Energía

La 'ventaja' de la industria española se convierte en un gran lastre: por qué paga más que Alemania por la 'luz' con la energía más barata

  • Los economistas hablan de la electricidad como una de las grandes bazas de la industria española
  • Pero realmente pagan 1,4 veces la factura de Alemania y 2,8 la de Francia
  • Con el apagón ahora el handicap energético se agrava
Industria (Getty)

Desde la guerra en Ucrania los precios de la electricidad se han disparado en media Europa. Tal es la amenaza que este ha sido uno de los factores claves que explicó la decadencia de una industria como la alemana, que basaba su modelo en el gas ruso barato y que se encontraba con que ahora sus costes estaban por los cielos. De una forma opuesta, España se ha presentado como una isla energética con un gran dominio de las renovables que garantiza unos precios estructuralmente más bajos. Un viento de cola clave para la industria manufacturera y un gran impulso para la inversión en el mismo… o no.

Desde CaixaBank Research hablaban en su último informe de que "las manufacturas españolas históricamente han tenido inputs energéticos más caros". Sin embargo, "ahora ha pasado de pagar más a ser el beneficiario de una factura más baja". En consecuencia, "los menores precios han posicionado a la industria española en una situación aventajada frente a sus competidores". Esto queda claro si se ven los datos de Eurostat que muestran que para 2024 el kilovatio hora que paga la industria española cotizaba en los 0,12 euros frente a los 0,2 de Alemania y los 0,16 de la zona euro. Sin embargo, el sector industrial español advierte de que se está dando una brutal paradoja. Es cierto que la factura de la luz es más baja pero al mismo tiempo, pagan más por la electricidad que sus vecinos, de forma, además clara.

Así lo expresaba la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege) en su último informe en el que explicaban que "la factura por el consumo de energía eléctrica para un electrointensivo en España es 2,8 veces el coste de la energía en Francia y 1,4 veces el coste en Alemania". Un problema con una difícil explicación aparente y que, según otras patronales del sector industrial, se extiende a la práctica totalidad de firmas del sector secundario.

En declaraciones a elEconomista.es, Pedro González, director general de Aege explica que ambas cosas son ciertas, los precios de Eurostat que muestran a España pagando menos son reales, pero también las cifras que ofrece su patronal alegando que los costes son realmente mucho mayores. "Se ha extendido la idea de precios baratos en España debido a las cifras del mercado mayorista, pero hay que sumarle muchas más cosas"

González explica que en España se está pagando unos mayores precios de ajuste, de peaje, cargos e impuestos. Tras la crisis energética se habían aplicado algunas medidas para reducir los mismos. Destaca especialmente una reducción del 80% del pago de peajes que estuvo vigente hasta junio de 2024. Ahora que ha caído España paga más que sus vecinos por el precio de la electricidad. En otros países de Europa para apoyar a la industria, el gobierno sigue ejerciendo exenciones tributarias que marcan la diferencia.

Carlos Reinoso, portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española explica que "si bien los datos agregados de Eurostat pueden sugerir que España parte de una posición competitiva en cuanto al coste de la electricidad, esa lectura es engañosa si no se analiza el detalle de los mecanismos de compensación y subvenciones que aplican otros países europeos". Alemania, Francia o los Países Bajos cuentan con esquemas de ayuda directa o indirecta que reducen de manera muy significativa el coste final que paga su industria, y que no se reflejan en las estadísticas europeas comparativas".

"El precio mayorista en España es más bajo gracias a una combinación de renovables, menor dependencia de gas importado y medidas regulatorias"

Desde Creara Energía defienden que se trata de una paradoja que, efectivamente "se da porque Alemania y Francia (entre otros) aplican ayudas y exenciones fiscales más agresivas que España". Sin embargo, remarcan, "el precio mayorista en España es más bajo gracias a una combinación de renovables, menor dependencia de gas importado y medidas regulatorias".

La consultora explica que la clave es entender bien todos los factores que componen la 'factura de la luz' de la industria. En primer lugar, el precio mayorista de OMIE (donde queda reflejado el spot diario). Luego están los cargos y peajes que, resumiendo, "son los costes de la política energética que fija el ministerio. Por ejemplo, ahí pagamos las primas a las energías renovables (Recore), el déficit de tarifa o el coste extrapensinsular (el precio de llevar electricidad a territorios no conectados como Ceuta, Melilla o Canarias)".

Así se destribuye la factura de la luz de una empresa industrial

Por otra parte, están los servicios de ajuste que "son los costes que se cargan diariamente a los consumidores industriales por mantener el equilibrio de la red". Creara Energía señala una diferencia clave que es que en Alemania y Francia estos se reparten de una forma diferente y se cubren en parte con fondos públicos. En última instancia están los costes de transporte o pérdidas que es "la energía que se pierde durante el proceso de transporte desde la generación hasta el consumo".

