Bolsa, mercados y cotizaciones

Ya no vale solo con decir que eres verde, hay que cumplir 1.200 requerimientos

  • Las nuevas directrices de la UE suponen un reto y una ocasión para generar valor añadido a la actividad
  • Las empresas españolas presentan su proyecto de sostenibilidad
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La mayor parte de las grandes compañías españolas ya divulgaba información relativa a los criterios ESG de sus actividades antes de la aprobación de la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), lanzada desde el Parlamento Europeo el pasado mes de noviembre. Pero ha sido con esta directriz con la que se pretende mejorar la rendición de cuentas y transparencia ante los objetivos y criterios a favor de una economía ejemplar con el medio ambiente o con su entorno social.

Las compañías, al igual que muchos inversores, demandan unos parámetros comunes en los que desarrollar la actividad sostenible sin perder competitividad. Y en este afán por cumplir estos objetivos -también sociales y de buena gobernanza- se pueden dar diferentes velocidades en los agentes que intervienen en el proceso. Mientras los inversores y compañías imponen y requieren protocolos ESG pueden darse casos en el que el cliente no priorice estos criterios a la hora de escoger un servicio o producto. Y la normativa también puede marcar un ritmo dispar a las exigencias del propio mercado.

Sin embargo, el ESG ya no es una elección, como han recordado los ponentes II Foro ESG de elEconomista.es. La práctica del greenwashing -que consiste en realizar un blanqueo de la actividad a través de la promoción de servicios o productos respetuosos con el medioambiente cuando en realidad no lo son- llega a su fin. O, por lo menos, va a ser más difícil eludir el cumplimiento de la normativa. "Ser verde no significa solo decir que lo eres. La nueva normativa supone introducir transformaciones en el modelo de gestión y en el propio modelo de la compañía", según el socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPGM en España, Ramón Pueyo. Para el experto en la materia, la nueva directriz no supone solo una evolución de la normativa anterior, sino un cambio "profundo y transformador" al recoger cerca de 1.200 requerimientos de información nuevos para las empresas.

Las exigencias de la nueva directiva, según el abogado de Derecho Público y Regulatorio en Gómez-Acebo & Pombo, Eduardo Orteu, traslada a las empresas el ejercicio de control y vigilancia de que se cumple la normativa social y medioambiental. "La empresa se va a tener que retratar y va a ofrecer información a la administración con la que después esta puede abrirte un expediente sancionador si no la cumples", explicó el abogado de Gómez-Acebo & Pombo.

"No hay ESG en empresas sin empresas"

El escenario que se abre ahora para las compañías supone un cambio constante pero desde Neinor Homes, su director de Governance, Compliance, Audit Internal & ESG, Álvaro Conde, estima que la directriz que viene desde Bruselas se está aplicando con buen criterio en el sentido de que se está "imponiendo poco a poco y eso facilita entrar en la misma". "Pero a la par nos asusta mucho porque lo primero es la rentabilidad y no hay ESG en las empresas si no hay empresas", según Conde.

En otras materias la regulación europea puede que vaya por detrás del mercado pero en materia de sostenibilidad la Unión Europea va un poco por delante. La regulación es una especie de 'bola de cristal verde' que nos indica hacia donde vamos a ir", ejemplificó Pueyo. Un argumento que refuerza la idea de que la preocupación por el ESG ha crecido en los últimos años, según KPMG, y que existe una relación entre empresas mejor valoradas en el mercado con que cumplen con criterios sostenibles. Aunque no solo estén bien valoradas por este punto.

Oportunidad más que reto

Aunque la aplicación de la norma europea pueda implicar un reto, los ponentes de esta mesa de debate prefieren enfocar el nuevo escenario desde la perspectiva de la oportunidad. El presidente y consejero delegado de Paradores de Turismo de España, Pedro Saura, se suma a esta corriente ya que considera que la sostenibilidad es capaz de generar un valor corporativo y social.

Según Saura, los clientes de Paradores han acelerado desde la pandemia la demanda de un turismo diferente al existente actualmente en España, más enfocado en el consumo de masas y en zonas muy concentradas del territorio nacional. "El ESG nos permite generar rentabilidad económica y crecemos todos los días en esta selección. Hay que ser partícipe del cambio cultural", argumentó Saura quien reconoce que están evaluando las métricas que permitirá a Paradores cumplir con los criterios de sostenibilidad.

