
Bill Gates, una de las voces que más eco han tenido en la pandemia de coronavirus, ha planteado sus dudas respecto a la Administración de Medicinas y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) y el papel que está teniendo en la gestión de las pruebas de las vacunas contra la enfermedad. Coronavirus, última hora, en directo.
En una entrevista a Bloomberg, el fundador de Microsoft ha criticado las presiones gubernamentales para acelerar los ensayos de vacunas, con vistas a poder comercializarlas antes de final de año. "Vimos con las declaraciones de plasma completamente chapuceras que cuando comienzas a presionar a la gente para que diga cosas optimistas, descarrilan por completo. La FDA perdió mucha credibilidad allí", ha asegurado Gates.
El filántropo se refiere al permiso por parte de la FDA para tratar a los pacientes con coronavirus con plasma, es decir, las transfusiones de anticuerpos de personas que han superado la enfermedad. Una aprobación que la Administración Trump apoyó, según la propia FDA, "desde el principio".
Gates ha incidido en la creciente preocupación ante la posibilidad de que la presión estatal (EEUU es el país con mayor número de contagiados y fallecidos del planeta) provoque una vacuna comercializada antes de tiempo y con posibles secuelas. De hecho, las declaraciones de las últimas semanas de Donald Trump, que se juega la reelección como presidente en dos meses, han ido en la línea de prometer que la vacuna estará lista en noviembre, lo que se ha visto como una estrategia política y electoral que no tiene en cuenta criterios médicos o científicos.
En ese sentido, la primera vacuna que recibiría el permiso sería la de la Universidad de Oxford que está desarrollando AstraZeneca. La Administración Trump ya dejó entrever que podría pedir a la FDA una autorización de emergencia para aprobar dicha vacuna en octubre, de acuerdo con una información del Financial Times de hace unas semanas. En paralelo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU pidieron a los estados poder garantizar la distribución de la vacuna a partir de noviembre.
Por todos estos antecedentes, Gates ha expresado su disposición a confiar en el sector privado. Las farmacéuticas que se han puesto manos a la obra para producir la vacuna exigieron hace unos días a los Gobiernos no recibir presiones para el desarrollo de los tratamientos.
"Gracias a Dios que tenemos esta experiencia del sector privado que queremos convertir en un bien público global que llegue a todos en el planeta", ha especificado Gates.