Bolsa, mercados y cotizaciones

La inflación caerá a partir de junio, pero aún hará máximos hasta marzo

  • La previsión del BCE del 3,2% para el IPC en 2022 supera todas las previsiones
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La gran paradoja de la pandemia de Covid es que la excepcionalidad se ha convertido en una constante. Hechos extraordinarios como que "haya más volatilidad en las previsiones de inflación de instituciones y analistas que en las expectativas que se reflejan en el mercado", según destaca Marian Fernández, responsable de macroeconomía de Andbank España. La experta hace referencia a la estimación del 3,2% para el IPC en la eurozona en 2022 que actualizó este jueves 16 de diciembre el Banco Central Europeo (BCE), por encima de la previsión que publicó la Comisión Europea a mediados de noviembre, del 2,3%, también de la media del consenso de economistas y expertos que reúne Bloomberg, que se situaba este viernes en el 2,5%, y lejos de lo cotizado en mercado, con los tipos de referencia de la deuda quedándose cerca de la media de 2021 al cierre de la semana -en el caso de España alrededor del 0,35% y en el de Alemania en el -0,4%- y con las expectativas de inflación a medio plazo sin inmutarse, en el 1,85%, por debajo del propio objetivo del BCE, el 2%.

La inesperada previsión del organismo comunitario refleja distintas intenciones y lecturas que marcarán 2022. La intención más intuitiva, que la institución que maneja la política monetaria de la eurozona quiere darse margen para ejecutar su plan de retirada de estímulos con total flexibilidad, ante las múltiples incertidumbres que amenazan la recuperación económica, y que no vacila en admitir, como son, principalmente: los coletazos del coronavirus a pesar de la vacunación masiva, el elevado (elevadísimo) coste de la energía y los cuellos de botella en el comercio mundial por el desajuste entre la oferta -con problemas para reanudarse en todo el mundo y principalmente en China- y la demanda -contenida en los confinamientos y que ha explotado sin remedio en los últimos meses, apoyada también por el ahorro acumulado en los periodos de inactividad y por los propios estímulos fiscales y monetarios-.

Por otra parte, la lectura más esclarecedora respecto la previsión del 3,2% para el IPC en el próximo año del BCE es que Covid, energía y cuellos de botella, que, además de ser las principales incertidumbres para la recuperación actualmente, han provocado los últimos picos de inflación en la eurozona y en todo el mundo, van a seguir muy presentes en el arranque de 2022.

Según la estimación del BCE, la energía, que viene aportando dos tercios de los avances del IPC general -en noviembre se registró el máximo histórico del 4,9% interanual en la eurozona- y que se traslada irremediablemente al resto de componentes de las cestas de precios, continuará empujando hasta al menos la segunda mitad de 2022.

Para empezar, la previsión de la evolución interanual para diciembre que recoge el consenso de Bloomberg para la eurozona se queda en el 4,5% y se va hasta el 5% para firmas de análisis como Oxford Economics.

Este viernes, el Banco de España subió su previsión de inflación en 2022 al 3,7% para nuestro país, "lo que probablemente significa ve inflación alta durante el principio de 2022 y luego cayendo fuerte", comenta Ángel Talavera, de Oxford Economics. En la proyección, la institución espera que unos 2 puntos los siga aportando la energía en el conjunto del año.

Hasta junio

Precisamente fue a partir de junio de 2021 cuando el IPC comenzó a acelerar por encima del 2%, y esa coincidencia hace que el propio efecto base baste para poder predecir una caída del ritmo de incremento del indicador que mide los precios.

Aunque lo realmente importante para juzgar si el problema de la inflación pasa de ser más o menos temporal a convertirse en una verdadera crisis de hiperinflación como la de los años 70 y 80 del siglo pasado es que el coste de la energía caiga, y pase a ser deflacionista, y que los cuellos de botella del comercio mundial se ensanchen, como la mayoría de expertos consultados por elEconomista considera que ocurrirá en el segundo semestre de 2022.

"Nadie puede descartar en estos momentos nada, y en particular a lo que respecta a la evolución de los precios energéticos teniendo en cuenta las enormes incertidumbres que existen, pero sí diría que es altamente improbable que los precios de la energía en 2022 sigan subiendo al ritmo que estamos viendo actualmente", explica Ángel Talavera, de Oxford Economics. "Esto, mecánicamente, significará que pasarán de contribuir varios puntos de inflación como están haciendo actualmente a una cifra mucho menor, o incluso a contribuir de forma negativa si es que los precios caen", continúa.

