Bolsa, mercados y cotizaciones

El cambio de guardia de Wall Street a Europa necesita de la 'vieja economía'

  • Lo previsible es que Europa se acerque al estar más barata ahora
Foto: Getty
Madridicon-related

Seis meses después del crash provocado por la pandemia de coronavirus en las bolsas mundiales, el S&P 500 vuelve a cotizar en zona de máximos históricos y ya gana alrededor de un 5% en 2020. El principal índice de EEUU, que llegó a desplomarse más de un 30%, sube cerca de un 50% desde el suelo de la crisis, espoleado por el peso cada vez mayor en su composición de un sector tecnológico que ha surgido como el gran beneficiado de la nueva normalidad. Tanto, que el selectivo que mejor representa a esta industria, el Nasdaq 100, asciende cerca de un 65% desde los mínimos de marzo y reconquistó niveles previos al crash y máximos históricos hace ya algunas semanas. Un ritmo que la bolsa europea, con un mayor sesgo de economía tradicional y cíclica, ha sido incapaz de seguir. La brecha del Stoxx 600 –pierde un 12% en el año– con Wall Street es de más de 17 puntos porcentuales y es precisamente una vuelta a la vieja normalidad, que implique un fuerte crecimiento económico, inflación y expectativas de un incremento de los tipos de interés, la condición necesaria para que se produzca un cambio de guardia en los parqués y que la bolsa europea se encamine a reducir el diferencial.

"La economía digital ha recibido un empujón estructural", reconoce David Tomás Navarro, gestor de renta variable de Andbank WM, quien considera que ciertos negocios como el comercio 'online' o aspectos como el teletrabajo "han dado saltos de varios años hacia adelante" gracias al contexto social y económico generado por las medidas de confinamiento y distanciamiento tomadas prácticamente a nivel global para contener los contagios por Covid-19 y evitar el colapso de los sistemas sanitarios.

"Un entorno de crecimiento bajo, sin inflación y con tipos de interés en mínimos por mucho tiempo seguiría beneficiando al sector tecnológico de EEUU", añade Sasha Evers, director general para Iberia y Latam en BNY Mellon IM. Un escenario que debería cambiar radicalmente en los próximos meses si los estados consiguen controlar los rebrotes de la pandemia para reducir su impacto en la economía y, sobre todo, si se avanza definitivamente hacia una vacuna eficaz.

"Una vez resueltas las incertidumbres que amenazaban al proyecto comunitario y aprobado el plan de recuperación de la Comisión Europea es ahora la economía norteamericana la que presenta más nubarrones en el horizonte", considera Miguel Ángel Villoslada, director de gestión de carteras de MoraWealth, quien alude a "las diferencias en el Congreso sobre la extensión de los planes de estímulo, a las elecciones presidenciales y a las renovadas tensiones comerciales con China", mientras que, por el lado macroeconómico, recalca que "el escenario de recuperación en Europa es cierto", destacando que "la rotación sectorial y de estilo hacia compañías y sectores más castigados durante la fase más dura de la pandemia se extenderá en el tiempo y favorecerá a la bolsa del Viejo Continente por las características propias de los índices". "La situación de Europa parece mejor que la de EEUU desde el punto de vista económico, político y sanitario y sobreponderamos acciones europeas", coincide con rotundidad Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM.

"En tiempos de mayor incertidumbre, la renta variable estadounidense tiende a tener un rendimiento superior", incide, por su parte, Stefan Hofrichter, director de economía y estrategia global en Allianz Global Investors, quien confía en que a partir de ahora la brecha se irá estrechando por la atractiva valoración que ofrece Europa respecto a Wall Street, pero afirma que será un proceso que se alargará en el tiempo. El Stoxx 600 cotiza actualmente un PER (veces que el beneficio está recogido en el precio de las acciones) de 16 veces, según las estimaciones de ganancias para 2021, un 20% por debajo del exigente multiplicador que presenta el S&P 500.

Derrocar a la tecnología

"Muchos factores deberían respaldar que la bolsa europea se ponga al día, pero puede no tener un catalizador lo suficientemente fuerte para lograr un rendimiento superior, que quizá exigiría una pérdida de liderazgo del sector tecnológico estadounidense, lo que parece poco probable a medio plazo", matiza Esty Dwek, estratega de Natixis IM. El peso de la tecnología no era mayor en el S&P 500 desde la burbuja puntocom –ya roza el 28%–, lo que exige la visibilidad con la que cuenta ahora mismo vire hacia los sectores tradicionales importantes para la bolsa europea, como el industrial, que exige un fuerte crecimiento económico tras el desplome de la actividad, el de los recursos básicos, que necesita inflación, o el financiero, que a lo anterior debe sumar la expectativa de subida de los tipos de interés.

"Con la información de que disponemos actualmente, lo más lógico en el corto plazo sería que la brecha entre ambas bolsas se mantenga, a la falta de un catalizador que preceda un cambio de tendencia y a la espera de los rebalanceos de cartera que previsiblemente tendrán lugar en septiembre", observa Andrés Aragoneses, analista de Singular Bank. "Las bolsas europeas pueden tener puntualmente períodos de mejor comportamiento en situaciones de mayor optimismo respecto al ciclo económico, ya sea por noticias positivas relacionadas con una vacuna, por disminución de contagios o por mayor apertura de los principales estados, ya que el fuerte castigo que han tenido los mercados europeos deja a sus valoraciones relativamente atractivas", apunta Magdalena Bassi, experta de A&G Banca Privada, quien, por otra parte, enumera "los factores que favorecen el mejor comportamiento de la bolsa estadounidense: la composición sectorial con mayor peso en los sectores favorecidos por la pandemia, y menor peso en sectores cíclicos; el año electoral que probablemente aumente el gasto y el esfuerzo fiscal para minimizar la crisis antes de los comicios; un mercado laboral más flexible que permite a las compañías ajustar costes de forma rápida, y volver a contratar si aumenta la actividad; y un dólar débil que aumenta la competitividad".

Esfuerzo fiscal y monetario

Lo que es seguro es que las autoridades fiscales y monetarias han hecho su parte tanto en EEUU como en Europa. El apoyo de los bancos centrales se ha demostrado incondicional, con el histórico programa de compras de emergencia del BCE o con la abnegación de mantener los tipos de interés oficiales en mínimos indefinidamente como principales ejemplos. Mientras, el fondo de recuperación de la UE de 750.000 millones aprobado a principios de verano, con casi la mitad en subvenciones no sujetas a una condicionalidad estricta, se suma a los más de 500.000 millones ya aprobados en abril, repartidos en 240.000 millones en líneas de créditos MEDE (sin condicionalidad para gastos relacionados con el coronavirus), 100.000 millones de euros de los programas de empleo SURE y a los 200.000 en créditos del BEI.

"En total, la potencia de fuego de la UE, sumando el plan de reconstrucción aprobado y el resto de medidas de abril (1,29 billones de euros en total), representan un 9,5% del PIB de la UE", recuerdan en Bankia. Además, esta cifra se complementaría con las medidas ya adoptadas por los diferentes gobiernos nacionales: Alemania, de casi un 9,0% del PIB, en Francia, casi un 8,7% (incluyendo las últimas medidas a presentar a finales de agosto), en Italia, casi un 5,0% del PIB, y en España, casi un 3,5% del PIB (en todos los casos, con datos del FMI). "Por tanto, pueden ya compararse con las tomadas en EEUU que ascienden a casi un 14% del PIB [sin contar los nuevos estímulos que podrían acordarse en los próximos días]", concluyen.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky