intermedios-, esos mínimos tienen altas probabilidades de aguantar.

Desde el punto de vista operativo, sigo insistiendo: ahora no es momento de perseguir precios, sino de esperar con paciencia a que el mercado respire. La mejor oportunidad llegará cuando se corrija proporcionalmente este último rebote, entre el 50% y el 61,8% de toda la subida. En ese momento, elegiré para comprar aquellos activos que hayan mostrado mayor fortaleza durante el rally, y que serán los que mejor aguanten la próxima recaída. Aún no puedo concretar los niveles exactos donde será conveniente volver a comprar con confianza: para eso debemos tener antes señales técnicas claras de que el rebote ha agotado su impulso. Cuando eso ocurra, lo indicaré y les señalaré dónde disparar su munición.
Mientras tanto, eviten comportarse como esos operadores que llegan tarde a la fiesta y, para colmo, se beben el agua de los jarrones: recuerden que el dinero inteligente se mueve cuando reina el silencio, no cuando estallan los fuegos artificiales.
El mercado está de juerga. Pero como en toda comedia americana, tras el desmadre siempre llega el decano con las sanciones porque en la vida y en Wall Street, nadie se libra de la resaca...
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