
Como ocurre en cualquier partida de ajedrez, el movimiento de cada pieza determina la evolución de la partida e influye en el resultado final. Algo parecido sucede en el tablero español de las telecomunicaciones desde el pasado domingo por la tarde. El sorpresivo anuncio de oferta pública de adquisición (opa) de MásMóvil sobre Euskaltel obliga a replantear estrategias. Con el mismo símil ajedrecístico, la partida continúa y se esperan nuevas jugadas en el mapa de la consolidación del sector. Los analistas consultados por elEconomista.es descartan eventuales contraopas, dados los compromisos ya irrevocables, pero aventuran que la posible alianza de Vodafone y MásMóvil deberá retrasarse al menos un año. Para entonces, a saber qué sucede.
Pese al carácter amistoso de la oferta, respaldada con el consentimiento irrevocable de los principales accionistas del grupo vasco, los plazos preceptivos de este tipo de operaciones apuntan a la formalización de la compra a lo largo del último trimestre de este año. En el mejor de los casos, la transferencia se podría producir en seis meses, el próximo mes de septiembre. En el escenario más pesimista, se dilataría el proceso a un máximo de nueve meses, por lo que la rúbrica final se estamparía en diciembre de 2021.
Si no se producen cambios en los próximos meses, las condiciones ya son conocidas: el importe de la operación alcanzaría los 3.500 millones de euros, que incluye el desembolso en efectivo de 11,17 euros por acción de Euskaltel, que supone una prima del 26,8% respecto al precio medio ponderado de los títulos del último semestre y arroja un importe próximo a los 2.000 millones de euros. Asimismo, MásMóvil hace suya la deuda del grupo vasco, cifrada en 1.500 millones de euros.
Las reacciones se sucedieron en las últimas horas, entre ellas las del Gobierno vasco. Así, su consejera de Desarrollo Industrial, Arantxa Tapia, ha considerado "una oportunidad relevante" la "unión de dos empresas" como MásMóvil y Euskaltel y ha destacado el compromiso de la primera por mantener la sede fiscal y social de Euskaltel en Euskadi tras la absorción. Según apuntó, la absorción de Euskaltel por parte de MásMóvil, servirá para "mejorar la situación" de Euskadi "desde el punto de vista de la digitalización", con redes de 5G, fibra óptica, y una banda ancha de alta capacidad y gran velocidad.
Por su parte, Euskaltel someterá a la aprobación de su consejo la constitución de un comité para el seguimiento de la opa, según ha informado este lunes la operadora vasca de telecomunicaciones. Dicho comité estará formado por consejeros que no se encuentren en situación de conflicto de interés por los compromisos ya suscritos.
La culpa fue de Yoigo
Basta con viajar en el tiempo y remontarse al verano de 2016 para descubrir uno de los momentos clave de la reciente historia de las telecomunicaciones españolas. El devenir desde entonces de MásMóvil y Zegona, principal accionista de Euskaltel, podría representarse con la escena inicial de la película Match Point. En ella, una pelota de tenis paseaba en cámara lenta por el canto de la red para caer caprichosamente en uno de los lados. En esa metáfora, Yoigo podría hermanarse con esa bola indecisa que cambió la vida de los dos contendientes.
La jugada maestra convirtió a MásMóvil en el cuarto operador del mercado español al comprar Yoigo por 612 millones. Y, al mismo tiempo, aquella maniobra relegó a Zegona al cuarto de llorar, a la 'llorería' que ahora dicen. Cinco años atrás, la situación no era fácil para la compañía cofundada y dirigida por Meinrad Spenger. El capital riesgo Zegona, entonces principal accionista de Telecable, tenía prácticamente cerrada con Telia Sonera la compra de Yoigo. El fondo británico dispuso de hasta de seis semanas en exclusiva para convencer al grupo sueco -y especialmente a los accionistas españoles ACS, Abengoa y FCC-. Pero no lo hizo. Sus titubeos dieron alas a MásMóvil para lanzar un volea que finalmente resultó ganadora. MásMóvil compró Yoigo, se aprovisionó de clientes, frecuencias y una marca que ha sabido cuidar desde entonces. Por su lado, Zegona forzó piruetas con los cableros del norte de España para configurar un grupo de telecomunicaciones competitivo sólo en sus territorios. Aquella pelea por Yoigo entre MásMóvil y Zegona, y la suerte desigual de cada uno de ellos desde entonces, flotaba en el ambiente cuando Meinrad Spenger se remangó para negociar una compra ciertamente brillante.
En los próximos seis o nueve meses, cuando se despejen los formalismos regulatorios, MásMóvil absorberá a uno de sus rivales y crecerá en clientes, ingresos y hogares con fibra o cable. Pero también disparará su deuda, hasta los 6.500 millones de euros, un lastre de pesada digestión pese a que se esperan ebitdas anuales de 1.200 millones. Y aquel partido iniciado en 2016 aún no ha terminado.