Empresas y finanzas

Las 10 razones por las que Vodafone España suprimirá la cuarta parte de sus empleos

Silueta de Antonio Coimbra, consejero delegado de Vodafone España.

Vodafone España ha conmocionado al sector empresarial con la supresión de la cuarta parte de su plantilla, un recorte que afectará a 1.200 puestos a lo largo de este año. Las negociaciones comenzarán el próximo 25 de enero, una vez que se haya formado una mesa negociadora llamada a alcanzar un acuerdo a finales del próximo febrero. A partir de ese mes -y en el caso de que se mantengan las previsiones iniciales de la compañía-, los 5.100 empleados de Vodafone España se reducirán a 3.900 trabajadores.

Al margen del dolor institucional, social y personal que implica este tipo de contingencias, las miradas del mercado apuntan al cúmulo de razones que obligan a una de las empresas más admiradas del mundo a suprimir tan considerable número de empleos. La culpa no corresponde a una decisión puntual o un elemento, sino al conjunto de aspectos internos de gestión –con recortes de los ingresos y pérdida de valor de los activos- junto con coyunturas externas muy delicadas. Todo lo anterior se complica en un contexto competitivo de precios a la baja y una extraordinaria agresividad comercial, fiscal y regulatoria.

Para mayores males, el anuncio de recorte de Vodafone se produce en un año en el que todos los operadores están exigidos a invertir con gran intensidad en las redes de nueva generación (tanto fibra óptica como 4G), así como en las frecuencias del inminente 5G. En el primer trimestre de 2020 se espera en España el concurso del espectro de 700 MHz, cita que exigirá esfuerzos extremos a todos aquellos con ambición y vocación de permanencia. Cualquier recorte en este tipo de actividades estratégicas no sólo afectará al futuro de la compañía sino también al del propio país.

Con este nuevo plan, Vodafone España suma tres EREs en apenas siete años

Es conocida la relación directa entre mejora de la productividad y la riqueza con la calidad y cantidad de las infraestructuras de conectividad. Es decir, el bienestar de los ciudadanos y las empresas en España depende extraordinariamente del compromiso de las telecos en mejorar las redes, detalle que también debería estar siempre en la mente de los gobiernos y administraciones que han castigado de forma histórica y sistemática a este sector.

Con este nuevo plan de despidos masivos, Vodafone España suma tres EREs en apenas siete años. En 2013 se produjo un ajuste de 900 puestos, entonces con indemnizaciones de hasta 60 días por año trabajado para, dos años después, tras la digestión de la compra e integración de Ono, realizar un nuevo ajuste de 1.059 puestos, con condiciones de 45 días por año trabajado. Ahora, en el primer trimestre de 2019, se vislumbra otro tijeretazo de 1.200 puestos con compensaciones que están por negociar en las próximas semanas.

1. Causas económicas y productivas. El diagnóstico interno de la crisis por parte de Vodafone alude a "razones económicas, productivas y organizativas". En su opinión, el sacrificio laboral prevé "revertir la negativa evolución del negocio, reforzar su sostenibilidad, proteger la capacidad de inversión y llegar a ser una organización más competitiva y mejor adaptada a lo que piden los clientes", según argumenta la propia compañía.

2. Deterioro comercial. Vodafone España tiene motivos para considerar 2018 como un año para olvidar en cuanto al rendimiento de sus operaciones, con pérdida de 366.000 líneas de banda ancha fija y móvil en la última mitad del año. En sus últimos doce meses, Vodafone sufrió la fuga de más de medio millón de líneas de móvil y de 120.000 conexiones a Internet. La puntilla se la propinó el propio grupo a finales del año pasado, cuando se vio obligado a provisionar 2.900 millones de euros en España, debido al menor valor de sus activos, provocado por las dificultades sufridas por la filial en los últimos meses.

3. Patada del fútbol. No debe establecerse una relación causa-efecto en cuanto al recorte e empleo y la decisión de Vodafone de prescindir a la compra de los derechos del fútbol para las tres próximas temporadas. Todo lo contrario. Los directivos del operador rojo optaron por reducir los costes en la compra de contenidos, en sintonía con las actuaciones que estaban por llegar. Es decir, ambas decisiones forman parte de la misma estrategia de reducción de gastos. No obstante, el hecho de dejar a buena parte de sus abonados de televisión de pago sin su deporte favorito impactó con 155.000 líneas que fueron a buscar los goles (junto con el resto de sus servicios de telecomunicaciones) a otros operadores de la competencia.

