
Goldman Sachs ha querido arrojar luz sobre una fusión que, según palabras del propio banco, "está tomando cada vez más protagonismo en los medios" y, por ende, "despierta la curiosidad de los inversores". En su opinión, una fusión entre Bankia y Banco Sabadell tiene sentido "estratégico" en el contexto actual de mercado, que elevaría la rentabilidad del banco resultante.
"La combinación del ROTE (retorno sobre el capital tangible, en sus siglas en inglés) crearía una entidad con una rentabilidad elevada. En un contexto de crecimiento débil y de bajos tipos de interés podría mejorar las estimaciones de rentabilidad a través de una reducción de los costes operativos y mejorará su posición de capital (de la entidad resultante)", apuntan desde el banco estadounidense de inversión en una nota remitida a inversores este miércoles. A cierre de 2018, el ROTE de Bankia fue del 5%, y el de Banco Sabadell, del 7%.
Otro punto importante de esta futurible fusión sería la dilución de la presencia del Estado en la nueva entidad. "Pasaría a controlar el 40%", afirma Goldman Sachs, frente al 61,75% actual, a través de BFA. La salida del capital público de Bankia lleva años ejerciendo una presión a la baja en los precios de la entidad, ante la posible venta del que sería un tercer paquete de acciones. El problema es que, ante la caída de las cotizaciones de las entidades nacionales en un contexto de tipos de interés a niveles suelo, está retrasando en el tiempo su salida.
Resultado de la fusión de Bankia y Banco Sabadell sería una nueva entidad con "un rango" estimado por Goldman Sachs que va desde "una aportación al beneficio por acción del 30%", lo que se traduciría en rentabilidades superiores al 9%, "hasta una dilución sobre el BPA del 17%, que daría lugar a un ROTE del 6%". Los dos elementos principales que pueden determinar el éxito de la operación, dicen los analistas, será "el precio al que se realice la transacción" y "las sinergias" que puedan producirse.
Ahora bien, no todo será un camino de rosas, según Goldman Sachs. Será particularmente complejo, por la recepción que puede tener en el mercado el riesgo y "la complejidad que supone agrupar dos entidades de tamaño medio, a las que, además, se les puede incrementar los requerimientos de capital -por parte de Bruselas- y los costes de la fusión en España, que son comparativamente más costosos en España".