El precio del crudo como materia prima es una cosa, pero lo que finalmente afecta al bolsillo del ciudadano de a pie es el precio del combustible. A pocos se les escapa el dinero que supone a día de hoy llenar un depósito del coche y aunque el precio del petróleo ha cedido en la última semana ante los miedos a la recesión, es poco probable que las gasolineras ajusten sus precios a la baja con la misma velocidad.
La clave está en la escasez de productos refinados y en el propio margen de refino de crudo. Con la salida del petróleo ruso del mercado occidental por las sanciones, la falta de suministro de gasolina, y en especial de diesel, ha puesto a las refineras europeas a trabajar sin descanso y el sector se ha visto en un brete para abastecer al mercado con diligencia.
Según datos de Freemarket en la Unión Europea se han cerrado 24 refinerías durante la última década. Esto supone un recorte del 10% en la capacidad de refino del continente. Y es que la rentabilidad de la actividad de convertir el crudo en combustible no ha sido atractiva para las petroleras europeas (hasta ahora) y se solía traer de Rusia el producto directamente refinado. "La consecuencia del shock de oferta y de que Europa no haya hecho los deberes en refino hace que los precios de referencia mundiales hayan aumentado significativamente", según recogen en Freemarket.
El diésel dobla al crudo
Como apuntan desde la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) el precio del diésel en el continente se ha disparado casi el doble que el del barril de Brent desde que comenzó la guerra de Ucrania, con el impacto que tiene eso en países como España donde el consumo de este combustible es superior al de la gasolina u otros derivados.
Es decir, el aumento de los precios no viene dado solo porque el petróleo esté caro, sino que a medida que se realizan los diferentes procesos hasta obtener el producto final su precio se incrementa en cada paso de la cadena de suministro. "Ahora, no hay mucho diésel que comprar. Eso es un gran problema porque el gasóleo es el caballo de batalla de la economía mundial", explica el economista especializado en materias primas de Bloomberg, Javier Blas.
Al ser el combustible prioritario en el transporte (salvo en el tráfico aéreo que normalmente se utiliza queroseno) el diésel aumenta la presión inflacionista en todo le mundo, según el experto de Bloomberg. "Más que el coste del petróleo, la subida de los precios del gasóleo debería ser la principal preocupación de los bancos centrales", fulmina Javier Blas, quien entiende que la situación del refino de combustibles en Europa es un problema anterior a la invasión rusa de Ucrania (véase final del texto).
No obstante, dentro de Europa las petroleras refineras que operan en España han marcado las diferencias respecto al resto de Europa (como pueden ser Repsol, Cepsa o BP). Según Freemarkets los operadores sobre suelo español han invertido más de 7.000 millones de euros en mejorar las refinerías de crudo en España hasta sacar brillo y mejorar su capacidad un 16% desde 2009. Una operación que a día de hoy permite atender al mercado nacional para mitigar el déficit de gasóleo.

Mientras las divisiones de refino eran deficitarias en muchas petroleras europeas en ejercicios anterior, a día de hoy es la actividad del negocio que permitirá alcanzar beneficios operativos récords este 2022. Ocurrirá con Repsol o con BP, por ejemplo, según pronostica el consenso de mercado recogido por Factset que dan a la española un beneficio operativo (ebitda) en 2022 un 45% superior al del año pasado hasta superar los 11.000 millones de euros. De hecho, a pesar de la caída que acumula Repsol en bolsa desde su máximo del año (un 18%) de la mano del precio del barril Brent las estimaciones que hacen los expertos de los beneficios de la compañía no merman, lo que evidencia que el refino seguirá siendo lucrativo a pesar de la caída del precio del crudo.
El milagro de Repsol
El pasado jueves, Repsol actualizó sus cifras de negocio del segundo trimestre (previos a los resultados) y constató que su margen de refino alcanzó los 23,3 dólares por barril hasta junio, lo que triplica los casi 7 que alcanzó en el primer tercio de 2022 (y que ya supuso un salto significativo respecto a su media del año anterior). "Repsol tendrá márgenes de refino por encima de la media hasta, por lo menos el primer semestre de 2023", según Citi. El banco de inversión estima que el margen puede situarse en los 11,2 al cierre de 2022 mientras que el Banco Sabadell pronostica la media para este ejercicio en los 10,5 dólares por barril.
El milagro de Repsol tendrá sus réplica en otras compañías. Shell obtuvo un extra de más de 1.000 millones de dólares durante el último trimestre cerrado de este año solo gracias al refino, que creció un 170% respecto al trimestre anterior. Así, paso de registrar un margen de refino de 10 dólares a los más de 28 por barril. Misma suerte corre BP, a pesar de haber perdido su participación en las compañías rusas como respuesta a las sanciones impuestas por la invasión de Putin a Ucrania. Y es que compañías como Rosneft eran las que aportaban a la media dentro del grupo dado que estaban mejor preparadas para el refino. Pero existe un efecto perverso para las petroleras con el refino. Si el precio del crudo sube hasta el punto de contraer el consumo, el combustible que dejan de vender se come los márgenes que perciben gracias al refino.
El gas natural aúpa al precio del gasóleo
Las refineras europeas utilizan el gas natural para producir hidrógeno, y éste para eliminar el azufre del gasóleo. Como el gas natural se ha encarecido desde finales de 2021, según recoge Bloomberg, el sector recortó la producción de diesel antes del conflicto en Ucrania. Por otra parte, el crudo bajo en azufre se encuentra en países miembros de la OPEP+, como Nigeria o Angola, que no tienen mucho margen para aumentar la producción. Los que sí pueden aumentarla son Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, pero su crudo es alto en azufre, por lo que transformarlo es más caro.