Wizink no sólo cuenta con el problema de las reclamaciones por tipos de interés abusivos en sus tarjetas revolving, también está sufriendo los efectos de la morosidad en estos productos, que son su principal y casi única fuente de negocio. El banco controlado por el fondo Värde Partners registra una de las tasas de impagos más elevada del sector, de casi el 10% (en concreto, 9,6%). Esta cifra es el doble que la media del sistema nacional, inferior al 5%.
Según los últimos datos disponibles, Wizink tiene contabilizados 336 millones de euros como préstamos de dudoso cobro, una cantidad que se había elevado desde los 292 millones de finales de 2018. Es decir, que antes de la pandemia, la entidad ya venía incrementando las insolvencias. Entonces, el ratio lo tenía situado en el 8,3%.
Hay que subrayar que su actividad está centrada en un segmento donde las insolvencias son más altas y, por tanto, no es de extrañar que su tasa de mora sea más elevada que la media del sistema. De manera general, la financiación destinada al consumo, que es la que ofrece Wizink con sus tarjetas, experimenta mayores impagos que las hipotecas o que el mundo empresarial. Los expertos apuntan, además, a que será este segmento el que presente en los próximos años una subida más pronunciada de las insolvencias, como consecuencia del coronavirus.
En este escenario, el banco informa en su memoria que tiene además otros 513 millones de euros de préstamos que están en vigilancia especial ante las "deficiencias" que presentan, que son de un grado superior a los créditos clasificados como normales y que podrían generar pérdidas futuras. Este importe es superior al de finales de 2018, cuando ascendía a 423 millones. Wizink tenía en su balance un volumen de inversión crediticia al término de 2019 de 3.493 millones, un 2,4% más que doce meses antes.
Según los datos de la patronal AEB, Wizink ha reforzado las provisiones en el primer semestre de 2020 para deterioros crediticios y ha cargado contra las cuentas 152 millones, a la espera de la oleada de morosidad.
Wizink tuvo que revisar este año sus cuentas de 2019 debido a la sentencia del Supremo sobre las revolving, en la que consideró abusivos los interés por encima del 20%. Y tuvo que poner en marcha el primer ERE del sector tras el estallido de la pandemia con el objetivo de reducir costes y paliar el impacto de las indemnizaciones.
El banco pasó de ganar 42 millones a perder 210 millones al deteriorar el fondo de comercio por menores ingresos previstos en 227 millones y anticipar 142 millones de provisiones para abonar las posibles reclamaciones de los clientes. La entidad inició un proceso de salidas de personal, que afectaba a casi un 10% de su plantilla. Tras la negociación con los sindicatos, el número de trabajadores que dejarán la entidad descendió de los 144 iniciales a los 123.
Caída de ingresos
A junio de 2020, el banco ha vuelto a beneficios positivos, aunque estos son un 73% menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Ha ganado 10 millones, frente a los 37 millones de los seis primeros meses de 2019. Este descenso obedece al mayor esfuerzo en dotaciones para futuras insolvencias y por unos ingresos más bajos tanto en intereses como en comisiones. El margen de intermediación descendió un 12%, mientras que las entradas por tarifas, un 14%.
La sentencia ha provocado que la firma haya tenido que analizar un contrato de venta de una cartera de préstamos dudosos y fallidos, una operación para sanear su balance y quitarse lastres. Según este estudio, el fallo del Supremo no va a afectar a la transacción en su conjunto, pero sí va a obligar a recomprar los activos de manera individual bajo determinadas circunstancias, como que formen parte de las reclamaciones e indemnizaciones de usuarios.

Wizink selló el pasado diciembre un acuerdo para traspasar los derechos de cobro de tarjetas de crédito por un nominal de 169 millones, incluyendo capital, intereses y comisiones os intereses y las comisiones de préstamos deteriorados. El precio de la desinversión fue aproximadamente de 19,96 millones y las ganancias estimadas alcanzaron los 7,6 millones.
La pandemia y la sentencia han pospuesto los planes que Värde tenía para Wizink. La intención del fondo es sacar a bolsa la entidad para intentar rentabilizar la inversión, pero ambos factores han retrasado este proyecto. El banco es fruto de la integración de los negocios de tarjetas y consumo de los antiguos Popular y Citibank en nuestro país.