
Entre tanto signo de debilidad económica, los índices de gestores de compras (PMI) oficiales de China relativos a agosto y conocidos publicados este jueves por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) del país han mandado señales mixtas que algunos analistas interpretan como que la crisis que vive la potencia asiática tras la salida del covid está tocando fondo. Sin embargo, alertan otros, bajo estos números se esconde más debilidad y una preocupante conclusión: el problema es estructural, no cíclico.
En base a una lectura superficial, las encuestas PMI sugieren una ligera mejora de la actividad económica en agosto. La presión a la baja sobre el sector manufacturero parece haber disminuido, mientras que la actividad de la construcción se ha acelerado. Esto ha compensado con creces el debilitamiento de la actividad de los servicios. Pero la realidad es que el impulso económico general sigue siendo débil y se necesitará más apoyo político para evitar una nueva ralentización a finales de año.
El PMI manufacturero aumentó de 49,3 en julio a un máximo de cinco meses de 49,7 en agosto (el consenso de Bloomberg era de 49,2. Esto parece reflejar una mejora de la demanda interna: el componente de nuevos pedidos subió y se sitúa ahora por encima de 50. La presión a la baja sobre la demanda exterior también disminuyó: el componente de pedidos de exportación subió, pero se mantiene por debajo de 50 y sigue apuntando a una nueva caída de las exportaciones.
El PMI no manufacturero bajó de 51,5 a 51,0 (Bloomberg: 51). Esto se debió a un descenso del índice de servicios de 51,5 a 50,5, su nivel más bajo desde la reapertura y muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia -la media en 2019 fue de 53,1-. La recuperación de los servicios parece haberse estabilizado, con la actividad asentándose en una nueva normalidad post-pandémica de crecimiento más lento.
Esto se vio compensado en gran medida por un aumento en el índice de la construcción, que subió de 51,2 a 53,8 puntos. Es probable que esto refleje un repunte en la construcción de infraestructuras: la emisión de bonos de los gobiernos locales se ha disparado gracias a las directivas de principios de agosto que ordenaban a los gobiernos locales utilizar plenamente las cuotas anuales de bonos especiales antes de finales de septiembre.
En conjunto, el PMI compuesto subió a 51,3, pero sigue estando muy por debajo de los niveles prepandémicos (la media en 2019 fue de 53,1). Gracias a la mejora de la actividad, la presión sobre el mercado laboral parece haber disminuido ligeramente, con el componente de empleo compuesto al alza, en consonancia con la tasa de desempleo que se mantiene prácticamente estable.
También hay indicios de que las presiones desinflacionistas disminuyeron el mes pasado. El componente de precios de producción del PMI manufacturero subió con fuerza, lo que apunta a un pequeño aumento de los precios de producción. Y el componente de precios de venta del PMI de servicios subió, lo que sugiere un menor descenso de los precios en este sector.
"Quizá hayamos tocado fondo en la confianza de los fabricantes tras las recientes medidas de apoyo de las autoridades", señala Alex Loo, estratega macroeconómico de TD Securities, apuntando a la mejora de los nuevos pedidos y el aumento de la producción. Según Robert Carnell, economista jefe para Asia-Pacífico de ING, el PMI manufacturero "parece como si la actividad fuera a estancarse a corto plazo". "Podría ser peor. Estancarse no es hundirse", añade.
"Los PMI oficiales sugieren que, aunque la economía china siguió perdiendo fuelle en agosto, los componentes subyacentes apuntan a cierta evolución positiva. No obstante, la actual desaceleración económica es más estructural que cíclica. El proceso de corrección del sector inmobiliario y de los problemas de deuda de los gobiernos locales llevará tiempo", avisa Tommy Wu, economista de Commerzbank.
Los lastres del inmobiliario y la deuda
Haciendo mención a los recientes estímulos anunciados por Pekín (las mayores emisiones de los gobiernos locales para infraestructuras, posible recorte de los tipos hipotecarios), Wu reconoce que, "obviamente, un mayor apoyo político ayudará a poner un suelo al crecimiento y podría facilitar un repunte del impulso del crecimiento en los próximos trimestres. No obstante, estas medidas específicas no cambian las reglas del juego. Es improbable que la confianza del mercado cambie hasta que haya señales claras de que el mercado inmobiliario se estabiliza y las perspectivas económicas mejoran".
"La actual ralentización económica se debe en gran medida a problemas estructurales y no simplemente a una desaceleración cíclica", insiste el analista. "La falta de confianza del sector privado tardará algún tiempo en recuperarse, a pesar de un claro cambio en la postura del Gobierno hacia el apoyo al sector privado. El proceso correctivo para desinflar la burbuja inmobiliaria y desactivar los problemas de deuda de los gobiernos locales llevará tiempo".
"La transición de los motores de crecimiento del sector inmobiliario hacia sectores y servicios estratégicos innovadores también llevará tiempo. Los problemas internos ya son lo bastante complejos, pero si se añaden los retos externos, incluida la geopolítica, el panorama se complica aún más", concluye el experto de Commerzbank.
"Aunque la economía parece haber evitado una nueva ralentización, se necesita más apoyo político para impulsar un cambio de tendencia. Parece que los vientos externos en contra persistirán durante algún tiempo más, mientras que los problemas del sector inmobiliario seguirán siendo un lastre para la confianza de los compradores de viviendas y las empresas durante algún tiempo. El apoyo actual de la política fiscal también podría resultar efímero: se ha pedido a los gobiernos locales que gasten todos los ingresos de los bonos especiales antes de finales de octubre, tras lo cual la inversión en infraestructuras retrocederá a menos que se proporcione más potencia fiscal", tercia Sheana Yue, de Capital Economics.
"La debilidad de la demanda sigue frenando la recuperación. Las políticas de apoyo están surtiendo efecto. Pero sin un apoyo más firme -en particular una solución coordinada para el sector inmobiliario- el riesgo es que el crecimiento siga bajo presión y se extiendan las tensiones financieras", apuntalan Chang Shu y Eric Zhu, de Bloomberg Economics.