La Reserva Federal comienza hoy su primera reunión de política monetaria del año bajo el cambio de mando en la Casa Blanca. El presidente del banco central, Jerome Powell, ya no tendrá que lidiar con los tuits de un mandatario que arremeta contra las "cabezas de chorlito" al referirse a las decisiones del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, su templanza y sintonía con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, serán decisivas no solo para evitar errores del pasado, como la pataleta sufrida por el mercado en 2013 cuando la Fed comenzó a telegrafiar al mercado su intención de dejar de engullir activos, sino para conservar su cargo al frente de la Fed cuando éste expire en febrero del próximo año.
Para entonces, las principales mesas de inversión consideran que el FOMC habrá informado al mercado sobre su intención de reducir los 120.000 millones de dólares en compras que continuarán en marcha a lo largo de 2021. Esto ocurrirá incluso aunque esté previsto que los estímulos fiscales a gran escala que coteja la Administración del demócrata Joe Biden provoquen que las presiones inflacionarias aparezcan antes de lo previsto.
"Las declaraciones de los distintos miembros del FOMC indican que hay opiniones divergentes sobre el momento en que debe comenzar la disminución del balance", explica Ellen Zentner, economista de Morgan Stanley. Sin embargo, espera que Powell subraye el miércoles que cualquier cambio todavía está lejos. "Seguimos esperando el anuncio de una reducción en la reunión de diciembre que comenzará en enero de 2022", añade.
El balance de la Fed comienza el año en máximos históricos al alcanzar ya los 7,41 billones de dólares. Si mantiene su ritmo de compras intacto, lo engordará en otros 1,4 billones de dólares. Todo ello en un momento en que las condiciones económicas no indican una nueva contracción en el horizonte como es el caso de Europa. De hecho, la euforia en la toma de riesgos llega avalada por la inminente expansión fiscal.

Suponiendo que el Congreso apruebe la mayoría de los planes de Biden y las vacunaciones continúen su curso, las inyecciones para estimular la demandan podrían ascender a un 20% del PIB este año, si no más, según señala el principal asesor económico de Allianz, Mohamed El-Erian. Esta coyuntura puede empujar el nivel de los precios en 2021 por encima del objetivo del 2%.
Ryan Swift, estratega de renta fija en BCA Research, considera que la inflación interanual tocará su punto máximo en abril. Aun así espera que la reducción del balance no se comunique hasta que la tasa de desempleo se acerque al 4,5%.
Posteriormente, el incremento de tipos no se producirá hasta que el paro se mantenga entre el 3,5% y el 4,5%, sin importar lo que suceda con la inflación. "Incluso cuando el criterio de pleno empleo se cumpla, la inflación anual sobre el Gasto de Consumo Personal (PCE) debe situarse por encima del 2% antes de que se considere un aumento en las tasas", estima.
Es importante tener en cuenta que la Fed busca evitar errores del pasado, como endurecer la política monetaria antes de lo previsto. Recordemos que el 31 de julio de 2019, mucho antes del impacto de la pandemia, Powell redujo las tasas por primera vez desde 2008 hasta situarlas en un rango del 2 y el 2,25%.
Seis años antes, Ben Bernanke generó estragos con el mero hecho de aventurar el fin de los estímulos cuantitativos. "Es mucho más probable que peque de precavido para evitar berrinches", reconoce Paul Ashworth, de Capital Economics.
Paralelamente, la Administración Biden, con Yellen al frente del Tesoro, se asegurarán que la Reserva Federal no pierde de vista otros aspectos de su mandato como conseguir la igualdad económica racial así como la batalla contra el cambio climático.
A día de hoy, Biden sólo tiene margen para nominar un puesto vacante en el Consejo de Gobierno de la Fed, formado por un total de siete miembros, pero tendrá que decidir este año si renovará o reemplazará a Powell.