El precio de la gasolina, el diésel o el queroseno se encuentra en máximos históricos en buena parte del mundo. De modo que todos los ojos están puestos en los grandes exportadores de petróleo. Los consumidores y los países importadores esperan, ansiosos, una decisión de la OPEP que alivie el mercado de crudo (más producción) y dé un respiro al ya perforado bolsillo de los consumidores. Sin embargo, esta vez el cártel del petróleo y sus aliados no tienen la solución total al problema. La dificultad es mucho más amplia.
Aunque se produjese más petróleo (algo que sería sin duda positivo para rebajar los precios), las refinerías no tienen a día de hoy capacidad para procesar más crudo y convertirlo en combustible (están trabajando ya casi al máximo de su capacidad). Ese es el gran cuello de botella que puede desembocar en una auténtica escasez de combustible este verano (la AIE ya anunció un plan de medidas para reducir el consumo de estos derivados del crudo). Esto queda reflejado en los precios. Mientras que el Brent ha subido un 75% desde noviembre de 2021, la gasolina se ha disparado casi un 120%. Algo similar ha ocurrido con el diésel.
Falta de inversión
Esta misma semana, la agencia de rating S&P Global organizaba un foro en el que varios expertos advertían de que "algunas refinerías europeas ya están luchando por mantenerse en unas tasas de utilización (producción real respecto a la capacidad de producir) muy elevadas para satisfacer la creciente demanda de derivados del petróleo. Este problema se agrava por la falta de inversión y de unas materias primas cada vez más caras. Las refinerías están sufriendo pese a obtener unos márgenes muy altos", según han revelado los ejecutivos de la industria este 7 de junio a S&P Global.
Durante los meses más duros de la pandemia, las refinerías de petróleo a nivel mundial recortaron su producción de forma drástica (el mundo se encontraba inmerso en un confinamiento), dejaron de invertir en nueva capacidad (una tendencia que se ha mantenido ante la apuesta de los Gobiernos por las energías verdes y la 'criminalización' de las energías fósiles) y redujeron su personal, al menos, de forma temporal.
Ahora, la demanda de productos refinados está recuperando los niveles previos al covid y podría incluso superarlos durante los meses de verano. Esto sucede en un mercado en el que el petróleo es caro y escaso, la mano de obra no se encuentra fácilmente y sus costes se han disparado y la exclusión de Rusia del mercado de crudo deja fuera a uno de los grandes exportadores del mundo de productos refinados. Óscar Vara, profesor de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid, cree la combinación de todos estos factores está generando una tormenta perfecta: "Las refinerías no dan abasto", asegura en una de sus múltiples apariciones en redes.
¿Escasez de gasolina o diésel?
Tal es la situación, que la Agencia Internacional de la Energía cree que este verano podría escasear el combustible en algunas regiones como Europa. El director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, alertó hace unos días de que Europa se enfrenta a una temporada de verano en la que, previsiblemente, habrá problemas de suministro de todo tipo de combustibles, debido al entorno actual de problemas de oferta y elevados precios. El director de la AIE considera que se avecina una crisis "mucho mayor" que la crisis del crudo de los 70. Por ahora, el precio de los combustibles sigue tocando máximos históricos.
"Cuando la temporada principal de verano empiece en Europa y Estados Unidos, la demanda de combustible crecerá. Y entonces podría haber cuellos de botella, por ejemplo con el diésel, la gasolina o el queroseno, especialmente en Europa".

El propio informe mensual de la AIE destacaba la fragilidad del mercado y la elevada tasa de utilización de las refinerías, lo que da poco margen a producir más refinados aunque la producción de petróleo se incremente: "Las limitaciones de capacidad y mantenimiento de refinerías globales están exacerbando los problemas causados por la guerra en Ucrania. En abril, por ejemplo, los mercados de crudo y productos refinados registraron tendencias divergentes. Mientras que los precios del crudo tendieron a la baja en general, las primas (cracks en la jerga petrolera) que se pagaron por el diésel y la gasolina tocaron niveles récord, elevando los márgenes de refinería y los precios para el usuario final". Esta tendencia se ha mantenido y el crack entre la gasolina y el petróleo Brent se ha disparado a 40 dólares el barril.
La importancia de Rusia
"La capacidad disponible es muy limitada en el sistema de refinación global, junto con las exportaciones reducidas de fueloil, diésel y nafta rusos que han agravado la estrechez en los mercados de productos refinados, que han sufrido siete trimestres consecutivos de caídas en los inventarios... las reservas de destilados medios han tocado su nivel más bajo desde abril de 2008", advierten desde la Agencia Internacional de la Energía.