Pese a ello, el menoscabo comercial sufrido en el último trimestre tuvo desde Vodafone una lectura positiva ya que dicha renuncia permitiría mejorar la rentabilidad y el negocio a medio y largo plazo. Los primeros resultados favorables en ebitda, según su consejero delegado para España, Antonio Coimbra, se apreciarían a lo largo de este 2019. De lo anterior se hace ahora más fácilmente comprensible la decisión de Vodafone de renunciar a la compra de los derechos del fútbol para su televisión de pago.

4. Crece la demanda pero no el negocio. Al contrario de lo que resulta deseable en cualquier mercado, el aumento de la demanda no implica una mejora del negocio en el ámbito español de las telecomunicaciones. Así, los precios de los servicios de telecomunicaciones no siguen la estela del creciente uso de los mismos ya que el 50% de las ofertas del mercado se dirigen a los segmentos "low y medio cost, sin que ello repercuta en el repunte de los ingresos, con caída de las ventas y de la rentabilidad en el primer semestre fiscal de la compañía".

5. Precios a la baja. Frente a los lustros en los que el mercado español de las telecomunicaciones resultaba deflacionario para las cuentas del país, los incrementos de tarifas puestos en marcha por los operadores no avanzan al mismo ritmo que la mejoras de las prestaciones y servicios. Así, el precio de cada minuto de voz o de megas (MB) mantiene su senda bajista desde el principio de los tiempos sin que la situación prevea revertirse en el futuro. Por ese motivo, las compañías buscan incrementar los ingresos medios por cliente  y mes (arpu) a través de servicios convergentes y de alto valor añadido. Según datos del sector, los ingresos en el mercado español de las telecomunicaciones se han hundido un 24% entre 2008 y 2017.

6. Presión competitiva. Pocos sectores de actividad son tan agresivos comercialmente como el mercado español de las telecomunicaciones. Así viene siéndolo desde hace décadas, sin tregua ni respiro. Las cifras récord de portabilidad (cambio entre proveedores de telecomunicaciones) reflejan el dinamismo competitivo del negocio. Por si fuera poco, desde el pasado agosto, Telefónica y Orange se han tirado a degüello sobre los clientes de Vodafone en cuanto la compañía prescindió del fútbol.

7. Simplificación de estructuras. El interés de las telecos por agilizar sus movimientos es universal. Siempre hay ocasión para suprimir solapamientos y mejorar eficiencias. Los organigramas tienden a reducir la grasa acumulada en los últimos años con ajustes que siempre resultan traumáticos. El operador de telecomunicaciones así lo explica en el comunicado que informa sobre su ERE: "Las actuales expectativas de los clientes, que exigen una relación ágil, sencilla e inmediata, llevan a Vodafone a buscar un modelo organizativo más simplificado y que refuerce la coordinación y sinergias entre los equipos".

8. Receta recurrente del sector. A grandes males, el sector aplica de forma sistemática los mismos remedios. De esa forma, el resto del sector tampoco ha esquivado los EREs en su reciente historia. Por ejemplo, en la primavera de 2016 y tras la compra de Jazztel, Orange aplicó el suyo sobre casi 500 empleados. Por su parte, Telefónica ha recortado su plantilla en cerca de 8.000 puestos en los tres últimos años, por no hablar del goteo de su plan de bajas incentivadas, al que se suman cientos de trabajadores según van alcanzando las edades que les permite considerar una airosa salida voluntaria. 

9. Fiscalidad excesiva. El lamento es coincidente en todo el sector: posiblemente no existe un mercado que sufra un acoso tributario tan elevado como las 'telecos'. Al margen de los impuestos y tasas propias de cualquier empresa, los operadores de telefonía conviven con cargas tan controvertidas y discutibles como la financiación de RTVE, por ejemplo, que grava el 0,9 por ciento de los ingresos anuales. Ese peaje ha costado a los tres principales operadores españoles más de mil millones de euros desde 2010. "Sólo en Vodafone, tenemos 200 millones de euros al año en tasas que no tienen que ver con el impuesto de sociedades, que también lo pagamos", según alertó hace apenas dos meses el primer ejecutivo de Vodafone España. 

10. Maltrato normativo. El discurso sobre las desigualdades regulatorias que padecen las telecos también es compartido por todo el sector. Vodafone, al igual que Telefónica y Orange, lamenta que no se apliquen las mismas reglas a todos los jugadores que participan en el ecosistema. Eso ha permitido que crezcan de forma prodigiosa todos los operadores over the top (OTT) que no están obligados a invertir en redes, como es el caso de Google o Facebook (dueño de Whatsapp), en su mayoría exentos del cumplimiento de las obligaciones de las 'telecos' tradicionales. 

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