Internacional

Comienza la semana decisiva para el Brexit: ¿qué pasaría si al final no hay acuerdo comercial entre Reino Unido y la UE?

  • El Gobierno ha preparado un párking de 11 hectáreas para camiones
  • Un 79% de los alimentos que importan los supermercados son de la UE
El tiempo se acaba. Foto: Dreamstime

Después de una interminable lista de fechas clave que se iban aplazando hasta el infinito, el Brexit llega por fin a su semana clave. El problema es simple: el calendario. Sin un acuerdo comercial esta semana, aunque sea un borrador más o menos definitivo a falta de los retoques finales, ya no habrá marcha atrás ni patada hacia adelante que valga, porque ya no será posible tramitarlo todo antes del 1 de enero. Y aunque las expectativas siguen siendo que haya un tratado comercial, surge la pregunta: ¿qué ocurrirá si, al final del interminable camino, Reino Unido y la UE parten sin un acuerdo y con reproches mutuos impidiéndolo en un plazo razonable?

Lo primero, hay que recordar que el famoso Acuerdo de Salida firmado en enero de este año por la UE y el premier británico, Boris Johnson, reduce los efectos más catastróficos a nivel político. Irlanda del Norte seguirá atada a las leyes comerciales europeas, lo que evitará tener que reconstruir la odiada frontera en la isla, protagonista de un conflicto civil con miles de muertos durante el pasado siglo. Y las cláusulas para facilitar la concesión del permiso de residencia permanente para los ciudadanos que actualmente residen en el territorio opuesto (británicos en Europa y europeos en Reino Unido) evitarán un éxodo masivo de personas en ambas direcciones del Canal de la Mancha.

Pero ese texto ya ratificado no tiene nada que decir en el apartado comercial. Y sin un nuevo acuerdo, Reino Unido se verá obligado a comerciar con la UE al -en palabras de Johnson- "estilo australiano" (o, ya puestos, afgano). Es decir, pagando los aranceles básicos establecidos por la OMC y con cuotas, como todos los demás países con los que la UE no tiene ningún tratado. Un cambio brusco con enormes repercusiones.

El párking gigante de Kent

El primer cambio en notarse sería enormemente telegénico. Todas las empresas que actualmente comercian con el continente tendrán que rellenar documentos de exportación, algo que hasta ahora no había hecho falta. Esos documentos tendrán que comprobarse, y harán falta chequeos para garantizar que los alimentos, medicinas y productos industriales que crucen la frontera con Francia cumplan los requisitos impuestos por Bruselas. Para ello, Londres está contratando a 50.000 agentes aduaneros, y todos no estarán disponibles el 1 de enero.

El efecto serán colas gigantescas de camiones esperando pasar los trámites. El flujo podría reducirse al 50% del actual, según las estimaciones del Gobierno británico, y las esperas para cruzar podrían durar "dos días y medio", según detalla el documento de la 'Operación Yellowhammer' para un Brexit sin acuerdo. Para ello, el Ejecutivo de Johnson ha creado un párking gigante de 11 hectáreas en Kent, donde está el Eurotúnel hacia Francia, capaz de acoger a 2.000 camiones, y pedirá un pasaporte especial a todos los vehículos que se dirijan ahí, para controlar el flujo. La situación podría tardar "al menos tres meses" en normalizarse.

La reducción del flujo de camiones, y el aumento de precio de los mismos por los aranceles, podría resultar en problemas de desabastecimiento. El principal punto débil británico es que un 28% de los alimentos que consumen vienen de la UE, y esa cifra sube a un 79% de las importaciones de los supermercados. A eso se suma un buen número de medicamentos, un tema especialmente delicado en la actual situación sanitaria.

A eso se le añadiría un aumento de los precios de la electricidad, que compran a Francia e Irlanda ante el déficit de producción británico. Y la City de Londres ya se prepara para la marcha de un 10% de sus empleados, según los datos de The Economist, ante las trabas para seguir operando con clientes europeos ante el fin de la "equivalencia" con la que el BCE autorizaba a las entidades con sede en Londres a trabajar con euros. Algunas entidades financieras ya han anunciado el cierre de las cuentas de usuarios en el continente, el traslado de servicios a Europa o la venta de sus negocios para evitar conflictos con los reguladores.

Por último, la relación con el próximo Gobierno estadounidense nacería ya en entredicho. Joe Biden, de familia irlandesa, ya ha advertido de que no tendría un interés especial en firmar un acuerdo comercial con Londres si la marcha de la UE se produce de forma conflictiva, dadas las amenazas de Johnson de romper la parte del acuerdo sobre Irlanda del Norte. Sin un acuerdo con Europa ni uno con EEUU, la posición económica y política del Reino Unido en el mundo quedaría en entredicho: una pequeña isla enfrentada con los dos bloques que la rodean. De puente entre Washington y Bruselas a granito en medio de ambas.

Por supuesto, queda la posibilidad de que las dos partes lleguen a un pacto en principio y que la tramitación se cierre a mediados de enero, o que nadie se levante de la mesa y aparezca una solución para los conflictos que quedan por resolver en febrero o marzo. En ese caso, será más fácil digerir un mes o dos de sobresalto antes de pasar al escenario definitivo, y los daños serán mucho más leves y con menos efectos a largo plazo. Pero, incluso en el escenario más optimista, es difícil que no haya una crisis, por pequeña que sea, si este jueves no hay un acuerdo listo para firmar.

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