Empresas y finanzas

El hidrógeno renovable será competitivo a partir de 2030

  • Podría conllevar una inversión en España de miles de millones de euros hasta 2050
  • Juega ya un papel fundamental en el sector de transporte como en el coche eléctrico
Imagen: Dreamstime.
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Los avances tecnológicos y la previsión de caída de precios podrían reducir el coste de producción del hidrógeno renovable a partir de 2030, si se impulsan políticas que ayuden a escalar la tecnología, reducir los costes y atraer inversiones. El director del Instituto de Investigación en Energía de Catalunya (IREC), Juan Ramon Morante, lo afirmó en la presentación del estudio Hidrógeno. Vector energético de una economía descarbonizada, publicado por la Fundación Naturgy y elaborado por un grupo de expertos del IREC.

Albert Tarancón, uno de los autores del libro, explicó que "de llegar a unos niveles de coste de un entorno de los 2€euros/kg, en la próxima década, el hidrógeno renovable sería competitivo tanto con el hidrógeno de origen fósil, como con los combustibles actuales como el diésel o la gasolina, por lo que este nuevo vector energético estaría muy bien posicionado no solo para el transporte y la industria, sino también para almacenar la producción eléctrica renovable".

El desarrollo de la tecnología del hidrógeno será esencial en el marco del Pacto Verde Europeo y de la economía verde. Los autores afirman que el despliegue de una economía del hidrógeno contribuirá a activar la economía española, "con decenas de miles de millones de inversión de ahora hasta 2050, y con la necesidad de formar técnicos y especialistas a distintos niveles".

Este escenario futuro, sin embargo, requiere de una urgente regulación. Los expertos del IREC afirmaron que "dado que los nuevos usos y aplicaciones del hidrógeno renovable empiezan a ser ya una realidad a nivel de proyectos en ejecución en muchos países europeos, es preciso establecer una adecuada regulación y certificación de origen".

Papel vital en la energía limpia

Aparte de su consideración como vector energético para la descarbonización de la electricidad, el calor, el transporte y determinados procesos industriales, el hidrógeno renovable representa una materia prima de alto valor añadido para múltiples industrias que actualmente lo emplean como tal en sus procesos de producción.

Por ejemplo, en la siderúrgica, la refinería o la industria química, el hidrógeno se utiliza como reductor reemplazando a otros 17 reductores como el carbono, lo que evita emisiones de CO2.

Los avances tecnológicos en toda la cadena de valor del hidrógeno han sido también importantes durante la última década, por lo que los costes de producción renovable están cayendo incluso antes de lo esperado, además de que su creciente uso lleva todavía a una mayor reducción de costes. De este modo, la producción de hidrógeno renovable puede llegar a ser competitiva, paritaria a los costes de los procesos no renovables, en ciertas ubicaciones a medio plazo.

Consecuentemente, cada vez más, todos los indicadores muestran que un futuro de energía limpia, en donde el hidrógeno renovable desempeñe un papel esencial, está más cerca de lo que se piensa, y ello permitirá disponer de vías de gran valor para la efectiva descarbonización de la economía. En este sentido, las demandas sociales y los avances tecnológicos van de la mano para impulsar el papel del hidrógeno como alternativa real para disminuir las emisiones de CO2, y todo parece indicar además que no se podrán conseguir los objetivos climáticos sin la penetración del hidrógeno renovable en la sociedad.

Transporte

El hidrógeno juega ya un papel fundamental en el sector del transporte. Hoy en día, el ejemplo más claro de movilidad ligera basada en hidrógeno es el coche eléctrico impulsado por pila de combustible que tiene, para los próximos años, un rango de aplicación muy específico cuando se requieran autonomías que justifiquen una elevada inversión inicial.

Sin embargo, no se descarta un despliegue más extensivo a largo plazo, ya que diversos análisis sugieren una reducción clara del coste del vehículo cuando sean fabricados de forma masiva. La reducción esperada en el precio del hidrógeno hará que el coste total del propietario converja con las otras alternativas existentes para movilidad.

En movilidad pesada y transporte de uso intensivo, como autobuses y camiones de carga, se impone el vehículo eléctrico con pila de combustible (VEPC) por encima del vehículo a batería (VEB). Este tipo de transporte supone alrededor de un 25% del consumo de energía del sector. Su funcionamiento es muy similar al del vehículo privado de pasajeros, pero, en este caso, y debido a que su consumo se contempla como de 10 a 15 veces mayor, se utilizan depósitos de unos 40-50kg de hidrógeno.

En el caso de los autobuses, existe todavía un rango de utilización para el vehículo eléctrico donde el vehículo pueda realizar periódicamente recargas breves cada 20 km, aproximadamente, para poder asegurar un rango de autonomía de 16 horas de trabajo diarias

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