
Vuelve a sonar con fuerza en el debate económico europeo una de las palabras más temidas: estanflación. El deterioro económico que empieza a experimentar la eurozona y la persistente inflación que muestra el bloque hace que los operadores del mercado rescaten el término y lo trasladen a sus apuestas. Si los últimos datos entrantes han confirmado el incierto horizonte macroeconómico, las cifras de inflación publicadas este jueves han empeorado el cuadro. El resultado ha sido una reevaluación de las expectativas de tipos de interés que se ha llevado por delante al euro.
El índice de precios al consumo (IPC) de agosto estancado en el 5,3% internual y el modesto descenso de dos y una décimas en el IPC subyacente (5,3%) y el de servicios (5,5%) hacían pensar en un primer momento que la presión aumentaba en torno al Banco Central Europeo (BCE) para aprobar una nueva subida de tipos de 25 puntos básicos en septiembre. Sin embargo, la idea de que el nublado horizonte macro dejará al banco central sin margen para más endurecimiento es la que se ha impuesto en el mercado. A esto ha contribuido la conferencia esta mañana de Isabel Schnabel, miembro del Consejo de Gobierno del banco central, en la que la alemana ha reconocido el empeoramiento perspectivas económicas para la región.
Tras conocerse las palabras de Schnabel y datos de inflación publicados por Eurostat, los swaps han pasado a descontar solo siete puntos básicos de subida para la reunión del BCE en septiembre y 15 para final de año cuando este miércoles, al calor de unos datos de inflación en España y Alemania por encima de lo esperado, reflejaban 13 puntos básicos de subida en septiembre y 23 para final de año. En resumen: los mercados compran prácticamente la pausa definitiva del BCE.
Este giro en las apuestas se ha saldado con un retroceso del euro en su cruce contra el dólar que ha llegado a superar el 0,7%. La moneda única ha bajado de los 1,084 dólares por unidad. Los analistas han recortado su pronóstico medio para la moneda común por primera vez en seis meses, mientras que firmas como Bank of America (BofA) y JP Morgan Chase ven que caerá hacia 1,05 dólares, un nivel visto por última vez durante la crisis bancaria de marzo. BNP Paribas dice que podría alcanzar 1,02 dólares.
"La economía se está debilitando claramente, pero la inflación subyacente sigue estancada. Si la debilidad que hemos visto hasta ahora no es suficiente para reducir la inflación, la economía necesita debilitarse aún más", explica Athanasios Vamvakidis, jefe de estrategia cambiaria del G-10 en BofA. "Esa es la principal preocupación para el euro".
En enero, cuando la inflación acababa de alcanzar un máximo de dos dígitos y el ciclo de subidas del BCE estaba en pleno apogeo, varios analistas se mostraron alcistas. Tanto los fondos apalancados como los inversores institucionales han mantenido una posición larga neta en el euro durante casi un año, ayudando a la divisa a recuperarse constantemente desde el mínimo de dos décadas alcanzado a finales de 2022. Ahora, sin embargo, las perspectivas son mucho menos claras.
Aunque el crecimiento de los precios al consumo se ha moderado sustancialmente, los últimos datos muestran que la inflación sigue siendo demasiado elevada. Al mismo tiempo, los débiles datos de PMI (índices de gestores de compra que miden el sentimiento del sector privado y son termómetro anticipado de la actividad) publicados la semana pasada sugieren que el impacto de las subidas de tipos está empezando a notarse.
Algo que confirmaron los datos crediticios y monetarios de la eurozona relativos a julio con los préstamos desacelerando con fuerza y la masa monetaria más amplia (M3) sufriendo la primera contracción en más de 13 años.
"Estanflación" en las actas del BCE
Las actas de la última reunión del BCE, celebrada a finales de julio, confirma que a los responsables del banco central les preocupa que la economía "pueda estar entrando en una fase de estanflación". "En este escenario, el mercado debería cuestionarse si sigue demasiado largo de euro", señala Jane Foley, jefe de estrategia de divisas de Rabobank.
Desde el punto de vista técnico, señalan desde Bloomberg, los indicadores de impulso se han suavizado, y la ruptura de la media móvil de 200 días del euro/dólar despeja el camino para más pérdidas. Los mercados de opciones sugieren que los operadores son cada vez más bajistas y la prima por exposición a la baja ha aumentado últimamente.
A la presión sobre la zona euro se suma la crisis económica que se está gestando en China, que es un socio comercial del bloque mayor que EEUU. La ralentización de la demanda china podría reducir las exportaciones de Alemania y otros países de la región. El estratega de divisas de Nomura, Jordan Rochester, escribe en una nota: "Hemos pasado de una narrativa de mercado de desinflación en EEUU y 'aterrizaje suave' a una sobre el riesgo de una desaceleración en China y Europa".
Incluso Dominic Bunning, de HSBC, que tiene una de las previsiones más altas para el euro a finales de año en 1,15 dólares, ha dicho que es cada vez "más difícil" mantenerse alcista, ya que el descenso de los datos en las últimas semanas señala un "desafío cíclico".
Dada la divergencia en las perspectivas económicas de Europa y EEUU, Peter Vassallo, gestor de carteras de BNP Paribas, defiende que el euro debería cotizar cerca de 1,02 dólares, no muy lejos del nivel más bajo frente al dólar en dos décadas alcanzado el año pasado. "De hecho, me sorprende que la caída de las últimas semanas no haya sido más drástica", afirma. "Cuando hablamos de la resistencia del crecimiento global y de la resistencia de la economía mundial, en realidad se trata de la resistencia de EEUU".