Internacional

China clama por una reforma urgente de la higiene en sus mercados tras el nuevo brote de coronavirus en Pekín

  • Con la entrada de China a la OMC se inauguró la era de pandemias del siglo XXI
  • El comercio de animales salvajes supone 73.000 millones de dólares
  • La ley de seguridad alimentaria de China de 2015 es más estricta, pero no se aplica

El brote de coronavirus en un gran mercado mayorista de Pekín, que ya acumula 159 contagios confirmados, ha provocado una nueva reacción de las autoridades chinas en forma de mensaje hacia la necesidad de regular la higiene y la seguridad alimentaria en estos lugares.  Después de que el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la muerte de casi medio millón de personas en todo el mundo, fuese originado en un mercado de animales salvajes de Wuhan, China se comprometió a restringir más el comercio ilegal y a prohibir el consumo de fauna salvaje. Sin embargo, todavía no ha sido aprobada ninguna ley, y las dudas acerca de si las nuevas restricciones cristalizarán en la realidad de las zonas rurales del país persisten.

El primer SARS-CoV, causante de la enfermedad del síndrome respiratorio agudo grave, protagonizó en 2002 la primera pandemia del siglo XXI. Aquel coronavirus, que se sospecha procedió de un murciélago en combinación con virus de otros animales que saltaron a los humanos, provocó la muerte de 774 personas en el mundo y más de 8.000 contagios. Fue originado en una lonja de la provincia china de Cantón. 

Curiosamente, un año antes, China celebraba su flamante entrada en la Organización Mundial del Comercio, un paso histórico que exigió la adaptación de su mercado y sus normativas, muy distintas a las de un escenario de libre comercio. Pekín tuvo que reformar su régimen comercial de arriba a abajo, con medidas como bajar sus aranceles generales del 20% al 5%, reducir las barreras no tarifarias y simplificar los procedimientos. Esta transformación resultó prolífica: el volumen de transacciones de China con el exterior ascendía a 510.000 millones de dólares en 2001 y, 15 años después, se multiplicó por ocho para convertir al país en líder mundial del comercio. 

Sin embargo, la adaptación del mercado chino para su conversión en un actor global del comercio no profundizó en la seguridad alimentaria, lo que ha provocado infinidad de escándalos en los últimos años con productos caducados como carne de pollo, vinos adulterados con aditivos prohibidos, leche para lactantes con componentes tóxicos, pescado o hierbas medicinales en mal estado que acababan en los supermercados y las mesas de consumidores en todo el mundo. En el año 2014, un informe de la empresa de control Asia Inspection aseguraba que el 50% de los alimentos exportados por China no eran aprobados en los países de destino. 

Los episodios que hicieron evidente la falta de calidad en la alimentación producida por el gigante asiático, y que únicamente han beneficiado a otros países exportadores, accionaron un interruptor en el Gobierno chino para el reforzamiento y mejora de sus leyes de seguridad alimentaria. Si la de 2009 se estaba probando altamente inefectiva, la más reciente, aprobada en 2015, estaba llamada a zanjar de una vez por todas los escándalos en las cadenas de producción, distribución y venta de alimentos chinos. La ley introdujo "nuevas matizaciones en la supervisión de cada paso en la producción, distribución y venta de alimentos", a la vez que puso el foco "en el control de productos que, en los últimos años, han sido objeto de incidentes relacionados con la seguridad alimentaria, como la fórmula para lactantes o los productos tildados de saludables", según explica un informe del ICEX de mayo de 2017.

El bucle de los mercados

Finales de noviembre de 2019. Los primeros casos de una enfermedad desconocida son detectados alrededor de la ciudad china de Wuhan, de 11 millones de habitantes. El SARS-CoV-2 estallaba en el mercado de Huanan, famoso por su venta de animales salvajes y exóticos para el consumo humano y su falta de medidas de seguridad. Una vez más, las leyes que regulan los productos agroalimentarios en China han resultado ineficaces. Esta vez, el coste ha sido mucho más alto que en cualquier escándalo o pandemia anterior: los muertos por covid-19 se acercan a fecha de hoy al medio millón de personas y los contagios mundiales ya han superado los ocho millones. 

