Internacional

Golpe constitucional: el Parlamento británico arrebata a May los mandos del Brexit en su semana clave

  • May dice que no aceptará ninguna opción que no sea su plan...
  • ...pero concede que el Parlamento no quiere una salida sin acuerdo

La semana decisiva para el Brexit comienza con una nueva jornada histórica: un golpe constitucional que cambia la forma en la que ha funcionado la Cámara de los Comunes desde hace un siglo. Por un margen de 329 a 302 votos, los diputados anti-Brexit se hicieron con el poder que hasta ahora tenía exclusivamente el Gobierno británico de fijar el orden del día en el Parlamento. Con esta decisión, la derrota más significativa sufrida por May en las últimas semanas, su figura queda aún más disminuida y se abren las puertas a que los diputados presenten y debatan opciones alternativas a su acuerdo de salida de la UE.

La enmienda fue propuesta por dos exministros 'tories', Oliver Letwin y Dominic Grieve, para imponer al Gobierno los temas a debatir en los próximos días. Esta medida permitirá a una coalición pro-europeísta llevar a votación una serie de planes alternativos al de May, ya rechazado dos veces por el Parlamento. Entre las posibles opciones, un segundo referéndum, una salida sin acuerdo, una unión aduanera, un acuerdo 'a la noruega', el plan de May o cancelar el Brexit.

El Gobierno intentó, sin éxito, convencer a sus diputados rebeldes de que no se sumaran a la oposición con promesas vagas de que aceptarían llevar a cabo un proceso similar. Tanto el viceprimer ministro, David Lidington, como el ministro del Brexit, Stephen Barclay, aseguraron que permitirían la serie de votaciones indicativas que pedían los rebeldes, pero se negaron a dar fechas o detalles sobre el proceso. Sus promesas cayeron en saco roto y hasta dos subsecretarios de Estado, Richard Harrington y Alistair Burt, dimitieron para poder votar contra el Gobierno.

Enroque total de May

May había reaccionado ante esta posibilidad con su tradicional actitud: enrocándose en su posición, pese a reconocer que no tiene mayoría para su acuerdo, por lo que no lo llevará a votación este martes, como se esperaba incialmente. La primera ministra se mostró "escéptica" ante la posibilidad de que surja algún tipo de Brexit diferente y dijo que, aunque saliera, ella se negaría a negociar un plan que no estuviera en el programa electoral en el que se presentó en las últimas elecciones. En otras palabras, dijo que, o el Parlamento acepta su plan, o ella ignorará lo que aprueben. Aun así, prometió ser "constructiva".

Entre sus argumentos, May señaló que la Cámara había rechazado ya todas las otras opciones alternativas, gracias en gran medida a que ella había impuesto la disciplina de voto en su partido en contra de cualquier cosa que no fuera su plan. La diferencia esta vez, apuntan desde la oposición, es que el voto será secreto y en papeleta, por lo que May no podrá controlar lo que votan sus diputados. De ahí la esperanza a que alguna opción obtenga la mayoría.

Como última opción, May propuso al líder laborista, Jeremy Corbyn, votar por separado el plan de salida y el proyecto de relación futura. La idea de May es indicar a Corbyn que podría negociar un 'plan a la noruega' en las conversaciones que se inicien en los próximos meses para conseguir que, por lo menos, acepte el acuerdo de salida. Corbyn lo rechazó porque, en este ambiente, nadie se fía lo más mínimo de nada de lo que dice May, especialmente después de jurar y perjurar que nunca aceptaría el plan que pide Corbyn. "Estaríamos firmando un acuerdo a ciegas", se quejaron los laboristas.

Tensión interna

Pero si el lado anti-Brexit estaba enfadado por la negativa a moverse un milímetro de la primera ministra, más enfadados estaban los diputados 'brexiteros' de su partido. May dijo que "no habrá un Brexit sin acuerdo", que "causará un grave daño a nuestra unión y a Irlanda del Norte" salvo que "el Parlamento vote a favor". Y, teniendo en cuenta que ya lo ha rechazado dos veces, esta opción se arroja imposible.

El resultado es que los radicales antieuropeos reaccionaron con un gran enfado. Sus aliados, los unionistas norirlandeses, le acusaron de "falta de preparación" para ese escenario. Y otros acusaron a May de intentar chantajearlos. Nada parece indicar que vaya a convencerlos.

Precisamente esta mañana, el país había amanecido con un artículo del exiministro de Exteriores Boris Johnson en el conservador Daily Telegraph. En él, Johnson pedía, invocando al éxodo judío, un primer ministro "que diga a la UE, 'deja marchar a nuestro pueblo'".

A estas alturas, nadie es capaz de adivinar qué va a pasar en los próximos días. La posibilidad de un 'golpe de palacio' que la sustituya por otro político de su partido parece haberse debilitado después de un día de debates febriles este domingo. Y su oferta de dimitir va unida a aprobar su acuerdo, algo que no va a ocurrir mañana ni pasado, al menos. Y, aunque esa promesa bastara, May tiene un problema: nadie cree ya una sola palabra suya, más allá de su promesa repetida de que solo aceptará su proyecto como única opción para el Brexit.

¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe. Pero si los diputados toman el control esta noche, aumentará la presión para que May cambie de postura. Si no, tanto la moción de censura como las elecciones están sobre la mesa. Y, si nadie se mueve, la UE podrá dejar caer sin acuerdo al Reino Unido el próximo 12 de abril. El tiempo sigue corriendo y el barrizal en el que está atrapado el país sigue igual de turbio.

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