Rosa Duce: "Los pedidos acumulados hacen previsible que no veamos una situación de 'normalidad' hasta bien entrado el verano"

El economista utiliza un ejemplo: si los precios de la energía se quedan dónde están, pasarán de estar creciendo a un 30%-40% actualmente a 0% el año que viene al hacer la comparación interanual. "Es por eso que considero improbable que veamos una inflación cercana al 5% en 2022, incluso asumiendo que la inflación subyacente probablemente va a seguir subiendo gradualmente", incide, y concluye: "Ahora bien, en el ejemplo anterior, si los precios de la energía no caen substancialmente seguiremos viendo un impacto importante en la renta de las familias y en los márgenes empresariales".

José Manuel Amor, socio director del área de análisis económico y de mercados de Afi, que antes de conocerse la revisión de la previsión de inflación general del BCE al 3,2% para 2022 ya situaba la suya en el 3%, coincide en que la moderación vendrá por el componente de la energía "porque será negativa en octubre, noviembre, diciembre, aunque hasta ese momento todavía las lecturas del IPC van a ser altas".

"Aunque esperamos que poco a poco los cuellos de botella se vayan reduciendo, a medida que la oferta y la demanda se reajusten, los pedidos acumulados hacen previsible que no veamos una situación de 'normalidad' hasta bien entrado el verano", añade Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank España, quien admite que "el efecto base jugará a nuestro favor", pero considera que "no será hasta el último trimestre del año, que es cuando compararemos con los momentos más altos de inflación de 2021".

La cuestión del gas

"Nuestras previsiones apuntan a una inflación a cierre de 2022 que estará todavía por encima, aunque muy cerca del 2%, y no será hasta 2023 cuando veremos cifras por debajo de dicha barrera", prosigue la experta. "En cualquier caso, creemos que la inflación no volverá a bajar a niveles tan bajos como los existentes antes de la pandemia", remata.

La mayor parte del aumento actual de los precios de la energía en la eurozona está relacionado con la escasez de gas. "Debido a las perspectivas de transición hacia las energías renovables, se ha producido una subinversión en la extracción de gas natural", reconoce Eric Dor, director de estudios económicos de la IESEG School of Management , quien observa que, además, "muchos proyectos de exportación hacia Europa también se han aplazado en países productores".

Eric Dor: "Ha habido un exceso de optimismo sobre la velocidad con la que la energía verde puede reemplazar a recursos fósiles"

Según la opinión de este economista francés, "ha habido un exceso de optimismo sobre la velocidad con la que la energía verde puede reemplazar a recursos fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas", con riesgos geoestratégicos mediante que hacen que "estos problemas vayan a requerir mucho tiempo para solucionarse".

Respecto a su impacto en el IPC general, Eric Dor calcula que "incluso si los precios de la energía se mantuvieran en sus máximos actuales, su impacto inflacionista disminuiría progresivamente a lo largo de 2022".

"Por supuesto, si la escasez empeora, con, por ejemplo, una interrupción de las importaciones de Rusia debido a factores geoestratégicos, los precios de la energía podrían aumentar aún más", alerta este experto.

José Manuel Amor, de Afi, señala otros efectos colaterales que tiene la subida del gas, como el impacto indirecto en la agricultura y en los alimentos -uno de los componentes del IPC más ha subido en los últimos meses, incluso durante los confinamientos de 2020 por distintas circunstancias-, al elevar el coste para obtener fertilizantes, lo que "se dejará notar en 2022".

Otro elemento inflación de la coyuntura actual es que "la transición ecológica requiere enormes inversiones que consumen muchos productos básicos que escasean", finaliza Eric Dor.

Segunda ronda

Más allá del impacto de el coste de la energía y de los cuellos de botella aparece la conocida inflación de segunda ronda, la que se traslada de los bienes y servicios a los salarios de los trabajores, y que ya ha hecho aparición en Estados Unidos, llevando su pico de inflación al 6,8%, según el IPC interanual de noviembre.

En la teoría, la pérdida de poder adquisitivo debido al aumento de la inflación general conduce inevitablemente a aumentos salariales, que, seguidamente, aumentan los costes de producción y provocan aumentos adicionales de precios.

"En este momento parece más probable que este brote de inflación, impulsado principalmente por los precios de las materias primas y la escasez de suministros relacionada con la pandemia, tenga como consecuencia una menor demanda final de los consumidores en lugar de subidas salariales, y eso podría tener impacto en el crecimiento de la eurozon", reflexiona Jim Leaviss, CIO de deuda pública de M&G de Investments.

"La afiliación sindical es muy inferior a la que había la última vez que vimos una espiral en la inflación salarial, y el mercado laboral está globalizado, a pesar del Brexit y de algunas guerras comerciales (por ejemplo, China), por lo que si los salarios suben en Europa, la fabricación puede trasladarse a Turquía, Vietnam o México, lo que no sucedía en la década de 1970, así que el capital sigue prevaleciendo sobre los trabajadores", concluye el experto de la gestora.

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