
A primera vista se podría decir que algo muy raro está pasando en el mercado energético de China. Las refinerías del país están acumulando ingentes cantidades de petróleo, mientras que reducen sus operaciones de refino. Es decir, China está tensando el mercado de crudo con sus compras (el petróleo es escaso en este momento) y no lo está convirtiendo en derivados para exportarlos al resto del mundo (la gasolina, el queroseno o el diésel también escasean), como había venido haciendo desde mediados de 2021. Casualidad o no, lo cierto es que Pekín está haciendo un flaco favor al mundo y un gran favor a la estrategia de Putin (usar las materias primas como arma de guerra).
Pese al parón de junio (China redujo las importaciones de petróleo), Pekín lleva meses llenando sus tanques de almacenamiento de crudo, mientras que la cantidad de petróleo procesado a través de las refinerías chinas se ha reducido a niveles mínimos de los últimos diez años. Esta falta de coherencia (comprar mucho petróleo para refinar muy poco) puede responder a motivos políticos, a una inteligente estrategia de Pekín ante la previsión de una mayor subida del precio del 'oro negro', o puede que China se haya tomado muy en serio el cambio climático y la descarbonización (Pekín anunció un plan para reducir las exportaciones de productos derivados del petróleo por ser muy contaminantes).
Ben McWilliams, investigador de Bruegel, comenta en un análisis publicado esta semana que China es una excepción energética a nivel global. Pekín está acumulando inventarios (mientras que caen en el resto del mundo) y tiene gran capacidad ociosa de refino (mientras que el refino mundial no da abasto).
Oficialmente, el bajo rendimiento de las refinerías se debe a las cuotas de exportación de productos refinados que ha establecido el gobierno para promover un mundo más verde y reducir sus emisiones de Co2. Pero McWilliams cree que el fuerte ajuste a la baja que han sufrido estas cuotas llega en un momento sospechoso. Los márgenes de refino se han disparado (hasta 60 dólares de margen por cada barril de crudo refinado) ante la incapacidad del sector para producir todos los derivados del crudo que se demandan a nivel global, lo que permitiría a las refinerías del 'gigante asiático' hacer un buen negocio.
"El exceso sustancial de capacidad de refino de China y la capacidad del gobierno para regular las exportaciones mes a mes, actualmente, otorga cierto poder de mercado en el comercio de productos de petróleo refinado. Si bien las cuotas de exportación están concebidas como una herramienta para la descarbonización y la racionalización interna, cabe destacar que su ajuste se produce en un momento de escasez mundial", sentencia este experto del think tank Bruegel.
Los datos son abrumadores. Comparando 2022 con 2021, las cuotas de exportación de productos refinados chinos se han reducido en un 40% hasta el 7 de junio de este año. En esos doce meses, China ha pasado de exportar 240 millones de barriles a solo 140 millones. Esa caída equivale a 0,6 millones de barriles por día (mb/d), más del 0,5% de la demanda mundial de petróleo, o más del 2% del comercio mundial de productos derivados del petróleo.
"Esto significa que, a pesar de la gran capacidad ociosa, las refinerías chinas no están aumentando la producción para satisfacer los altos precios y la demanda mundial. En cambio, ha habido una caída dramática en las exportaciones reales. Las exportaciones de diésel están siendo solo de 50.000 barriles por día frente a los 400.000 barriles de hace un año, y la gasolina 200.000 barriles por día en comparación con los 400.000 barriles por día de hace un año.
China acumula petróleo
Aunque las refinerías están operando a medio gas, las compras de petróleo no se detienen. Los últimos datos revelan que los inventarios de petróleo globales aumentaron en 5 millones de barriles en mayo. Sin embargo, este aumento 'global' enmascara una realidad muy diferente y desigual: casi todo el incremento se debe a un drástico aumento de 45,5 millones de barriles de las reservas chinas, mientras que los inventarios en los países desarrollados se han reducido.
Mientras tantos, las existencias totales en la OCDE (países desarrollados) cayeron en 16,9 millones de barriles, según los últimos datos publicados por la Agencia de la Energía. Los últimos cálculos hablan de unas reservas totales de petróleo en China de unos 930 millones de barriles. Los republicanos de EEUU están intentando aprobar una ley que prohíba a China comprar sus reservas estratégicas de petróleo (EEUU vende su crudo al mejor postor), pero aún no ha salido adelante.
El mercado de petróleo y de refino se encuentra en una situación muy delicada. Ambos están lidiando para mantenerse al día con la demanda (no pueden producir más) y en ninguno parece que haya solución a corto plazo. En el petróleo, la capacidad para extraer más crudo a corto plazo es muy poca. Aún así, Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, echa balones fuera y asegura que el gran problema son las refinerías a nivel global, que no dan abasto para procesar más petróleo por falta de inversión en nueva capacidad en los últimos años.
El príncipe saudí Mohamed bin Salman quiso restar importancia a la producción de petróleo y puso el foco en las limitaciones de las refinerías: "Aunque produzcamos más crudo, no habrá demanda para él porque no hay más refinerías". La cuestión es que China puede resolver este gran cuello de botella y no lo está haciendo por algún motivo.
Rusia llena el tanque de China
Mientras tanto, China sigue comprando grandes cantidades de petróleo a Moscú. En los últimos meses, Rusia se ha convertido en el principal proveedor de petróleo de China. Las empresas petroleras del país asiático están 'sacando tajada' del descuento que ofrece el crudo de los Urales (hasta 30 dólares menos por barril que el Brent), a la vez que reduce las compras del petróleo saudí. Las compras de petróleo ruso por parte de China están en máximos históricos desde que comenzó la guerra de Ucrania.