En febrero de 2020, en medio del férreo confinamiento de varias provincias chinas, las autoridades adelantaron que prohibirían el comercio ilegal y el consumo humano de animales salvajes de modo permanente, ante la relación demostrada entre la enfermedad del covid-19 con un virus de procedencia animal y vinculado a murciélagos y al exótico pangolín. En el mercado de Huanan se vendían animales vivos o muertos para el consumo, sin controles sanitarios, como cocodrilos, salamandras, cachorros de lobo, tejones, koalas, zorros, serpientes, murciélagos o puercoespines. Son sólo algunos ejemplos de las más de 100 especies que se podían encontrar en un lugar que ahora permanece cercado por un muro. 

Pese al anuncio chino en ese momento, todavía no se ha adelantado ninguna ley destinada a abordar el problema. En realidad, la ley de seguridad alimentaria de 2015 ya cuenta con medidas de supervisión, higiene y control en todos los puntos de la cadena, pero su laxa aplicación y la ambigüedad de la inspección sanitaria la convierte en papel mojado en lo que respecta a estos recintos de zonas rurales de China. 

El impulso de tendencias de consumo de este tipo de especies en los últimos años, que equivalen a la ostentación de un mayor estatus y posición social, son bien vistas por el Gobierno chino, debido a que suponen una fuerte inyección económicas para zonas desfavorecidas. El comercio de animales silvestres genera 73.000 millones de dólares anuales, según un informe oficial chino de 2017. 

Que el coronavirus causante del covid-19 pueda dinamitar definitivamente el doble rasero de las autoridades chinas con respecto a su seguridad alimentaria aún está por ver. El rebrote que ya suma 159 casos en Pekín y que ha provocado el cierre parcial de la capital del país también está relacionado con uno de los mayores mercados mayoristas, el de Xinfadi. Con el aumento de la alerta al nivel 2 y las nuevas medidas de confinamiento, específicamente en el barrio más afectado, la Comisión Central de Control Disciplinario del Partido Comunista de China ha publicado un informe en su página web que clama que "es urgente que el país mejore los estándares de saneamiento y minimice los riesgos para la salud en los mercados".

"La epidemia es un espejo que no sólo refleja el aspecto sucio y desordenado de los mercados mayoristas, sino que también evidencia el bajo nivel de su gestión", asegura el informe.

El mercado de Xinfadi ocupa una superficie de 112 hectáreas y tiene 1.500 empleados y más de 4.000 titulares de puestos de venta. "La mayoría de los mercados se construyeron hace 20 o 30 años, cuando el drenaje y el tratamiento de aguas residuales estaban relativamente poco desarrollados", añade el organismo chino.

Responsabilidades y reparación económica

Por el momento, la petición de responsabilidades a China como causante de la pandemia ha sido ejercida únicamente por EEUU, en plena guerra comercial con su contrincante global. Anthony Fauci, principal asesor epidemiológico de Donald Trump, mostró su estupefacción el pasado abril porque no se cerraran de inmediato todos los mercados húmedos de China. Los que se habían clausurado en las zonas de riesgo, volvieron a abrir a finales de marzo. 

Según apunta el economista y escritor Fernando Trías de Bes, que ha analizado la crisis del coronavirus en su último ensayo, países muy azotados por la pandemia, como Reino Unido, España, Italia, Brasil o EEUU, podrían llegar a pedir responsabilidades e indemnizaciones directas al Gobierno chino por los daños causados debido al incumplimiento o ineficacia de sus regulaciones sanitarias.  En ese sentido, considera el economista que hay espacio para reclamar reparaciones económicas. "Habría que darles un plazo de un año para regularizar esto, con una normativa ya. Y si no la ponen, entonces, que se enfrenten a indemnizaciones. Todo esto viene de ahí", sostuvo en declaraciones a elEconomista.

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