Empleo

Vania Arana, camarera de piso, trabaja limpiando 29 habitaciones de hotel al día pero no le llega el sueldo para vivir: "Una cerveza puede costar más de lo que yo cobro"

Vania Arana

La precariedad en el mundo laboral empuja a cientos de trabajadores a encadenar contratos temporales para tener un sueldo, muchas veces ínfimo, que les permita llevarse algo a la boca. Ya no es algo exclusivo de ciertos sectores sino una tendencia general y, desgraciadamente, normalizada.

Una de las áreas más afectadas en este sentido es el de las camareras de piso, uno de los campos más menospreciados de la hostelería. Es lo que denuncia Vania Arana, la portavoz y presidenta del sindicato Las Kellys Cataluña, que en una entrevista concedida a La Sexta avisa de su situación propia y la de sus compañeras afirmando que "una cerveza puede costar más de lo que yo cobro por limpiar una habitación", declaraciones que no hacen sino evidenciar la inestabilidad de un sector tradicionalmente desprotegido.

Mientras un turista paga entre 60 y 100 euros por una noche de hotel, las limpiadoras apenas reciben 1 o 1,50 euros por cada estancia, una cifra ridícula, más cuando vemos que su sueldo se queda lejos incluso de los 1.000 euros mensuales aún limpiando 29 habitaciones diarias.

"Te suben la cantidad de habitaciones que tienes que hacer. De esta manera se burlan, como los horarios para fichar. Suben la hoja, la firmas y sigues trabajando", cuenta Vania, que podría estar ejerciendo como profesora de secundaria sino fuera porque en España nunca se le llegó a reconocer el título por haberlo conseguido en Perú, su tierra natal.

La lucha contra la externalización

Pero ya no es solo que cobren una miseria, un trabajo tan extenuante también tiene consecuencias físicas y psicológicas. Una de sus compañeras de profesión, Carmen (que trabajaba como externa), cuenta para La Sexta que tiene "tendiditis en la mano derecho, lumbalgias, ciática, migraña y estrés", nada de ello reconocido. Cabe mencionar que en algunos casos podría solicitar incluso la incapacidad permanente por varias de estas dolencias.

Es por esto que Las Kellys se encuentran en una lucha constante contra la externalización, una práctica legal que permite a los hoteles contratar al personal de limpieza a través de empresas externas para reducir costes y, lo que más les interesa, derechos. "Somos un colectivo enfermo. Vamos a trabajar con fajas, tobilleras, pastillas para el dolor...", denuncia Vania.

La (incumplida) promesa de la Ley Kelly

Hubo un momento en el que la fuerza sindical de Las Kellys fue tal que el Gobierno no pudo hacer caso omiso de ello y prometió apoyar al colectivo, apoyo que años después sigue sin llegar, como si hubiera caído en el olvido. "Nos dijo (el Ejecutivo) que estaba con nosotras. Le decimos: cumpla. Saque la bendita Ley Kelly", pedía Arana años atrás.

Sin embargo, la ley que buscaba acabar con la externalización, reconocer las enfermedades laborales y garantizar la jubilación anticipada a las trabajadoras del sector, sigue sin llegar. El único resquicio que queda de esta petición es el 'sello de calidad Kelly' que aprobó el Parlamento de Cataluña allá por 2018 y que servía para otorgar un distintivo a los hoteles que cumpliesen con los derechos laborales de sus trabajadoras, una victoria simbólica porque nunca llegó a implementarse porque "la patronal presionó y se paró todo".

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