Como se esperaba, la primera ministra británica, Theresa May, volvió de la cumbre europea en Bruselas con las manos casi vacías y apenas unos mensajes de buena voluntad de los Veintisiete sobre el acuerdo del Brexit. Pero May no tira la toalla y prometió que "en los próximos días" seguirá hablando con la UE para intentar rescatar un acuerdo que sigue dirigiéndose a sufrir una derrota espectacular en el Parlamento de Londres.
La primera ministra llegó a la minicumbre del jueves debilitada tras una pírrica victoria entre sus diputados en la moción de confianza que intentó apartarla del poder el día anterior. A su grupo les había prometido "garantías" de la UE de que no haría falta aplicar el 'backstop', el 'cortafuegos' o mecanismo de emergencia que evitaría una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte tras la salida del Reino Unido, lo que se ha convertido en el principal escollo para la aprobación del acuerdo.
Pero la UE se limitó a asegurar que empezaría a negociar "inmediatamente" un nuevo acuerdo comercial que mantuviera abierta la frontera y que haría "todo lo posible" para cerrarlo antes de 2021, cuando las leyes europeas dejarían de aplicarse en Reino Unido, de forma que solo hiciera necesario aplicar el mecanismo de emergencia "el tiempo estrictamente necesario". Una mera promesa que queda muy lejos de cumplir las expectativas de sus diputados.
No solo eso, sino que los Veintisiete rechazaron tres propuestas británicas presentadas como parte del borrador de las negociaciones: la posibilidad de que el mecanismo solo se aplicara durante un año, fijar ya la fecha en la que empezaría a aplicarse el nuevo acuerdo comercial, y la promesa de ofrecer "nuevas garantías" en los próximos días.
En su lugar, las conclusiones aprobadas por la UE establecen que el 'cortafuegos' "es necesario para mantener la integridad del mercado común" y piden que el Reino Unido también ponga "sus mayores esfuerzos" en negociar la relación futura. Precisamente, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, fue cazado ante las cámaras discutiendo con May tras acusarla de ser demasiado "nebulosa" con sus objetivos para esa futura relación comercial.
May gana tiempo
Después de la cumbre, la primera ministra afirmó que la UE conoce sus necesidades, y recalcó que "es posible obtener más garantías y clarificaciones" sobre el acuerdo para sus diputados, algo en lo que trabajará "en los próximos días". "El interés absoluto de todos es que aprobemos este acuerdo", concluyó.
Poco después, la canciller alemana, Angela Merkel, explicó a los medios que "las garantías son las que están en las conclusiones de ayer. Esa es nuestra posición", con lo que parecía cerrar la puerta a dar más explicaciones. Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, recalcó que está dispuesto a "reconfirmar nuestras disposiciones de buena voluntad y buena fe, pero no hay un mandato para renegociar el acuerdo".
Pero más aclaraciones de que la UE no quiere usar el 'backstop' de forma permanente no ayudarán en absoluto a May. Especialmente porque el acuerdo comercial que lo reemplace deberá tener cláusulas parecidas que mantengan a Irlanda del Norte en la órbita europea, que es la única forma de hacer innecesaria la instalación de una frontera.
El acuerdo no se votará hasta después de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, como mínimo
En este sentido, la líder de los unionistas norirlandeses, Arlene Foster, se lanzó contra May a primera hora de la mañana: "Este es un problema creado por la primera ministra. Debería haber sabido que el acuerdo que firmó no obtendría el apoyo del Parlamento. La pregunta clave es si [May] se enfrentará a la UE o se dejará arrollar como ha ocurrido antes", dijo en un comunicado. Su partido, que sostiene en el poder a May, ha amenazado con retirarle su apoyo si insiste en aprobar el acuerdo actual.
Durante la moción de confianza del pasado miércoles, un diputado le espetó a May que "resistir no es un programa". Pero la primera ministra británica está dispuesta a aguantar hasta el último momento antes de enfrentarse a la decisión de los diputados. El jueves, la líder parlamentaria de los Conservadores, Andrea Leadsom, había anunciado que el acuerdo, inicialmente previsto para el 11 de diciembre, no se votaría hasta después de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, como mínimo.
Hasta entonces, May pretende limitarse a ganar tiempo y esperar que algo ocurra, o que la cercanía al abismo haga cambiar de opinión a los diputados. El 21 de enero es la fecha límite para presentar el acuerdo a votación, y el 29 de marzo es el día de no retorno. El tiempo no se detiene mientras May busca nuevos guiños.