"Sí que vemos que los clientes están más preocupados por la eficiencia energética y tienen en cuenta estos y otros criterios a la hora de seleccionar productos", consideró María García Cabeza; coordinadora en Sostenibilidad de Abanca. Desde el punto de vista de García, las empresas ya tienen interiorizado que la sostenibilidad es un criterio al que atenerse y adaptarse a las necesidades dependiendo del sector, cliente y segmento. "Hemos incorporado indicadores y está claro que el sector financiero ha mejorado pero es un desafío en varios ámbitos", según la responsable de Abanca que entiende que las exigencias de los consumidores ahora se suma a la de los clientes, las condiciones de financiación y legislación.

De esta forma, lo que pide María García es mayor coherencia regulatoria para poder fijar unos estándares con los que "trabajar en igualdad de condiciones, normas proporcionales y bien definidas", sintetizó la responsable de Abanca. Y desde Neinor Homes, Conde también aboga por una regulación con los mismos criterios para todos para competir en sostenibilidad en igualdad de condiciones. Inquietudes que se suman a las escuchadas en este foro de debate en el que insistieron en unos objetivos que se puedan medir y así gestionar mejor el riesgo que supone no aplicar correctamente la regulación recién aprobada por el Parlamento Europeo.

"Los clientes exigen transparencia y eso también es 'S'"

Pero el cliente no exige criterios de sostenibilidad o sociales en todos los segmentos por igual. Para el director de Governance, Compliance, Audit Internal & ESG de Neinor Homes, Álvaro Conde, en el campo inmobiliario los criterios sostenibles no están entre las prioridades más inmediatas para el consumidor medio aunque la taxonomía social sea clave. "Por ahora, el cliente quiere ubicación, precio y tamaño y todavía no está pensando en la sostenibilidad de la vivienda", estimó Conde que sí que cree que los inversores lo tienen más claro en este aspecto.

No obstante, y aunque el precio se sitúe por delante, los aspectos energéticos o vinculados al medio ambiente cada vez son más demandados a la hora de escoger vivienda según el responsable de Neinor. "Los clientes exigen trasparencia, tiempo de atención de respuesta... Y eso también es 'S'", como comentó Conde en este encuentro organizado por elEconomista.es quien reconoce que es común que el inversor busca "la letra pequeña de la taxonomía" a la hora de tomar una decisión y que se anticipan para buscar oportunidades sostenibles en el largo plazo. "Van a por otros intangibles como la reputación, a mayores del producto", según el responsable en ESG de Neinor Homes. Otros aspectos que serán tomados en consideración van más allá de la descarbonización, como pueden ser los modelos retributivos. "Hay que empezar a reportar información que mida el impacto que tendrán las nuevas directrices en tu cadena de valor porque si empiezas en 2024 no vas a llegar a tiempo", según Ramón Pueyo.

Echar el freno en Bruselas

Desde un punto de vista más estrictamente jurídico, la legislación social es más compleja de desarrollar, según el abogado de Gómez-Acebo & Pomo, que la 'norma verde' europea si se comparan ambas. Un reto para la propia administración, según Orteu. "Es estrictamente legal que hayamos llegado a este punto. La duda es si con arreglo a la taxonomía se me puede clasificar o no como sostenible", entiende el jurista especializado en la materia.

Y es que para el abogado de Gómez-Acebo & Pombo existen herramientas para comprobar el impacto generado y comprobar si se cumple o no con la norma. Por eso pide también el esfuerzo y participación estatal para contribuir a definir los criterios de la taxonomía. "También pediría a las instituciones europeas que echaran el freno. Ni siquiera a los que nos dedicamos a esto somos capaces de estar al día de las obligaciones regulatorias que nos imponen desde Bruselas", apuntó Orteu.

De todas formas, y como la legislación solo puede ir hacia adelante para cumplir con los objetivos europeos en materia de sostenibilidad y gobernanza, el presidente de Paradores invitó a desechar la idea de encontrar el crecimiento solo con la reducción de costes y, en lugar de eso, priorizar en el negocio sostenible para generar valor añadido. Eso sí, considera que hay que añadir atractivo también a que la actividad vaya en esta línea, según Pedro Saura. "Yo querría un sistema de incentivos que permita que los cambios se apliquen con mayor rapidez y rigor. Al final todo tiene un valor privado y una rentabilidad", según Saura, quien considera que no se puede distinguir en términos de corto o medio plazo a la hora de transformar la actividad hacia la sostenibilidad.

Puede ver la jornada completa aquí:

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