Economía

El otro 'milagro' del empleo: en nueve provincias hay más personas cobrando el paro que parados

La tasa de cobertura de la protección por desempleo alcanzó el pasado mes de julio un récord histórico (si descontamos la pandemia) del 82,4%. Sin embargo, nueve provincias superaron el 100%: es decir, había más personas cobrando una prestación contributiva o un subsidio que parados registrados con derecho a hacerlo. Un hito sin precedentes que el Ministerio de Trabajo presenta como un éxito tras la última reforma de las ayudas, pero que el propio SEPE matiza, señalando que la causa está en los fijos discontinuos.

En una nota a pie de página que acompaña a las estadísticas, el organismo precisa lo siguiente: "En las provincias con elevado volumen de trabajadores fijos discontinuos, la tasa de cobertura puede superar el 100% en los meses de temporada baja". Algo que ocurrió en Almería (125,3%), Huelva (135%) y Jaén (114,3%), en Baleares (114,3%), Huesca (105,6%) y Teruel (105,2%), Soria (107,5%), Castellón (100,5%) y Cáceres (102,5%). Hace un año, esta situación solo se daba en Almería, Huelva y Jaén. Ello a pesar de que julio no se considera un mes de "temporada baja" para las actividades estacionales con las que se asociaba esta figura contractual antes de la última reforma laboral.

¿Cómo se calcula la tasa de cobertura? La fórmula es relativamente simple: se divide la cifra total de beneficiarios de las prestaciones por desempleo entre la suma de la cifra de parados registrados con experiencia laboral y la de beneficiarios de subsidio agrario.

Para entender esta fórmula, hay que tener en cuenta que el principal requisito para cobrar una prestación es haber trabajado alguna vez, aunque existen diversos tipos de ayudas que se adaptan a cada situación, incluyendo la de personas que no se consideran parados registrados o que incluso tienen un trabajo.

Los casos más habituales antes de la pandemia eran los beneficiarios de los subsidios agrarios en regiones como Andalucía o Extremadura, y los fijos discontinuos que han pasado a la inactividad. Sin embargo, los primeros eran los más comunes y los que afectaban a las cifras de las regiones donde se aplicaban. Por eso la fórmula incluye una prevención para corregir este impacto, algo que no se hizo con los fijos discontinuos.

Ello a pesar de que la reforma laboral de 2012 impulsó su uso como alternativa para los contratos de temporada turística, algo que tuvo éxito en Baleares. Una comunidad autónoma que, antes de la pandemia, en "temporada baja" (meses de invierno), llegaba a registrar una tasa de cobertura que en enero podía llegar al 147%, si nos fijamos en los datos de 2019. Pero era un caso aislado y, en un mes como julio, la tasa de cobertura no superaba el 100% en ninguna región española. La media nacional era del 66,1%.

La pandemia introdujo un factor adicional: los ERTE, que dispararon a niveles nunca vistos el número de personas que cobraban una prestación pero que no eran parados registrados, sino que contaban como "demandantes ocupados". Esto elevó la tasa de cobertura al 91,1% en julio de ese año, pero solo cuatro provincias superaban el 100%: Málaga (115,6%), Baleares (171,5%), Las Palmas (116,2%) y Santa Cruz de Tenerife (100,5%), y Girona (121,2%) . Todas regiones con una alta actividad turística frenada por la crisis sanitaria.

La situación se normalizó, al menos a efectos de la tasa de cobertura, en 2021: en el mes de julio, ninguna región superaba el 100% y la media nacional había caído al 61,8%. Entonces llegó la reforma laboral.

Una revolución contable

La norma buscaba impulsar la contratación indefinida y restringir la temporal, y para ello recurrió a la figura de los fijos discontinuos, aunque con mucha más ambición que en 2012. Se flexibilizó su uso para que se adaptara a más sectores de actividad (incluyendo la contratación a través de ETTs), y esto tuvo un efecto inmediato que, además, se ha ido acelerando: la tasa de cobertura de 2025 es un 9,1% superior a la de hace un año, cuando crecía a un ritmo de apenas el 5%.

Una de las claves es que muchos trabajadores agrarios se han pasado a los contratos fijos discontinuos, lo que hace que no perciban el subsidio, sino una prestación contributiva. Esto explica que tres regiones andaluzas y una extremeña superen el 100%. No solo eso: en Baleares, donde ya se usaba esa figura para el turismo, la tasa de cobertura se ha disparado. En enero de 2025 ha llegado al 360% y, por primera vez desde que hay registros, no ha bajado del 100% en ningún mes del año.

Los últimos datos de cobertura reactivan el debate sobre si la medición de la protección social de los desempleados está inflada por ayudas que se dirigen a otros colectivos. Sobre todo, en un momento en el que el SEPE contabiliza un incremento del 5% de los beneficiarios de prestaciones y del 10,2% de los de subsidios, pese a una caída del 5,7% interanual de los parados registrados.

Lo que no deja de aumentar son los demandantes de empleo ocupados con relación laboral, categoría en la que se incluyen los fijos discontinuos. En julio sumaron 845.392, un 10,85% más que un año antes. Sin embargo, los beneficiarios de prestación apenas llegaban a 208.000, una cifra similar a la de un año antes, y su peso entre los subsidios es ínfimo. Algo que podría deberse a que son más volátiles (se perciben durante menos tiempo) que las de las personas que han visto extinguido su empleo.

La cuestión es que la fórmula ha ganado en opacidad, sobre todo tras la última reforma de los subsidios. Hasta entonces, el SEPE publicaba la cifra de parados registrados con experiencia laboral, pero esa información ha desaparecido desde entonces de los textos publicados.

Como hemos contado en elEconomista.es, los cambios en las prestaciones que entraron en vigor en noviembre han tenido un efecto en las estadísticas cuyo alcance no termina de estar claro. Una de las claves podría estar en la la introducción del complemento de activación para el empleo (CAE), una ayuda para que los desempleados la compatibilicen con un empleo y que suma ya 60.000 beneficiarios, pero que también podría estar distorsionando al alza las cifras de beneficiarios de subsidios que no están en paro, y con ellos la tasa de cobertura.

En cualquier caso, el Ministerio de Trabajo sigue presumiendo de la mejora de la tasa de cobertura como consecuencia de la mejora de las prestaciones, pero sin presentar un análisis riguroso de su composición, pese a que la evolución reciente apunta a una distorsión de las cifras que exigiría una revisión de la metodología. O, al menos, mayor transparencia.

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