
El 1 de noviembre se cumple un año de la llegada de Christine Lagarde a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE). La presidenta ha tenido que lidiar en sus primeros 12 meses en el cargo con una de las peores crisis de la historia por la pandemia del coronavirus, con la zona euro inmersa en una recesión económica y la inflación en terreno negativo.
Lagarde, en su año inaugural, está siguiendo los pasos de Mario Draghi, teniendo que lidiar con un momento crítico nada más llegar a la presidencia del BCE. El italiano aterrizó en el organismo a finales de 2011 y apenas unos meses habían pasado cuando tuvo que encarar el momento más importante de su carrera, con la crisis de deuda soberana en la zona euro, que le forzó a demostrar en poco tiempo que Europa había elegido a la persona correcta para el cargo, con su intervención para calmar a los mercados con su famosa frase "Haré lo que sea necesario para salvar al euro y, créanme, será suficiente".
8 años después Draghi se despedía, habiendo salvado la crisis de deuda, pero sin haber conseguido alcanzar el objetivo de inflación, y daba el relevo a Lagarde. "No necesita de mis consejos. Ella sabe perfectamente lo que hay que hacer", sentenciaba el italiano sobre su sucesora.
El arranque de la presidenta no fue idílico, ya que, con la pandemia y las medidas para frenarla golpeando a la zona euro el pasado mes de marzo, Lagarde cometió el error de infravalorar la importancia de sus palabras en los mercados financieros.
Declaró, en un momento de tensión para la deuda europea, que el BCE "no era el responsable de reducir los diferenciales de la deuda", algo que disparó aún más las primas de riesgo. Aunque técnicamente Lagarde tenía razón, el susto la llevó a rectificar rápidamente pocos días después y demostró su compromiso para mantener "la estabilidad financiera" en Europa.
El balance del BCE crece a un ritmo sin precedentes
Después de ese desliz inicial y su posterior rectificación, un proceso con el que seguro ha aprendido la lección, en su primer año al cargo de la entidad, la francesa ha demostrado que, bajo su mando y con el apoyo del Consejo de Gobierno, el BCE sigue siendo un organismo vital, posiblemente el más importante, para salvaguardar a la zona euro.
Los 1,35 billones de euros que el organismo se ha comprometido a inyectar en la economía europea a través del PEPP (Programa de Compras de Deuda de Emergencia por Pandemia) son prueba de ello, ya que la cantidad duplica lo que los líderes europeos han acordado para la región.
Esta ha sido la medida estrella de Lagarde como presidenta, y de momento parece haber sido suficiente para calmar las tensiones en los mercados de deuda. Las compras de deuda bajo este programa, sumadas a las que todavía se hacen con el QE (Programa de Compras de deuda del Sector Público) de la era Draghi, han desembocado en un aumento del tamaño del balance de activos del BCE sin precedentes: en apenas un año este se ha disparado en 2 billones de euros, hasta los 6,74 billones en los que se mantiene actualmente.
Cómo desinflará el BCE su balance es una tarea para el futuro en la presidencia de Lagarde, y probablemente de quien la sustituya cuando acabe su mandato dentro de 8 años.
Ayudas a la banca y restricciones al dividendo
Con los tipos como los dejó Draghi, al 0% en el de refinanciación y la facilidad de depósito al -0,5%, mínimos históricos, otro de los grandes objetivos del BCE en la era Lagarde ha sido el de aliviar a los bancos y tratar de ayudarles a atravesar esta travesía del desierto de los tipos 0 de la forma menos traumática posible.
Para ello el BCE ha adoptado dos medidas en los últimos meses: el lanzamiento de nuevas rondas de Operaciones de Refinanciación para la banca (el programa TLTRO III), además de otra ronda especialmente diseñada para el periodo en el que dure la pandemia, llamada PELTRO.
Las condiciones de ambas operaciones son mejores de las que había en las rondas previas que lanzó Mario Draghi. En el caso de las TLTRO III, los bancos reciben dinero y además un interés condicionado a que ese dinero se canalice con préstamos a la economía real. Este interés puede alcanzar hasta el 1%, algo sin precedentes en la historia del BCE. El PELTRO, por su parte, otorga un interés al banco por solicitar dinero al BCE de hasta el 0,25%, y está diseñado para finalizar en septiembre de 2021.
Las ayudas a la banca han venido acompañadas de otras para controlar que el dinero no se gaste en otras cuestiones de menos importancia. El BCE, por ejemplo, ha "recomendado" que no se produzca un reparto de dividendos por parte de las entidades de la eurozona en 2020, de cara a evitar que el dinero europeo termine en manos de los accionistas a través de dividendo. En este momento ya hay rumores que apuntan a que en 2021 este veto podría levantarse, o reducirse, estableciendo un límite al payout de la banca europea.
¿Qué tiene queda por delante?
La crisis del Covid parece no haber hecho más que empezar. Aunque ha sido un primer año muy intenso, Lagarde va a tener trabajo por delante, y se especula con que el BCE ya estaría manos a la obra, preparando la próxima inyección de estímulos, con otros 500.000 millones en compras de deuda para el PEPP que se espera que se anuncien en diciembre, y una ampliación de la fecha en la que debería cerrarse el programa hasta diciembre de 2021.
Al margen de aumentar las compras de deuda, Lagarde aún no ha echado mano de los tipos de interés, la herramienta más tradicional de un banco central. La presidenta ha dejado bien claro en las últimas reuniones que no descarta bajar más los tipos de interés si fuese necesario, ya que considera que aún no se ha alcanzado la tasa de reversión. Habrá que esperar a ver si la situación requiere de esta medida.
Con las vistas puestas más a largo plazo, es probable que a Lagarde le depare un futuro en el que tenga que gestionar algo tan delicado como el desmantelamiento de toda esta red de estímulos, una tarea que exigirá la mayor delicadeza para evitar dar sustos a los mercados financieros. Está por ver si ella consigue ser la primera presidenta del BCE en décadas que incrementa los tipos de interés en la zona euro. La última subida la llevó a cabo Jean Claude Trichet en el año 2011.
Revisión estratégica en 2021
Otra de las grandes tareas de Lagarde es la revisión estratégica que ya ha anunciado, y se ha tenido que retrasar por el Covid, con la esperanza ahora de que arranque el año que viene. En esta revisión el BCE va a replantearse, como ya ha hecho la Reserva Federal estadounidense (Fed), cómo funciona toda la maquinaria del organismo.
Con Lagarde y la revisión estratégica podría haber un cambio de era en la política monetaria europea. Han reconocido que mirarán aspectos clave como el propio objetivo de inflación (del 2%, o ligeramente por debajo), y el impacto climático que tiene el organismo, al que se le ha criticado que contribuya a la supervivencia de sectores contaminantes, al ser uno de los grandes financiadores de negocios como el petrolero. Lagarde ya ha admitido la posibilidad de que esto pueda cambiar en el futuro.