La ausencia de inflación y el buen comportamiento de la renta fija en los últimos años ha permitido que hasta el inversor más conservador no perdiera poder adquisitivo con sus inversiones y que incluso arañase un pellizco extra de rentabilidad. Pero el escenario cambia a partir de ahora: las previsiones apuntan a un regreso de la inflación y a retornos del 0% o negativos en los bonos.
El horizonte se complica para el inversor conservador. Las familias españolas guardan más de 960.000 millones de euros en depósitos y efectivo, sin ninguna rentabilidad. Equivalen al 41% de todo el ahorro financiero. Otro 13,8% está en fondos de inversión, y la mitad del dinero en éstos también se canaliza hacia los vehículos más conservadores con un alto componente de renta fija en sus carteras. Hasta ahora, esto no suponía un problema en términos de rentabilidad para el inversor, ya que la ausencia de inflación les permitía mantener su poder adquisitivo e incluso arañar un interés extra gracias al buen comportamiento de los bonos y, en especial, de la deuda pública. Sin embargo, todas las previsiones señalan en la misma dirección: habrá un aumento gradual de los precios en los próximos años, que llegará, además, en un momento en el que la rentabilidad de la renta fija camina en zona de mínimos.
A pesar del golpe inicial que supuso la pandemia en las carteras, éste se ha ido diluyendo poco a poco, gracias a la ayuda de la política monetaria y fiscal, y la horquilla en la que se mueve la rentabilidad de los fondos más conservadores en lo que va de año oscila entre el 1,66% que ganan los de renta fija a largo plazo y el 0,8% que pierden los mixtos de deuda. Si se tiene en cuenta el efecto de la inflación (que se come una parte de lo obtenido), hasta los dueños de esos mixtos se quedan en tablas este año ya que la inflación en España es del -0,8% hasta noviembre, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En crisis de mercado anteriores, como la de 2018, a las pérdidas que generaron los activos en general, que en el caso de los fondos fueron del 4,81%, se sumó una inflación del 1,2%. Lo que significa que, en realidad, el inversor amplió sus pérdidas hasta el 6% aquel año.

De cara al que viene, "firmo conseguir rentabilidades positivas", reconocía el responsable de renta fija de una gestora española a principios de octubre. "Todo nuestro universo invertible de manera natural, sin costes, está en negativo, así que tener una cartera en positivo, con costes, es un ejercicio complicado". Lo será para toda la industria.
Al margen de repuntes puntuales que se puedan producir en los precios de los bonos, "nos situamos, de nuevo, en un valle en el que las oportunidades son escasas", describe Óscar del Diego, director de inversiones de Ibercaja Gestión. En la corporativa, las emisiones con rentabilidades atractivas cada vez son menores, a más largo plazo y con más riesgo de compañía, mientras que los intereses de la deuda pública se encuentran próximos a cero e incluso en negativo -entre pública y privada, la cantidad de papel con rendimientos inferiores al 0% supera los 18 billones de dólares, según Bloomberg-. Pero es que, además, no se esperan subidas de tipos hasta 2023 en el caso de Estados Unidos, mientras que en Europa "el BCE seguirá manteniendo las rentabilidades bajas con sus compras", añade el director de inversiones. Por lo que se asume un riesgo asimétrico con este activo.
"Las expectativas de retorno no son tan positivas como las conseguidas en años anteriores", avisa Manuel Gutiérrez-Mellado, responsable del negocio Institucional de BlackRock en España, Portugal y Andorra. Se refiere tanto a la renta variable como a la renta fija. Pero en lo que afecta a este último activo, las previsiones del banco de inversión es que "si cogemos la referencia de 10 años, la rentabilidad para la renta fija es 0, negativa o ligeramente positiva según el activo que cojas", añade.
De la sonrisa... al llanto
A esto se añade la creciente expectativa de que regrese la inflación. "Por primera vez en muchos años, el mundo podría estar al borde de un aumento sostenido de la inflación", advierten en NN Investment Partners. El impacto de la pandemia, junto con las crecientes tendencias inflacionarias y el fuerte crecimiento de la oferta monetaria "podría empujarla a niveles no vistos desde la Gran Crisis Financiera", opinan en esta entidad. A pesar de que la inflación encadena cuatro meses en negativo en Europa, al calor de un euro fuerte que dificulta su recuperación, el último cuadro macroeconómico del Banco Central Europeo (BCE) sugiere que llegará al 1% en 2021, al 1,1% en 2022 (frente al 1,3% estimado en septiembre) y al 1,4% en 2023.
En España, el pronóstico es que aún se se moverá por debajo del 1% el año que viene: la media de bancos de inversión prevé una subida de precios del 0,6%, mientras que la estimación del Banco de España es algo superior, colocándola en el 0,9%.
Mientras en EEUU el modelo clásico de cartera de un inversor conservador se construye con un 60% de renta variable y un 40% de renta fija; en Europa la proporción es del 30%-70%. Los expertos avisan que ese 30% será insuficiente para batir la inflación y conseguir un extra de rentabilidad en los próximos años. En EEUU, incluso, la ecuación ha evolucionado y ahora se divide en tres tercios: el tercero está compuesto de activos alternativos.