Empresas y finanzas

La crisis energética se expande por el mundo: más inflación y presión para las cadenas de suministro

  • El precio del gas en Europa equivale a cuando el petróleo costaba 140 dólares
  • China se ve obligada a detener fundiciones de metal y procesadores de soja
  • Si China sufre la crisis energética, empezará a exportar inflación al mundo
Una turbina eólica en Westmill Wind Farm & Solar Park, cerca de Swindon, Reino Unido. Foto de Reuters

La fuerte recuperación económica y la búsqueda de un modelo productivo más sostenible están generando un desequilibrio en el mercado energético que ya está se está sintiendo en medio mundo. A los precios récord de la electricidad en Europa, ahora son China o Brasil los que se enfrentan a la 'escasez' energética. En un mundo global, buena parte de las materias primas que se usan para generar energía están alcanzando precios muy altos, disparando los costes de producción, las facturas de los hogares y poniendo en peligro la recuperación económica.

Todo esto se deja notar en el día a día. Quedarse en casa puede salir caro ante al fuerte incremento del precio de la electricidad. Salir fuera también: restaurantes, tiendas y otros negocios están subiendo precios (o ajustando márgenes) para hacer frente a auge de los costes, derivado de la escasez de inputs y, también, el alza de los precios de la energía. Por último, coger el coche también puede 'agujerear' el bolsillo de los consumidores, con un barril de petróleo que ya roza los 80 dólares por primera vez desde octubre de 2018. La energía está disparada y su elevado coste ya afecta a buena parte del mundo.

El caso de Europa es ya una historia que se viene contando desde hace semanas y que sin cambios notables a corto plazo desembocará en un invierno muy duro. Los inventarios de gas natural en las instalaciones de almacenamiento europeas se encuentran en niveles históricamente bajos para esta época del año. Los flujos de gas que llegan de oleoductos de Rusia y Noruega han sido limitados hasta ahora.

Gas, carbón... y ahora petróleo
Gas, carbón... y ahora petróleo

Todo ello está coincidiendo con un clima adverso para la generación de energía, lo que ha reducido la producción de las turbinas eólicas, mientras que las plantas nucleares de Europa, muy envejecidas, se están eliminando gradualmente (políticas de transición energética) y son más propensas a interrupciones, lo que hace que el gas sea aún más necesario. Las soluciones son pocas y ninguna es fácil, porque desmantelar todo el proyecto de transición energética no resultaría nada fácil.

Los políticos y los gestores de las empresas energéticas están rezando para que el invierno sea suave (en cuanto a temperaturas) porque ya es demasiado tarde para aumentar la oferta, según explican desde la agencia financiera Bloomberg. La tormenta puede terminar descargando toda su violencia sobre el consumidor, con una energía más cara en todos sus componentes, unas cadenas de suministro al límite y los precios de los alimentos en máximos de diez años. Todo ello podría llevar a los banqueros centrales a preguntarse si el aumento de la inflación es tan transitorio como esperaban.

La crisis energética se expande

Warren Patterson y Wenyu Yao, economistas de ING, advierten en una nota que "la preocupación por la rigidez de los mercados de energía se está generalizando". La crisis energética avanza por regiones y por componentes. Primero fue el gas natural, cuyos precios en Asia, EEUU y Europa están marcando máximos de los últimos años (el gas natural se puede importar y exportar y su precio puede coordinarse en las diferentes regiones), "ahora se está extendiendo al mercado del petróleo", comentan los expertos de ING.

"El mercado asiático de GNL (gas natural licuado) cotiza al equivalente con el petróleo de 150 dólares por barril, mientras que los precios europeos del gas no se alejan demasiado del equivalente a los 140 dólares por barril", explican los analistas del banco holandés.

Estos precios tan altos del gas podrían llevar a que se empiece a quemar a petróleo (relativamente más barato) para generar electricidad, lo que respaldaría la demanda de 'oro negro'. En Europa se ha podido ver como las empresas que generan energía, ante los elevados precios del gas, han vuelto a apostar por el carbón, disparando el precio de los derechos de emisión de Co2, lo que a su vez a impulsado aún más el coste de la electricidad. Ahora este movimiento se podría empezar a ver pero con el petróleo en otras partes del mundo.

