
El matemático y Nobel de Economía en 1994 John Nash falleció hace cinco años. Probablemente nunca hubiera imaginado una crisis económica de oferta y demanda como la que nos ha traído un patógeno invisible originado en la ciudad china de Wuhan. Y sin embargo, el economista y escritor catalán Fernando Trías de Bes recupera ahora las enseñanzas de aquel genio para mostrar una salida sencilla y posible al barrizal en el que nos encontramos inmersos. Su último libro, La solución Nash (Ediciones Paidós) despliega una receta que no considera la debacle económica.
En Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001), los guionistas idearon una secuencia magistral para ilustrar la aportación de Nash a la teoría de juegos, una idea que sería premiada 40 años después con el Nobel. En un bar, una bellísima mujer rubia aparece junto a varias amigas, no tan llamativas. El grupo de universitarios entre los que se encuentra el matemático empieza a hacer apuestas de quién logrará su simpatía. Si todos la abordan y la atosigan, probablemente ninguno conseguirá nada, salvo su hastío. Tampoco podrán luego intentar ligar con las amigas, que se sentirán ofendidas al ser consideradas un segundo plato. Se trata de una situación en la que la mejor opción individual de cada jugador conduce al peor escenario para el conjunto.
Pero hay otra opción: si todos se coordinan y comparten información sobre su segunda preferencia para no competir por la rubia, probablemente todos terminarán con alguna de las otras chicas. El escenario cristaliza en una ganancia global.
La economía actual, en medio de un colapso inédito por la parálisis provocada por la irrupción de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, se encuentra en este escenario con dos posibilidades abiertas: puede competir por la deseada rubia, u optar por bailar con las demás chicas. "Si cada agente económico busca su mejor opción, entre todos derrumbaremos la economía", sostiene Fernando Trías de Bes en las páginas de La solución Nash.
Es decir, cada jugador -cada país, cada compañía, cada empresario, cada familia, cada consumidor- puede dirigirse a su mejor opción individual, como hemos podido comprobar hasta el momento: empresas que despiden a trabajadores ante previsiones de bajo consumo, países que se torpedean para lograr material sanitario, consumidores que dejan de consumir por miedo... O bien, si el flujo de información es compartido y cada jugador deja claras sus preferencias, los incentivos adecuados podrían lograr una orquestación de todos ellos para mantenerse a flote.
La única causa de la crisis es el confinamiento, necesario para dar tiempo al sistema de salud; esto significa que sabemos que solo tenemos que sostener la economía durante los próximos 12 meses. La causa original tiene finalización. Si es un tiempo breve, sí se puede hacer
"Hay situaciones en las que, si no cambias los incentivos, una decisión de cada uno va a ser mala para el conjunto. Y esta es la situación en la que está la economía en este momento. Si cambias los incentivos, tienes la seguridad de que la gente va a tener protegido el empleo, sus salarios, y que el tejido productivo se va a sostener de manera artificial durante un año", explica Trías de Bes en una conversación con elEconomista.
Para el barcelonés, esta crisis es diferente a las demás ya que sus motivos originales son pasajeros, y finalizarán en un lapso de meses, cuando se logre un tratamiento efectivo contra la enfermedad del covid-19 o se desarrolle una vacuna a la que tenga acceso la población. Esta información no había existido en ninguna de las crisis anteriores, en las que la incertidumbre arrasaba con todo. "La única causa de la crisis es el confinamiento, necesario para dar tiempo al sistema de salud; esto significa que sabemos que solo tenemos que sostener la economía durante los próximos 12 meses. La causa original tiene finalización. Si es un tiempo breve, sí se puede hacer", defiende.
Incorpora Trías de Bes el concepto de compra de tiempo por parte de los estados para realizar este sostenimiento artificial de la economía a través de inyecciones masivas de dinero a familias y a empresas. Es decir, "suplir con flujos financieros parte de la caída de la economía real". Admite que esto implica la liberación de una masa monetaria de la que carece España, y que supondría un incremento del déficit entre un 15 y un 20%, pero que sería menos costoso que la debacle económica de destrucción total de tejido productivo que podría derivar la interrupción de flujos de dinero.
Herramientas intermediarias como los ERTE, la acción del SEPE o las suspensiones temporales de empleo han incorporado una mayor complejidad y obstaculizado los flujos de renta para sostener la economía
La 'solución Nash' necesita de dos factores esenciales: el compromiso de financiación por parte del Banco Central Europeo a todos los estados que así lo necesiten, y las ayudas de cada país a las familias pero a través de las empresas, y no de la banca. El economista argumenta la necesidad de que las ayudas se establezcan de modo directo entre el Estado y las empresas, con una mera supervisión de la banca, para no trasladar todo el riesgo de la economía al sistema financiero. Asimismo, plantea las prestaciones de desempleo que empiezan a llegar ahora como indemnizaciones ante la imposibilidad de trabajar por las restricciones que impuso el confinamiento decretado para frenar los contagios.
"La 'solución Nash' pasa por una orquestación: tú al final tomas tu decisión por ti mismo. Existe una orquestación y una declaración de intenciones. Si todos los agentes económicos manifiestan sus intenciones, se termina generando un clima tanto de consumo como de conservación del empleo porque hay incentivos y ayudas suficientes", expone.
"Conceptualmente, la idea del Gobierno era perfecta, pero ha tenido un problema de ejecución, que ha sido un desastre", apunta Trías de Bes, que cuestiona la intermediación que implican herramientas como los ERTE, la acción del SEPE o las suspensiones temporales de empleo, que únicamente han conducido a incorporar una mayor complejidad y obstaculizar los flujos de renta para sostener la economía y a todos sus agentes.
En esta guía para abordar la crisis actual, el autor de La solución Nash introduce una fase de regularización, en la que las propias empresas se someterían a una supervisión de su actividad que permitiese regular el flujo de ayudas que reciben para devolver aquello que no ha sido necesario cuando llegue el tirón de la demanda.
Orquestación
El concepto de la orquestación es básico para poner en marcha esta receta y debe articularse en todos los niveles, también en la esfera política, para crear una cohesión que, en España, se prueba día a día inexistente. Curiosamente, incide Trías de Bes, esta cohesión sí se ha forjado entre dos agentes destinados a la confrontación: "Es la primera crisis económica donde veo una alineación y un consenso entre patronal y sindicatos". "Cuando no existe la cohesión, llega la estampida", insiste.
Habría que dar a China un plazo de un año para regularizar esto, con una normativa ya. Y si no la ponen, entonces, que se enfrenten a indemnizaciones. Todo esto viene de ahí
La orquestación entre jugadores también opera para romper la toma de decisiones basadas en el miedo y la soledad, dos emociones que han marcado a la sociedad de la pandemia.
En relación al origen de la crisis del coronavirus, el autor de La buena suerte no duda en señalar a China y su laxitud para regularizar los mercados de animales salvajes, foco de cultivo de virus zoonóticos que saltan a la especie humana. En ese sentido, considera el economista que los países afectados podrían reclamar al gobierno de Pekín reparaciones económicas. "Habría que darles un plazo de un año para regularizar esto, con una normativa ya. Y si no la ponen, entonces, que se enfrenten a indemnizaciones. Todo esto viene de ahí", sostiene.