A veces, que no siempre, las ganancias de unos son las pérdidas de otros. Esto se puede extrapolar bien al mundo del petróleo (cuando la OPEP gana el resto del mundo pierde) y, en esta ocasión en concreto, al sector de refino, que está viviendo una edad dorada provocada paradójicamente por la falta de inversión en los últimos años. Los márgenes de las refinerías (transforman crudo en combustibles y otros derivados) se han disparado a niveles récord en los últimos meses, provocando que le precio de la gasolina o el diésel alcancen máximos históricos tanto en Europa como en EEUU, abriendo un agujero en el bolsillo del consumidor.
"Más dinero que Dios", esta contundente expresión fue la que usó el presidente de EEUU, Joe Biden, para referirse a los beneficios de Exxon Mobil. Buena parte de la clase política de Occidente se enfrenta al descontento de los hogares a medida que los precios de la gasolina suben. El encarecimiento de los combustibles está agudizando la inflación y erosionando el poder adquisitivo de las familias. Por otro lado, también encarece los costes de transporte y producción de algunos sectores.
Aunque es cierto que el precio del petróleo ha subido con fuerza desde 2021 a esta parte, los combustibles lo han hecho con mucha más intensidad. La escasa inversión en refinerías durante años ha generado una trampa (un cuello de botella en realidad): la dificultad del sector para abastecer todo el combustible que se demanda. En los últimos años se han cerrado más de veinte refinerías solo en Europa. El combustible es escaso y, por ende, mucho más caro. A eso hay que sumarle la necesidad del uso de gas para el proceso de refino y unos costes laborales al alza. Una combinación de factores que están convirtiendo al combustible en el nuevo 'oro líquido'.
En un documento publicado por el banco privado suizo Syz se explica que "aunque el precio del petróleo se disparó casi un 40% en la primera mitad de 2022, los márgenes de refino han vivido un auge mucho más extremo. El 'crack spread' o diferencia entre el precio del crudo y el precio de los productos refinados, históricamente rondaba los 20 dólares. Hoy, esa cifra está en el rango de los 60 dólares. Las empresas de refino más grandes de EEUU, como Valero y Marathon Petroleum, están generando sus márgenes de beneficio más altos en décadas", advierten desde esta firma financiera.

¿Cómo se explica esto? La clave está en la falta de inversión de los últimos años que ha reducido la capacidad de refino. Las empresas se mueven por incentivos, el dinero fluye hacia los sectores en los que existe seguridad y beneficios. En el caso del refino, las empresas han preferido paralizar sus inversiones ante la creciente apuesta de los gobiernos por las energías renovables y los planes para poner fin al uso de las energías fósiles. Las empresas recogieron el mensaje y la tendencia ha sido reducir la inversión y cerrar refinerías. Nadie está dispuesto a gastar grandes cantidades de dinero en un sector que, supuestamente, tiene los días contados.
Todo al verde
"El movimiento social a favor de la movilidad sostenible y la transición energética, hacen comprensible que las empresas petroleras hayan tendido a reducir las capacidades productivas. Sin embargo, a partir de 2021, la demanda de energía se ha recuperado con mucha más fuerza de lo esperado. Después de años de presiones muy fuertes por parte de los gobiernos para reducir los combustibles fósiles a favor de alternativas ecológicas, las compañías petroleras se muestran reacias a aumentar la capacidad una vez más", sostiene el informe del banco suizo.
Desde el Instituto Canadiense de Investigación Energética explican en un informe que la planificación, el diseño, la obtención de permisos y la construcción de una nueva refinería mediana es un proceso de 5 a 7 años, con costes que oscilan entre los 7.000 y los 10.000 millones de dólares, sin incluir la adquisición de terrenos. El coste varía según la ubicación, el tipo de crudo a procesar y el tamaño de la planta. Esta es una industria muy intensiva en capital e inversión, por lo que se necesita una seguridad jurídica y económica grande para emprender este tipo de inversión.
Una capacidad a la baja
No solo no se plantea la construcción de nuevas refinerías, la capacidad de refino de las actuales ha estado disminuyendo constantemente desde 2020, lo que ha llevado las tasas de utilización a niveles cercanos al 100% (no se puede refinar más crudo con la capacidad actual). En el caso de EEUU, por ejemplo, la capacidad de refino hoy es un millón de barriles por día inferior a la previa a la pandemia del covid.
