Miedo, miedo y más miedo. 2022 sigue su sangriento transcurso en las bolsas con jornadas de histeria en las que los temores se sienten más y los retrocesos se agrandan. Ocurrió el pasado 5 de julio con el pánico a la recesión multiplicándose y el petróleo hundiéndose, y ha vuelto a ocurrir este jueves, con la Reserva Federal de EEUU, el banco central al que mira todo el planeta, calentando motores para una contundente -y quizá histórica- subida de tipos en pocos días, algo que eleva los riesgos de recesión y que se traduce en más dolor en los parqués. Los selectivos europeos cierran la sesión con caídas que superan el 1,5% -han estado muy cerca de superar el 2%- con Wall Street cotizando con descensos similares.
La sesión bursátil continental acaba con el EuroStoxx 50 bajando un 1,66% hasta los 3.396,61 puntos. Por su parte, el Ibex 35 pierde un 1,77% hasta los 7.804,30 puntos. El selectivo patrio pierde en una sola jornada los 7.900 y ha arriesgado los 7.800. Con todo, el índice más sufrido de Europa hoy ha sido el Ftse Mib: la bolsa de Milán ha perdido un 3,44% hasta los 20.554,33 puntos por la enésima crisis política que vive el país. En el año, la referencia europea pierde un 20,98% (entra de nuevo en mercado bajista) y la española un 10,44%.
"Importantes descensos en las bolsas europeas que están llevando a los índices del Viejo Continente a aproximarse a los mínimos que marcaron el martes de la semana pasada, que fueron el origen de un rebote que en ningún momento logró superar resistencias, como los 3.600 del EuroStoxx 50 o los 8.400 puntos del Ibex, necesarias para alejar los riesgos bajistas", sintetiza Joan Cabrero, asesor de Ecotrader.
"Lo más destacable de la sesión de hoy ha sido ver cómo el Ibex 35 ha logrado resistir sobre soporte que le proporciona la parte inferior del hueco que abrió al alza a comienzos de marzo desde los 7.780 puntos. El cierre de este hueco sería de todo menos algo alcista y plantearía una probable caída a los mínimos de marzo en la zona de los 7.300 puntos", añade Cabrero. El riesgo de volver a marzo, con el golpe de la invasión de Ucrania cuando aún no se había cerrado la 'herida ómicron' está ahí.
En los mercados todavía ha coleado esta jornada la resaca del 'flamígero' dato de IPC de junio en EEUU conocido el miércoles (9,1% internual). Esta abultada lectura, que quemó unas previsiones que ya eran altas (hoy el IPP o precios al productor en EEUU ha confirmado las presiones inflacionarias), ha alimentado el runrún de que la Fed subiría en su reunión de julio los tipos en 100 puntos básicos en vez de en 75, como se esperaba y como hizo en junio, siendo esta ya la mayor subida de una sola vez desde 1994. Si decide subirlos en 100 puntos básicos, como hizo ayer el Banco de Canadá, el precedente estará en los comienzos de los 80, cuando Paul Volcker presidía el banco central.
Aunque de momento es solo una 'apuesta', los operadores cada vez dan más probabilidades a este movimiento y casas de análisis como Nomura o Citigroup se han 'subido al carro'. "Dado que la Fed ha dejado 'súper claro' que la lucha contra la inflación es el objetivo número uno y que están dispuestos a correr el riesgo de una recesión para lograr ese objetivo, cuanto más persistente sea la inflación, mayor será el riesgo de recesión" escribe en una nota el estratega Dennis DeBusschere, fundador de 22V.
"Cabe reiterar que el mayor temor de los inversores en estos momentos es que la lucha de los bancos centrales contra la inflación acabe provocando un aterrizaje brusco de la economía mundial", apostillan desde el Departamento de Análisis de Link Securities.
"Estamos asistiendo a un cambio en la actuación a la que nos tiene acostumbrados la Reserva Federal en los últimos ciclos", afirma Tim Ng, gestor de renta fija de Capital Group. "Y la razón es evidente: la inflación es demasiado elevada". Según Ng, los inversores deben estar preparados para un aumento de la volatilidad, mientras la Reserva Federal y otros bancos centrales tratan de reducir la inflación sin llevar la economía mundial a la recesión. "A lo mejor no es posible conseguir las dos cosas".
Otro de los catalizadores negativos de la jornada ha venido de los grandes bancos de Wall Street, que inauguraban temporada de resultados. Los operadores han vuelto a darse un baño de realidad cuando JP Morgan Chase ha anunciado que suspende temporalmente las recompras de acciones al no alcanzar las estimaciones de beneficios y cuando Morgan Stanley ha publicado una caída de los ingresos de la banca de inversión. Este golpe se ha notado enseguida en las cotizaciones.
En clave Europa, las malas noticias llegan desde Italia. El país afronta su enésima crisis política añadiendo incertidumbre al panorama. El delicado gobierno de unidad nacional encabezado por Mario Draghi ha sufrido un duro revés cuando uno de sus integrantes, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) se ha desmarcado de una votación clave en el Senado para aprobar un paquete de ayudas contra la crisis propuesto por el primer ministro y ex del BCE. Los parlamentarios de la formación antisistema, recientemente escindida por disensiones internas, han optado por no acudir a la votación. Aunque el paquete ha salido adelante, la amenaza previa de Draghi de dimitir si no contaba con todo el apoyo dentro de su Ejecutivo complica el horizonte. Todos temen unas elecciones en otoño.
La traducción en los mercados no ha tardado en llegar. La bolsa de Milán se ha venido abajo con los bancos (Intesa Sanpaolo, Banco BPM y UniCredit) cayendo por encima del 5%. Asimismo, el rendimiento de los bonos a 10 años ha subido hasta aumentar el diferencial con el alemán al máximo en un mes. Con el bund alemán en un 1,185%, el bono italiano a 10 años (BTP) escala hasta el 3,4%. La prima de riesgo de Italia, que mide el diferencial entre el bono alemán y el italiano a diez años, ha llegado a los 225 puntos básicos.
Esto último es un importante golpe para el BCE, que prepara su herramienta 'antifragmentación' precisamente para que no se disparen a cada temor los diferenciales de los bonos periféricos como el italiano. "Es justo decir que una crisis política llegaría en el peor momento posible para el BCE, ya que tiene que adjuntar algún tipo de condicionalidad a su instrumento", señala Antoine Bouvet, de ING. "La política italiana tira de la manta bajo el BCE", apunta Davide Oneglia, director de investigación macro europea y global de TS Lombard.