González indica que la clave es que buena parte de las bonificaciones que se aplican a todos estos elementos al margen del spot diario no se recogen en las estadísticas de Eurostat, ya que se contabilizan como ingresos y no como gastos en la 'factura eléctrica'.

En ese sentido, remarca que tras el apagón la situación se ha vuelto más crítica con los precios de ajuste disparados de 14 euros el megavatio hora hasta los 27. El motivo detrás de esto es que, ante aquel indecente Red Eléctrica Española opta por un sistema reforzado donde utiliza más ciclo combinado de gas para apoyar el sistema con energía síncrona. En resumen, las energías asíncronas como renovables aportan electricidad a precios baratos, pero no da inercia y estabilidad, mientras que gas o nucleares son más caras, pero sí que dan esa estabilización. La propia ministra de Transición Energética y Vicepresidenta del Gobierno, Sara Aagesen, se refirió a esto como "un sistema reforzado".

El apagón 'remata' la ventaja energética

Esto ha provocado que realmente, aunque los precios pueden parecer bajos, "hemos tenido precios del megavatio hora por encima de los 100 euros. Para empezar porque el pool energético ha sido más caro que el año pasado y, al mismo tiempo, esos servicios de ajuste se han disparado". En resumen, "estamos peor que en el mercado pasado, con un 10% más de precios en el mercado mayorista y un 10% de precios por los mencionados servicios de ajuste". Además, ya no es solo que la España no tenga esa ventaja estratégica sino que la energía se ha convertido en una desventaja para la industria tras el apagón pues ese modelo reforzado con mayores costes "es algo que supone un handicap frente a otras industrias contras las que competimos que no han tenido que aplicar esa solución".

Al margen del propio modelo y del apagón, desde Alianza Industrial señalan que "otra diferencia sustancial que distorsiona estas comparativas es la inmadurez relativa del mercado español de contratos bilaterales de suministro a largo plazo (PPAs), especialmente en el ámbito industrial. En otros países, los PPA permiten acceder a precios más estables y competitivos, reduciendo la exposición a la volatilidad del mercado mayorista. En España, su limitada implantación en la industria dificulta este tipo de protección".

Reinoso alega que "en consecuencia, el coste real de la energía sigue siendo un freno estructural para la competitividad industrial en España. El precio final que pagan muchas de nuestras empresas es superior al de sus competidores europeos, lo que dificulta la atracción de inversiones, la deslocalización de procesos clave y, en última instancia, el desarrollo de una economía productiva fuerte".

Pero la industria española crece en una Europa estancada

Pese a todo, la industria española está demostrando ser mucho más resistente en este entorno que la europea. Las explicaciones pueden ser varias. Una de ellas es el propio ciclo autoalimentado en el que se encuentra la economía de España, basado en la creación de empleo, el turismo y el gasto público, que mantiene viva a la economía y genera su propia demanda de bienes industriales producidos en España.

Otro factor es la especialización del sector industrial español. La concentración de la industria en determinadas ramas de la automoción (que no han sufrido tanto como tras), el sector papelero, farmacéutico, textil y en bienes de valor intermedio han permitido capear mejor el temporal. También, la menor dependencia de China (apenas inexistente) y de la guerra arancelaria han sido clave para que la industria española haya vivido esta situación atípica en la que ha disfrutado de cierta expansión, mientras que en el resto de Europa retrocedía.

Otro impulso proviene de la sólida apuesta por la transformación digital e innovación industrial. España ha canalizado parte del fondo Next Generation hacia la modernización de sus fábricas, digitalización y formación técnica, lo que le ha permitido sostener once meses de crecimiento continuo en su índice PMI, mientras la eurozona registra una contracción. Además, programas estratégicos como los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica), dirigidos a sectores como semiconductores, vehículo eléctrico o energías renovables, inyectan recursos, favorecen asociaciones público-privadas y reducen la dependencia tecnológica, fortaleciendo la resiliencia industrial.

Sin ir más lejos, la actividad de la industria española logró un cierre muy positivo en 2024, mientras que las tradicionales potencias industriales de Europa: Francia y Alemania, marcaban mínimos históricos. Desde el covid 2020, mientras que en buena parte de los países de Europa el empleo en la industria caía, en España no solo ha crecido en términos absolutos, sino que se ha mantenido en términos relativos, representando el 12,5% de todo el empleo en el país, el mismo porcentaje que en 2020.

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