Los economistas de Bank of America Merrill Lynch explican en una nota que durante años, "el mundo ha tenido gran capacidad de refino, pero los confinamientos históricos durante 2020-21 crearon un déficit en 2022, con una capacidad que cayó en más de 400.000 barriles diarios por debajo de los niveles previos al covid, el primer descenso de la capacidad de refino global en más de 30 años".
Sin embargo, ni siquiera esa cifra captura completamente los problemas del mercado. Las sanciones a Rusia han eliminado varios cientos de miles de barriles más de capacidad de refino... Ahora, los precios de los derivados del petróleo están tocando nuevos máximos (el crack o spread respecto al precio del petróleo está en niveles históricos para todos los derivados del crudo), mientras que se busca más oferta en las refinerías y se produce destrucción de la demanda".
El temido verano
Lo peor está por llegar. En verano suele incrementarse la demanda de refinados ante los flujos masivos de turistas. Además, este año se espera que sea el gran verano de la vuelta a la normalidad, por lo que la demanda podría incluso superar con claridad a la del año 2019. Mayor demanda, menos petróleo y una capacidad de refino muy limitada son los ingredientes de la tormenta perfecta que se avecina.
Los economistas de S&P Global explican que además los límites de capacidad de refino, las propias refinerías europeas dependían sobremanera del crudo y las materias primas rusos. Ahora tienen que buscar otros tipos de petróleo que pueden necesitar otros productos o mecanismos para producir gasolina, queroseno o diésel lo que complicaba aún más la situación. Además, "las refinerías rusas son los principales productores y exportadores de diesel y fueloil", señalan.
Desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia, las refinerías europeas han acelerado sus operaciones, incentivadas por los grandes márgenes que están obteniendo con los destilados y la gasolina y la escasez de suministro de diésel. A todo lo anterior hay que sumarle los altos costes del gas natural y el hidrógeno, necesarios para buena parte de los procesos de refinamiento de petróleo crudo. Combinando todo lo anterior, se puede explicar en parte por qué el precio de la gasolina o el diésel están en máximos históricos, mientras que el petróleo cotiza en 120 dólares, todavía lejos de los máximos de 2008 (llegó a rozar los 160 dólares).
Luchando por atender a la demanda
Marco Schiavetti, director comercial de Saras de Italia, asegura que muchas plantas están luchando por mantenerse trabajando al máximo de su capacidad: "Estamos teniendo serias dificultades para mantenernos al día con la demanda", aseguraba este experto durante la Conferencia Ejecutiva Global de Petróleo y Energía de S&P Global celebrada el 7 de junio.
"Hemos estado recortando los costes de inversión durante años y ahora es difícil maximizar nuestra producción de queroseno y diésel. Los márgenes de 50 dólares por barril son excelentes, pero enfrentamos serias dificultades para aumentar la producción". Saras posee una planta que refina alrededor de 300.000 barriles de petróleo al día, ubicada en la isla de Cerdeña en Italia.
Achilles Kyrtsis, jefe de inteligencia y planificación estratégica de Hellenic Petroleum, ha asegurado en este foro que la escasez de materias primas como el gasóleo de vacío (un input para producir el diésel que echamos en nuestros coches) ruso es muy problemático para la industria. Además, este experto cree que las cosas podrían empeorar ante la reciente embargo de la Unión Europea al crudo ruso. "Prevemos un déficit de destilados de unos 800.000 barriles por día debido a la caída de la producción rusa", sentencia Kyrtsis.
Todo lo anterior está llevando a que el precio de la gasolina y el diésel se haya disparado en los mercados globales (futuros y al por mayor al contado) y en las gasolineras. Los economistas de Goldman Sachs aseguran que todos estos costes terminan repercutiendo en los consumidores. El precio de los combustibles es coherente con el de un barril a 160 dólares. La situación es crítica en Europa, pero tampoco es mucho mejor en EEUU.
EEUU también sufre
Mike Wirth, CEO de Chevron, comentaba hace unos días a Bloomberg que "no hemos construido una refinería en Estados Unidos desde la década de 1970... y mi opinión personal es que nunca se construirá otra refinería nueva en EEUU". Las políticas que pretenden reducir el uso de energías fósiles en los países desarrollados han desincentivado la inversión en el sector: ¿Para qué gastar millones de dólares en levantar una refinería cuando se pretende marginar al petróleo?, se preguntan en el sector.
Ahora, aunque los precios del petróleo cayeran, es posible que EEUU tenga suficiente capacidad de refino para satisfacer la demanda de productos derivados del petróleo, asegura el CEO de Chevron... Y añadir capacidad de refino no es una tarea sencilla, especialmente en el entorno actual, asegura Wirth. El mundo se encuentra en una ratonera energética que tiene difícil escapatoria a corto plazo.