
Si algo ha marcado el rumbo de los bonos este año han sido los bancos centrales y sus rápidas subidas en los tipos de interés en un intento de controlar a una inflación que no ha dado tregua. Y esta semana, la antepenúltima del año, llegará la traca final. Mañana todas las miradas se centrarán en las decisiones que anuncie Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal; que dejará paso, el jueves, al Banco Central Europeo y al Banco de Inglaterra. Salvo sorpresa, lo que espera el mercado es que los tres pisen el freno en su nueva subida, que será de 50 puntos básicos, en lugar de 75, como ha sucedido en las reuniones anteriores. Este ha sido uno de los motivos por el que la renta fija ha suavizado sus pérdidas anuales hasta el 15%, tras experimentar su particular rally de fin de año, frente a casi el 22% que llegó a caer su precio a finales de octubre.
El otro motivo para no vender bonos ha sido el dato de inflación de octubre publicado al otro lado del Atlántico hace un mes. Fue tan solo unas décimas mejor de lo esperado pero sirvió para provocar el cierre de cortos en el mercado ante los primeros brotes verdes de que los bancos centrales estarían más cerca de cumplir su objetivo. Pero la prueba de fuego llega hoy, ya que es este martes cuando se conocerá el nuevo dato de IPC de Estados Unidos de noviembre, y se espera, de nuevo, que vuelva a reducirse hasta el 7,3% (frente al 7,7% previo), mientras que la subyacente podría reducirse al 6,1%, frente el 6,3% del mes de octubre.
Esa posibilidad, de que la inflación empiece a remitir, algo que todavía no está claro, ha permitido que el precio de los bonos reduzca el gran golpe que se ha llevado este año. En el caso del de la renta fija global ha subido un 1,8% solo en lo que llevamos de diciembre. Y desde que su precio tocó mínimos del año, el 21 de octubre, este ha remontado otro 8,6%.
Eso ha favorecido, también, que se produzca una remontada en la rentabilidad de los fondos de renta fija españoles, que son los que atraen este año las mayores suscripciones netas de dinero (unos 14.000 millones de euros, según datos de Inverco, en un año en el que la industria capta 14.700 millones).
En el caso de los veinte mayores por activos bajo gestión han llegado a retroceder, de media, un 5% este año, según datos de Morningstar. Ahora, en cambio, han recortado esos números rojos hasta niveles del 4%. Y algunos, incluso, avanzan más de un 3% en el último mes.
Los bancos centrales, claves
El futuro de los bonos dependerá, una vez más, de las decisiones de los bancos centrales. "La cuestión decisiva para los bonos siguen siendo las perspectivas que presente la Fed este miércoles", indica Markus Allenspach, responsable de análisis de renta fija en Julius Baer. "Es decir, si Jerome Powell frena o no las expectativas de recorte de tipos".
Por ahora, lo que descuenta el mercado es que los tipos de interés no bajarán en Estados Unidos en 2023. El mercado descuenta que la Reserva Federal encontrará su techo en el 5% -se alcanzará a primeros del año que viene-. Este tope no ha cambiado, según la última encuesta publicada por Bloomberg que recoge las impresiones de 44 economistas. Lo que sí ha cambiado es que, mientras hace dos meses se esperaba que el presidente de la Fed, Jerome Powell, anunciaría el primer recorte de tipos el próximo noviembre, ahora no se baraja hasta llegar al 2024. Si se cumple el pronóstico, los tipos se quedarán en el 4,5%.
En el caso del BCE todo apunta a otro incremento de 50 puntos básicos en las tres referencias dejando el tipo de depósito en el 2%. "Se espera que el BCE suba los tipos hasta el 3% durante la primera mitad de 2023. Una inflación subyacente persistentemente elevada debería impedir cualquier recorte de tipos en 2023, pero es probable que los tipos se reduzcan hasta el 2,0% a finales de 2024 a medida que la inflación se normalice", indican en Credit Suisse.
La rapidez con la que han virado el rumbo los bancos centrales ha provocado que el año que está a punto de terminar quede en el recuerdo por ser uno de los más difíciles para el inversor conservador. Éste, que por definición es reacio a asumir riesgo, llegó a ver cómo las pérdidas de su cartera alcanzaban el 10% en septiembre. Las más elevadas de, al menos, las últimas tres décadas debido al desplome en el precio de los bonos como consecuencia de unos tipos de interés más altos ante el regreso de la inflación.
Ahora, en cambio, esos números rojos se han reducido hasta niveles del 7%, según datos de Morningstar (se trata de la rentabilidad media que obtienen los fondos mixtos más conservadores). Aún así, son pérdidas similares a las que asumieron el año en que cayó Lehman Brothers. Entonces alcanzaron el 7,63%. Son solo 3 puntos de lo que retroceden las carteras más agresivas, construidas sobre todo con renta variable.