
La fusión de CaixaBank y Bankia deja al Sabadell en el punto de mira. El banco de origen catalán se ha quedado compuesto y sin novio después de dos años de rumores de una integración con la entidad que encabeza José Ignacio Goirigolzarri y de poner sobre la mesa para después volver a guardar en el cajón la operación en repetidas ocasiones. Bankia tenía tres ofertas sobre la mesa, CaixaBank, Sabadell y BBVA, y escogió la primera. Una decisión que para los analistas pone a los pies de los caballos a la entidad que preside Josep Oliu, ya que presenta una de los peores ratios de rentabilidad de la gran banca española. Ahora, las quinielas ponen como favorita la unión del Sabadell y BBVA, pero ¿es el mejor momento para la entidad que encabeza Carlos Torres?
Esta crisis no hacen esta solución tan sencilla. De un lado, es cierto que tanto el Santander como BBVA podrían realizar una opa sobre la entidad de origen catalán. Pero esta opción también cabía antes de la pandemia y no se ejecutó. Ahora, el coronavirus ha provocado una crisis global que no le ha pasado factura a estos dos grandes bancos, especialmente, en sus negocios internacionales.
El Santander cerró el primer semestre del año con unas pérdidas de 10.800 millones por ajustes en sus fondos de comercio en distintos negocios como Reino Unido, EEUU o Polonia. Una situación ya conocida por BBVA que cerró los seis primeros meses del año con unos números rojos de 1.157 millones, después del golpe que asumió en el primer trimestre tras realizar un nuevo ajuste en el valor de su filial de EEUU de 2.084 millones. La opa no se ve tan obvia en estas circunstancias, pero tampoco lo aparenta una fusión paneuropea.
A pesar de la insistencia de los supervisores porque haya fusiones trasnacionales hay dos realidades que las complican. De un lado, la legislación aún sigue siendo distinta por países. De otro, la unión bancaria sigue sin culminarse a falta de su pata más importante, la creación de un Fondo de Garantía de Depósitos común. Además, una de las palancas clave para motivar una integración es generar sinergias. Y la unión del Sabadell con una entidad europea crearía pocas duplicidades y, por tanto, poco espacio para los recortes, que es lo que se traduce en ahorro.
Cabe destacar que la gran mayoría de entidades extranjeras abandonaron España con la última crisis a excepción de algunos bancos como Deutsche Bank. La actual crisis del coronavirus tampoco hace ahora el país especialmente atractivo. ¿Qué vías le quedan a la entidad para seguir en solitario?
El banco necesita ahora mostrar al mercado su fortaleza para poder seguir, de momento, en solitario. Y para ello, la entidad aún tiene palancas para seguir avanzando y hacer ver que puede ser más rentable y eficiente. Una de estas palancas pasa por reducir costes. De momento, la entidad, e impulsada por la pandemia, culminará el año con un cierre de oficinas mayor al inicialmente previsto. Pero necesitará realizar más ajustes tanto de red de sucursales como de plantilla para lograr que su posición mejore. A cierre del primer semestre del año el grupo anotó un ratio de rentabilidad sobre recursos propios (ROE) del 1,9%, muy lejos del 10% que piden los supervisores.
Así, en el marco de este objetivo, el grupo podría continuar la estrategia ya puesta en marcha en los últimos años de desinvertir en negocios no esenciales, como ha hecho con la venta del negocio de gestión de activos, la inmobiliaria Solvia o la promotora SDIN. Sin embargo, al banco ya le quedan pocos negocios de los que desprenderse, aunque aún puede deshacerse de la actividad de renting o del negocio de Andorra.
A corto plazo, y si el banco pone en marcha un plan de ajustes que guste al mercado, su cotización podría virar en positivo, continuar en solitario e considerar un planteamiento diferente a partir del año que viene.
El peso de TSB
Aún queda otra opción que aligeraría el peso del Sabadell, que pasa por desprenderse de TSB. La filial británica supone un gran lastre para el banco tras el fiasco que supuso la integración de la plataforma tecnológica en la primavera de 2018. El banco anunció hace un año un nuevo Plan Estratégico, ahora en reserva por la pandemia, que contemplaba un fuerte plan de ajustes. Oliu nunca ha escondido que el objetivo para el grupo es hacer rentable TSB para venderlo a medio plazo.
Sin embargo, de momento esta filial no es tan fácil de colocar con un ratio de eficiencia del 81%, cuando debería situarse en torno al 43%, y sin ninguna rentabilidad. TSB asumió pérdidas de 71 millones de euros a cierre del primer semestre del año.
La entidad de origen catalán debe seguir pensando en caminar en solitario, poniendo sobre la mesa todas las palancas que le quedan para dar confianza al mercado que pasan por ajustes de costes, desinversiones, virando el foco hacia el negocio de empresas, que es lo que va a ser más rentable en los próximos meses, e incrementando la digitalización en el segmento retail para conseguir ganar eficiencia.