"Esta demanda más fuerte, junto con pérdidas de producción el el Golfo de México de EEUU (por el huracán Ida), sugieren un mercado más ajustado de lo esperado", aseguran desde ING.

El petróleo y la gasolina

El problema es que si el petróleo sube porque se usa para generar electricidad, miles de millones de conductores en el mundo tendrán que pagar un 'peaje extra' a la hora de coger sus coches, mientras que el transporte de bienes también sufrirá el impacto, incrementando aún más los costes y, a la postre, la inflación del consumidor.

Ahora mismo, la nueva víctima de la energía está siendo China, 'la fábrica' del mundo. Si el gigante asiático sufre un aumento importante del 'peaje' energético, todo lo que produce podría empezar a ser más caro. Los países desarrollados comenzarían a importar inflación de un territorio que ha sido exportador de 'deflación' durante años, lo que presionaría al alza aún más los precios del consumidor.

"La escasez de energía en China sigue agravándose y ya afecta a los productores a lo largo de la cadena de suministro de manera desproporcionada... el problema de la energía actúa como un arma de doble filo, afectando la producción de las fundiciones y provocando una reducción del suministro. Esto es positivo para los precios de los metales. Sin embargo, también está afectando a los consumidores intermedios y secundarios, lo que es negativo para los precios en general", aseguran Patterson y Yao, de ING.

De este modo, los metales también pueden sufrir el impacto de la energía, ante el mayor coste para las fundidoras chinas. Todo ello sucede en medio de una transición energética que dando a luz a una demanda estructuralmente mayor de determinados metales que son necesarios para los coches eléctricos o las turbinas eólicas. 

El elevado coste de la energía en Europa también está afectando a la producción de zinc en una de las fundiciones de Nyrstar con sede en los Países Bajos. "También hay expectativas crecientes de un mercado de minerales concentrados más ajustado todavía, a medida que las minas del norte de China ralenticen las operaciones durante el invierno, justo cuando las fundiciones comenzarán a acumular existencias de materia prima", aseguran desde ING.

La fábrica del mundo también sufre la tormenta

El último eslabón de esta cadena es la agricultura. A los problemas de las fabricas de fertilizantes, se le une que en China se ha ordenado a las plantas de procesamiento de soja en varias regiones (incluida Tianjin), cerrar o reducir las operaciones durante una semana o más debido al racionamiento de energía.

La ciudad de Tianjin tiene una capacidad de procesamiento de soja de alrededor de 750.000 toneladas por mes. Alrededor del 80% de la demanda de soja china proviene de plantas de procesamiento donde la soja se convierte en aceite y harina. La demanda de soja se reducirá a corto plazo, pero sus procesados podrían escasear.

"El aumento de los precios de la energía, combinado con los esfuerzos de Pekín para frenar la contaminación y hacer cumplir las regulaciones ambientales, ha creado escasez de energía en todo el país. Esta escasez ha afectado a varias industrias, como el aluminio, el acero y ahora el procesamiento de alimentos", advierten desde ING.

Más allá de la industria, la crisis energética de China también tiene su componente social, aunque en Europa parece interesar más el relacionado con la producción de bienes. La crisis energética está comenzando a afectar a la vida diaria de los ciudadanos chinos.

Los residentes de varias provincias del norte ya se han visto afectados por apagones. Guangdong, un centro industrial del sur con una economía más grande que la de Australia, ha pedido a su población que mantenga sus aires acondicionados por encima de los 26 grados para ayudar a evitar una escasez generalizada.

El impacto en los hogares muestra la rapidez con la que se está expandiendo la crisis energética, puesto que China siempre 'aprieta' primero los grandes consumidores de la industria para que reduzcan el consumo cuando el suministro se tensiona. Los recortes en las fábricas ya están generando preocupación porque es otro mismo lanzado contra la línea de flotación de las cadenas de suministro globales, aseguran desde Bloomberg.

Si 'la fábrica' del mundo tiene que hacer frente a una escasez generalizada de energía, los precios mundiales del acero y el aluminio se dispararán, advierten desde Bloomberg. Para empeorar las cosas, el país también está lidiando con una escasez de carbón. La transición energética la vamos a pagar entre todos.

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