"Sin embargo, este fenómeno no es específico de EEUU, ya que la reducción global de la capacidad diaria se acerca a los tres millones de barriles. Hay muchas razones para la disminución de la capacidad de las refinerías. Entre estas se incluyen el clima extremo, errores en el pronóstico de la demanda y la retirada del mercado de las refinerías ubicadas en Rusia, debido a la guerra con Ucrania. Sin embargo, la causa más importante de esta pérdida de capacidad de refinería es la importante disminución de la inversión en la industria", advierten estos expertos del banco suizo.
Este no es un fenómeno reciente, ya que el número de refinerías ha ido disminuyendo desde principios de la década de 1980. De hecho, no se ha construido ninguna nueva refinería importante desde finales de la década de 1970, mientras que muchas están cerrando o integrándose en grandes grupos petroleros. "Esta tendencia ha creado una capacidad de refino inadecuada para satisfacer la demanda. En caso de clima adverso o interrupciones imprevistas, el desequilibrio entre la oferta y la demanda se amplia, y conduce a márgenes aún más altos", aseguran estos expertos.
Según datos de Freemarket en la Unión Europea se han cerrado 24 refinerías durante la última década. Esto supone un recorte del 10% en la capacidad de refino del continente. Y es que la rentabilidad de la actividad de convertir el crudo en combustible no ha sido atractiva para las petroleras europeas (hasta ahora) y se solía traer de Rusia el producto directamente refinado. "La consecuencia del shock de oferta y de que Europa no haya hecho los deberes en refino hace que los precios de referencia mundiales hayan aumentado significativamente", según recogen en Freemarket.
Por ahora, la escasez real de combustible solo ha llegado a países con ingresos bajos y problemas internos, pero el riesgo sigue presente para casi todo el mundo. Daniel Yergin, vicepresidente de S&P Global, avisa en una columna en Project Syndicate que esta tensión en el sector del refino genera grandes riesgos ante cualquier eventualidad: "Un posible accidente, una mala decisión política o un huracán que destruya refinerías en la costa del Golfo EEUU y la situación podría empeorar aún más".
No hay solución rápida
La AIE advertía en su último informe mensual sobre el mercado de petróleo que "en las circunstancias actuales, el riesgo es de calado. Recuperar las refinerías suspendidas implica un serio compromiso financiero y un largo trabajo de rehabilitación. Con la cobertura de inventarios tan reducida después de las agudas caídas de los últimos meses, el alivio más inmediato para los mercados solo podría provenir de medidas del lado de la demanda, es decir, de la destrucción 'natural' de la demanda".
Charles-Henry Monchau, economista jefe de Syz, cree que "no hay una solución inmediata para presionar los márgenes de las refinerías, aunque los gobiernos sí cuentan con algunas herramientas para mitigar los precios vertiginosos en las gasolineras. Uno de los más populares es el uso de impuestos: ya sea imponiendo impuestos únicos o reduciendo el impuesto nacional a la gasolina". El petróleo crudo solo representa el 50% del precio de la gasolina, y los costes de refino, los impuestos estatales, especiales y los costes de distribución constituyen el resto.
"Por lo tanto, eliminar algún impuesto podría tener un impacto sustancial en los precios del combustible para los consumidores. No resolvería el desequilibrio entre oferta y demanda de derivados del petróleo, pero al menos empezaría a frenar las subidas de precios a corto plazo. Otra solución es presionar la demanda. El aumento de las tasas de interés en EE. UU. eventualmente debería aumentar el desempleo y disminuir los salarios, lo que luego debería pesar sobre la demanda.
Este experto recuerda que, a largo plazo, la reducción de los precios de surtidores deberá resolverse mejorando la situación del suministro. Esto significa aumentar una vez más la capacidad de refino o buscar una solución alternativa que sea rápida, poco dolorosa y no muy cara, es decir, algo bueno, bonito y barato. Por ahora, no se ha encontrado nada con esas características.
Desde Syz piden pragmatismo y creen que se deberían cambiar las políticas y los mensajes de los gobiernos para permitir que las compañías petroleras vuelvan a invertir en la industria del refino. "La invasión de Rusia a Ucrania ha cambiado la situación de seguridad energética en muchos países desarrollados. Es imperativo que adoptemos políticas pragmáticas que continúen invirtiendo en la transición energética mientras se estimula a las compañías petroleras para aumentar su capacidad de producción de combustibles fósiles en los próximos años", sentencia el informe de este banco.