
Se acercan curvas y vamos sin frenos. Esta es una realidad para muchas de las compañías de cara no solo a capear el parón de la actividad actual en buena parte del mundo sino también a lo que progresivamente debe ser una nueva puesta en marcha. Sin embargo, este tiempo puede suponer una elipsis que pese en la salud de las empresas por mucho tiempo.
Una de las consecuencias más inmediatas del parón de la actividad junto con el de la demanda en la mayoría de los negocios está provocando, y provocará el desplome de los ingresos que muchas compañías ni siquiera recuperarán con el tiempo. Este shock pondrá a prueba la resiliencia del tejido empresarial pese a los esfuerzos casi ilimitados de gobiernos y bancos centrales de surtir de liquidez a este.
En este sentido, no son pocas las empresas que tendrán que refinanciar los vencimientos de su deuda ya emitida y las que tendrán que emitir nuevo papel para aguantar esta situación, tanto en cuanto el escenario se prolongue en el tiempo. No obstante, ni los estímulos en forma de QE ni el apetito inversor por este tipo de activos han podido controlar los precios del crédito, que en las últimas semanas se ha incrementado hasta llegar a tocar máximos no vistos desde 2009, lo que supone un riesgo añadido para la supervivencia de las empresas. "Ya ha habido un incremento importante de los costes de financiación y si esta presión continúa o incluso empeora, en los segmentos más endeudados y con peores ratings podría acarrear olas de insolvencias", señalan desde Flossbach Von Storch.
Rafael Varela, consejero delegado de Buy&Hold, señala que "a nadie le interesa que haya problemas de financiación empresarial y por eso las líneas de crédito que se están impulsando, que son acordes a las circunstancias. No obstante, a largo plazo no tiene mucho sentido nacionalizar empresas que ya antes de la pandemia eran generadoras de pérdidas y que iban a quebrar con pandemia y sin ella".
Paralelamente, las agencias de calificación han venido avisando del deterioro de la calidad crediticia corporativa, tanto en Europa como en Estados Unidos. En lo que va de año, en Europa ha habido 23 subidas de escalón de rating por cada 100 bajadas mientras que en EEUU la comparativa es de 17 a 100. En ambos casos, la relación es la peor desde que Bloomberg da datos, en 2010.
Estas cifras proceden de los ratings de S&P pero si se atiende a los de Moody's no son mucho mejores, ya que establece esta ratio en 1 subida por cada 4 bajadas. Rafael Varela apunta que "el mercado tiene descontado en precio mucho más que unas rebajas de rating. Primero tienen que recuperarse las bolsas y los bonos corporativos irán de la mano".
Esto se produce en el peor momento, según David Mafoda, de DiverInvest, pues "hay un nivel récord de endeudamiento corporativo con unos niveles de calidad muy bajos en un momento en el que habrá también una avalancha de deuda soberana, la cual es de una calidad muy superior a la corporativa, lo que dificultará la financiación y aumentará los impagos". Sobre todo entre las firmas sin grado de inversión, en las cuales los defaults podrían llegar a propiciarse hasta en un quinto del total de las compañías si la crisis es peor que la de 2008, según las estimaciones de Moody's.
Este deterioro ha llegado especialmente en el último mes y es que tanto Moody's como S&P han llevado las rebajas de calificaciones crediticias a otro nivel. En Europa, la ratio en bajadas y subidas ha sido del 0,08 y del 0,09, para ambas agencias, respectivamente. En Estados Unidos incluso ha sido peor, ya que la relación ha caída hasta el 0,05 y el 0,02. "Esto es un claro riesgo en el mercado, dado la cantidad de deuda que hay del nivel BBB [el inmediatamente superior al grado especulativo o bono basura] ya que aumenta la probabilidad de un incremento de fallen angels [compañías que pierden el grado de inversión]", advierte Vincent Marioni, de Allianz GI. "Y ahí poco pueden hacer, al menos de forma directa, los bancos centrales", añade Marioni.
¿Hay oportunidades?
Al igual que pasa con las bolsas, cuando caen los precios de los bonos (y suben las rentabilidades) también surgen oportunidades, sobre todo de cara al medio y largo plazo. Según los expertos, lo más importante en este escenario es ir caso a caso y fijarse en los fundamentales de cada compañía. "Depende del tipo de inversor y de cartera. Cuando hablamos de high yield, en el caso del tramo superior de BB suele ser un rating que indica que el balance aún es adecuado a sus compromisos de pago, además de ver la tendencia de los últimos cambios de calificación", explica María Morales, responsable de Renta Fija de GVC Gaesco. "Recomendamos aprovechar la oportunidad del pánico de mercado para invertir con extraordinarios descuentos que no se veían desde la crisis de 2008. Hay que recordar que el índice de bonos de alto rendimiento hizo un 75% de retornos en 2009 cuando los índices de bolsa subieron un 40%", señala Valera.