El euribor se está desplomando en los últimos meses como consecuencia de las malas perspectivas económicas y la extensión sine die de la política monetaria del BCE de mantener el precio oficial del dinero en el 0%. Este indicador, que fija las cuotas de las hipotecas variables en nuestro país, se sitúa ya en el -0,456% de media mensual y está presionando la rentabilidad de la banca.
Desde hace más de cuatro años se encuentra en terreno negativo, algo que ha obligado a las entidades a recabar menos por los préstamos concedidos a los clientes y a impulsar los créditos a tipo fijo. ¿Llegará el momento en que tenga que pagar por ellos y los usuarios reciban dinero?
El sector se resiste a ello desde hace tiempo porque va en contra del espíritu y la naturaleza de un contrato de financiación, es decir, que se presta dinero con el objetivo de obtener una rentabilidad. Pero, el hundimiento del euribor está alimentando de nuevo el debate sobre este asunto y algunos reguladores, como la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por su siglas en inglés) sostienen que las entidades tendrán que aplicar los tipos negativos de acuerdo a la legislación, con lo que la banca podría tener que finalmente pagar por las hipotecas en que el diferencial sea menor al euribor y la tasa final sea inferior al 0% en aquellos casos donde no se haya dejado constancia de la aplicación de un interés negativo.
Esta situación se da sobre todo en las hipotecas firmadas en los últimos años del boom, en los años 2006 y 2009, cuando el sector libró una lucha por captar clientes con préstamos que llegaron a bajar hasta el euribor más un 0,17% (una promoción lanzada por Deutsche Bank). Con posterioridad los diferenciales fueron muy superiores y ahora alcanzan de media el 0,99%. Y desde mediados de 2019 la ley prohíbe la ejecución de tipos negativos tras la reforma hipotecaria.
A priori, solo el aluvión de demandas haría cambiar la posición de la banca como ha sucedido con otras problemáticas (cláusulas suelo, IRPH, etc.), un hecho en el que trabajan desde al menos el verano pasado diferentes despachos de abogados. Sin embargo, por el momento, éstos no han encontrado demanda suficiente, ya que aún las ganancias para los clientes serían mínimas y las hipotecas con las que se puede batallar en los tribunales son antiguas y están cerca de su amortización completa.
Fuentes financieras destacan que no es lógico que a la banca le cueste dinero prestar, ya que su negocio se basa en obtener rendimientos por dar créditos, por lo que rechazan tener que pagar por las hipotecas del pasado, es decir, que se considera como una ley no escrita. "Nadie crea una empresa para dar pérdidas", señalan, como lo han venido apuntando, desde hace cuatro años.
Pero, con este mismo criterio, los clientes que depositan dinero tendrían que recibir algo a cambio y no en todos los casos sucede, ya que las entidades ya están aplicando a las empresas tipos negativos, es decir, que pagan por guardar sus fondos. A día de hoy, un 0,23%. De momento, los particulares aún evitan este coste.